sábado, 4 de febrero de 2012

Un Cuatro de Febrero.

Cuando todo lo que dabas por hecho se va al traste...
Cuando te sientes insegura con lo único que tenías claro en tu vida...
Estas cosas no deberían estar sucediendo. No debería ponerme nerviosa cuando me tocas, mi corazón no debería acelerarse cuando me miras. No debería recordar el color y la forma de tus ojos mejor que los míos, no debería recordar tu canción favorita mejor que la de mi mejor amiga. No debería haberme fijado más en tu cuerpo que en la camiseta que llevabas.
No, porque tienes pareja, y se supone que yo también.
No, porque, ¿Qué diría la gente? Tú dices que no es malo, pero yo quiero ser original, no rara. No quiero estar confundida sobre eso también. No quiero que me gustes, ¿Cómo vas a gustarme? Aunque seas guapa, con tu pelo negro, suave y brillante, tus mechas rojas vetándolo como la espuma vaga sobre el mar, aunque tus ojos se aclaren en torno a la pupila, pareciendo anaranjados al sol. Aunque nuestros gustos se parezcan, aunque seas una persona alegre y enérgica.
¿Cómo vas a gustarme, si somos iguales?
No, porque aunque nada de eso me importe, no está bien.
No, porque estoy confundida.
Y sé que tú también.

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