jueves, 23 de febrero de 2012

Better Dreams.


Entré apresuradamente en el local. El aire estaba muy cargado, denso, y el olor era penetrante, como a incienso. Las luces eran rojas, y se movían de forma mareante, y se veían dos cañones de humo a ambos lados del escenario. El establecimiento debía ser un bar corriente en días normales, pero a mi amigo le habían hecho un favor. Yo llegaba un poco tarde, ya que el transporte público dejaba bastante que desear, pero me apresuré entre el público a la primera fila. En una mesita redonda, lacada de rojo fuego, estaban sentados algunos de mis amigos. Llevaba ropa prácticamente normal, todo negro y pinchudo, y me había esmerado con la línea negra que perfilaba mis ojos.
Mi amigo no hacía malabares con las baquetas ni estremecía el ambiente con sus guturales. Él agitaba la cabeza furiosamente mientras rasgaba magistralmente las cuerdas de su guitarra, cuyo modelo no sabría especificar. Era negra y blanca, con alguna pegatina que recordaba a Guns n' Roses. Además, sobre su lacio cabello sudoso, que le tapaba los azules ojos, lucía un sombrero de copa al estilo Slash, torcido sobre la frente. Sonreí abiertamente, emocionada.
Por eso, no pude creerlo cuando comenzaron los primeros acordes de una de mis canciones favoritas de Within Temptation, que conocía muy bien. El cantante, un chaval alto y moreno a quien no conocía, se bajó de la plataforma con aire resignado. A su vez, mi amigo alargó la mano, situándose al borde de la misma, y me sonrió con la mirada. Quise negar con la cabeza y murmurar una excusa. Quise saltar y gritar sobre el escenario, pero allí había muchos conocidos, y la vergüenza unida a la ilusión de verme a mí misma cumpliendo uno de mis sueños, de esos que parecen inalcanzables, me dejaron muda. Así pues, mi lengua se enrolló sobre sí misma formando el característico nudo de nervios que luego se traslada a tu garganta. No seguía mi propia voluntad cuando extendí la mano sin vacilar y me encaramé al escenario de un salto. Las luces y el humo emularon el concierto de Our Solemn Hour, el más prestigioso que Within había hecho jamás. Yo me imaginé como Sharon Den Adel, con sus largos vestidos negros, y agarrando el micrófono, comencé a cantar. Una voz aguda y dulce acompañó, en un inglés perfecto, al suave rasgueo de guitarra. La emoción me empañaba los ojos, y dediqué esa canción tan significativa a todas aquellas personas importantes para mí.
Por algún motivo, unido al collage de sentimientos contradictorios, había un pequeño punto, como una mancha negra que no debería estar en un cuadro, algo que no encajaba. Quizás era un poco de tristeza. Quién sabe por qué.
Esa canción siempre expresó mucho más de lo que yo supe decir.
I've tried many times but nothing was real...
Save me from my fear...

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