miércoles, 28 de diciembre de 2022

El camino más largo

 La primera hez que la suerte nos unió, ambos estábamos en puntos muy diferentes de nuestras vidas. Lo pongo por escrito como lo viví, para que nunca lo olvidemos, para que podamos revivirlo.
Una vez me contaste que recordabas que la primera vez que me viste, estaba muy asustada. Acababa de empezar a trabajar en mi primer empleo, fueron días difíciles que traté de disimular con unos fieros labios rojos y ropa oscura. No sabría decir mucho más, me gustaría poder poner en pie aquel momento, qué aspecto tenía, qué dije; pero sé que era cierto.
Algunos días más tarde, mis rizos rubios culebreaban hasta el suelo de una peluquería barata de los Remedios. No me gustó el resultado, pero me pinté los labios de rojo y fui a trabajar con orgullo al día siguiente. Él, que siempre tenía una palabra amable para mí, se detuvo junto a mi escritorio con expresión comedida y se entretuvo más de la cuenta en desenvolver el chicle de melocotón que le ofrecí. Parecía cansado y triste. Se mesó el cabello para apartárselo del rostro y sentí deseos de decirle que estaba muy guapo, pero solo le miré desde mi asiento, esperando que arrancara a hablar.
Fingió un horror exagerado cuando me preguntó que qué había hecho con mi cabello y yo sentí una oleada de vergüenza y respondí iracunda que nadie le había pedido su opinión, pero lo cierto es que el comentario me había escocido y no quería admitir que era lo bastante egocéntrica como para ofenderme de no recibir apreciaciones positivas por su parte. Quería que me encontrara bonita. Me arrepentí de lo dicho nada más abrir la boca; él solo se disculpó quedamente y se marchó.

Creo que le eché de menos, por absurdo que suene. Ese día, y todos los que no tomó el camino más largo para saludarme. Sin embargo, seguí llevando chicles de sabores exóticos a trabajar... Aunque solo fuera por si acaso.

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