martes, 10 de noviembre de 2020

Mutuamente.

Mi miseria y yo funcionamos mejor juntas y solas, sin manos amigas
En lugares fríos, como el suelo del baño, mi humeda habitación o la sala de espera de una UCI cualquiera.
Mi pena, amiga conocida, se me acurruca y abraza en el pecho, a veces no puedo respirar, pero se lo perdono porque a veces no controla su fuerza, como yo. 
Me hace llorar cuando menos lo espero y necesito, pero es que ella es poco sutil, como yo. 
No pasa nada, nos conocemos y nos acompañamos. Estamos de acuerdo en que yo tiraré del cuerpo fuera de la cama, da igual las fuerzas que tenga; y ella tratará de no asfixiarme del todo.

Y así en fino equilibro, con respeto y paciencia, nos olvidamos de nuevo de que un día no existimos juntas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario