lunes, 4 de abril de 2016

New year's eve and shit.

Parece bastante obvio que las fiestas invernales nunca han sido el fuerte de esta familia, así que es probable que me refiera a ellas a menudo.
Esta, en particular, está muy nebulosa en mi cabeza. Yo debía tener unos siete u ocho años aquella nochevieja, y parte de mis recuerdos han sido reconstruidos a partir de lo que otros me han contado, pero esas no son las partes más duras.
Lo más duro es que mamá no estaba. No solo físicamente. Normalmente, nadie dejaba escapar una sola palabra cuando yo andaba cerca y el no saber en cierto sentido me mataba de la angustia, porque tenía claro que lo que me llegaba estaba mil veces edulcorado, y lo sabía porque escuchar detrás de las puertas es una de las especialidades de un niño. Pero aquella noche, yo sabía que mamá tenía mucha fiebre, sabía que estaba ida; aunque la peor de las certezas es que se estaba muriendo. No hay otra forma de descirlo. Más tarde, ella me ha hablado de las alucinaciones que tuvo aquella noche.
Papá estaba con ella. Eso no era novedad, porque llevaba mucho tiempo sin ver a ninguno de los dos. O al menos eso parecía en mi cabeza, donde los lapsos de tiempo están distorsionados por los recuerdos y las emociones.
Estaba en casa. La casa estaba llena. Llena de mis tíos, mis primos, mis abuelos; pero de algún modo pensé que la gente a la que quería no estaba cerca de mí ni por asomo. Así que fui a buscar a mi hermano.
En la penumbra del salón, donde el sonido llegaba amortiguado, me agarré a él como mi salvavidas que es. En los peores momentos que puedo recordar, su abrazo es lo único que me mantiene a salvo; aunque nada pudo salvaguardarme contra las crueles palabras del que es, por sangre, mi abuelo.
Aquella noche nos riñeron mucho. No formábamos parte de la fiesta, no nos estábamos portando bien. Hacíamos llorar a la abuela con nuestra pena, y como no teníamos derecho a sufrir, debíamos callarnos.Eso nos dijeron. 
Mi familia se atiborraba de todo lo que había en la despensa en el piso de abajo mientras nosotros nos hundíamos en la miseria.
Como diría Zarité Sedella, así lo recuerdo.

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