domingo, 2 de mayo de 2021

Her-ma-má

     Tengo mucho que agradecer a mi madre, y eso es algo que no todo el mundo puede decir. Entre todas esas cosas que me ha dado, está ella. Hoy es un día también para ella.

Ella también es mi mamá, a su manera. Lo ha sido en las visitas al médico, los disfraces improvisados y los menús a la carta. En los abrazos de consuelo en la incertidumbre, la muerte y el miedo; en las lágrimas de los primeros desamores, de los que no hace tanto, en los "eres muy pequeña" aquí y allá, en cogerme la mano al cruzar la calle, en decirme que coma, me abrigue y me ponga crema para el sol. También en los planes fortuitos de magdalenas, paseos en bici y cine, en las visitas culturales, en los consejos y en el mejor abrazo para dormir. 

Cuentan las leyendas que su brillo nunca se apagaba, que fue la novia más guapa, la mejor profesional, la estudiante más dedicada. Se dice también que su sonrisa iluminaba ciudades enteras, que llevaba el ritmo en la sangre, que encandilaba al más pintado con su piquito de oro y que tenía anécdotas para todo. Se rumorea, también, que era la hija, nieta, hermana, amiga y compañera favorita de quien la conociera, que quien no la adoraba solo podía envidiarla y que podía rellenar bibliotecas enteras con todo lo que sabía. 

Parece que era humana y también lloraba a veces, pero eso solo la hacía más perfecta si cabe. Que el tiempo no pasaba por ella porque tiene un alma buena e inmortal. 

Lo único que se sabe de tanta habladuría es que el mundo es un lugar mejor porque ella vive en él.

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