domingo, 2 de mayo de 2021

Ay, Canela.

Que no existe mayor placer que el de correr descalza por la playa, te digo.

Y llegar a la orilla, llenar los pulmones y decirle al mar que lo has echado de menos. Su olor, su color y esas curvas tan bonitas que describe su débil oleaje sobre la arena.

En esos momentos siempre pienso en Mediterráneo, de Serrat, himno de los expatriados. También mi niñez vive jugando en la playa, aunque yo no me enamorase de ningún muchachillo que durmiera entre las cañas, sino de los espigones y la blanca amplitud de sus valles y sus dunas. Como Alberti, cantándole a la mar, yo también lloro su fría ausencia salobre cuando vuelvo a la ciudad, con la sensación de dejar mi verdadero hogar detrás de mí...

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