martes, 31 de octubre de 2017

Views, 紅葉 and rules on a lazy wednesday morning.

Hoy, he escogido un buen lugar para sentarme. Mientras escribo, no miro el ordenador, sino el paisaje que se extiende tras los grandes ventanales del Kaede Lounge: veo un cielo celeste que se apaga en el horizonte, como si fueran las cinco de la tarde y no las once de la mañana. Una cúpula salpicada de jirones de nubes grises que no parecen sino rastrilladas por un viento invisible que no altera los árboles.
Los árboles son lo mejor de esta vista, balanceándose perezosamente crean sombras amarillas, anaranjadas y rojizas, agitadas por los gorriones que van y vienen en esta mañana sorprendentemente despejada. Algunos árboles son rojos como una llamarada por fuera y verdes según se hacen más frondosos, cerca del tronco. Proporcionan largas sombras a la hierba verde, tostada por las hojas caídas y ramas secas. Y mientras, por aquí y por allá, bancos de madera verdosa y aún húmeda de las lluvias de los días - meses - pasados, arcos de hierro invadido por enredaderas salvajes, cobijando mesitas blancas que ya nadie usa y que me hacen pensar en té y pastas.

Una visión solo estropeada por edificios de corte moderno aquí y allá que me recuerdan en su estética dónde estoy, descifrando ociosamente las normas de uso de la mesa que estoy usando, procrastinando en esa lectura aburrida que debería haber hecho ayer...

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