sábado, 14 de mayo de 2016

Safety has a name.

Sus abrazos saben a hogar como los de nadie más.
"Qué pequeña eres. Y qué grande. Pero mi pequeña." dijo, mientras me abrazaba. No era un achuchón cualquiera, sino uno de esos gestos tiernos y cálidos a los que cuesta renunciar. Un brazo largo y fuerte cubría mi brazo y mi espalda desde el glúteo hasta el omóplato; el otro abarcaba la amplia longitud de mis hombros y acariciaba mi pelo, presionando mi cabeza contra el pecho. Una fina capa de músculo lo convertía en un lugar mucho más confortable de lo que yo recordaba, aunque habría amado ese sitio aunque siguiera sintiendo cada costilla contra mi propia piel. Y luego, el peso suave de su mandíbula en lo alto de mi cabeza, manteniéndome en el sitio, en perfecto equilibrio, aferrada a su espalda, de pronto ancha e irreconocible, a su cuerpo enjuto pero nervudo.
Y de pronto todas las inseguridades desaparecen. Él hace que todo esté bien, que yo esté bien. Fuerte, floja, gorda, delgada, grande, pequeña, bajita, alta. Todo suena como un cumplido en sus labios. Y me doy cuenta de que me gusto y me quiero siempre que él piense eso de mí, siempre que siga besando mis cicatrices, siempre que siga mordiéndome, acariciando mi piel como si fuera lo más bonito que existe. En sus brazos me siento bonita, en sus palabras me siento inteligente y poderosa. Pienso que todo lo que hago lo hago por él, todo lo que digo es por él. Me doy cuenta de que he estado perdida mucho tiempo, y solo quiero ser alguien de quien él esté orgullosa, y esforzarme al máximo, explorar mis habilidades y estar a su lado para siempre, siempre jamás. Creo que define en gran medida quién soy y quién quiero ser. Creo que es porque nunca me he sentido tan amada como cuando él me dice que me quiere.

Ojalá algún día me enamore de alguien que me haga sentir como lo hace mi hermano.

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