domingo, 9 de marzo de 2014

Hard to.

Es abrumador.
Pienso que puedo superarlo, que no es tan difícil y...
Ahora mismo estoy cenando. He dado mil quinientas razones en mi mente para no saltarme la cena, y medio millón de excusas para sí hacerlo. Al final ha ganado el raciocinio y aquí estoy, delante de un san Jacobo de estos de congelador, pensando en lo sumamente grasiento que me parece el empanado y cómo hacer para que no repercuta en la pérdida de peso que he logrado a base de hambre y sudor.
Esto es para siempre. Y por eso hay que pararlo, porque tengo la sensación de que nunca podré comerme ni un chicle sin sentirme mal por ello en caso de que no consiga nada.

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