miércoles, 1 de agosto de 2012

Qué de tiempo :)

(Junio de 2011)

Me quedé dormida en cuestión de segundos, y soñé:
Aquella ciudad me era desconocida. Era muy bella, sin duda, pero yo estaba allí por una razón en concreto. Contemplé los altos edificios de colores mustios, el cielo celeste e infinito, el sol brillar sobre mi cabeza. Los jóvenes se congregaban en bancos, en la playa, o en torno a una fuente. Aquello no era tan distinto de Sevilla...
En pleno invierno, yo llevaba una chaqueta negra, bastante cómoda, mi palestino morado, mis pitilos desgastados y rotos y mis converses. Introduje la mano izquierda en el bolsillo de la chaqueta, y con la derecha desbloqueé mi teléfono móvil, un Samsung SH-380V mientras me encaminaba a la playa. Encontré el número que buscaba con facilidad, el único que permanecía en Favoritos. Me llevé el teléfono a la oreja y aguardé.
-¿Diga?-contestó una voz amodorrada
-Hmmmm...¿No me digas que te he despertado?
No pude contener la risa, y una carcajada de alzó, exuberante, al cielo.
-¿Qué va!-dijo. Se había espabilado ya, ¿Me habría reconocido?-¿Qué te pasa? ¿Dónde estás?
-No tengo mucho tiempo. No quiero dar detalles. Estaré en la playa, esperándote. Ciao.
-¡¡Espera!!- interrumpió-¿Cómo sabré...?
-No te preocupes, me encontrarás
Reí de nuevo, imprimiendo en mi voz un gracioso tono premonitorio, y guardé el móvil.
Me quité las converses sin apartar la vista de la playa. La arena era increíblemente blanca, y el mar encrespado estaba, a todas luces, muy frío. Paseé por la orilla, siendo acariciada por el agua, cristalina como ninguna. Dejé atrás, en un punto al azar, mis All Star y mi chaqueta. Ahora sólo me quedaba esperar a que él barriera con sus ojos verdes la orilla y me encontrara, con mi camiseta A7X. Sólo entonces me dio por preocuparme de mi aspecto. Qué estúpido, como si no me hubiera visto antes...en fotos, claro. Me palpé la trenza, y retortijón de nervios me arrancó una mueca. Le di la espalda a la playa, contemplando el océano, allá donde parecía unirse con el cielo. Respiré hondo y canté una melodía al azar, la primera que vino a mi mente. Dulce locura.
Con los ojos cerrados, sentí un par de brazos apretándome contra un cuerpo cálido y esbelto. Una voz más grave continuó la canción conmigo, y pude adivinar una sonrisa en su tono.
Sentí su barbilla en mi hombro.
-Pensé que no ibas a aparecer nunca-musité
-Nunca es mucho tiempo-repuso, sin perder el gesto.
Le di la espalda a la playa para mirar a los ojos más bonitos que había visto en mi vida. Mi corazón imitaba un redoble de tambor, ponía un ritmo para nosotros dos.
Llevó su mano a mi mejilla. Qué cálido..
-Te quiero-le dije.
Me puse de puntillas, y entonces...
...Entonces me desperté. Y me cagué en los muertos del despertador, eso también

No hay comentarios:

Publicar un comentario