jueves, 30 de agosto de 2012

Aunque te diga adiós.

Mis ojos estudian las formas irregulares que se forman en el techo rugoso. No consigo quedarme dormida. Alzando mis auriculares y el mp5, que está sobre un cojín en el suelo, cargando, e inicio el reproductor de música, Zimly. Pulso el play de la canción en que me había quedado.
You and I, de Park Bom. La carpeta de música coreana sigue activada de forma perenne.
"Aunque te diga adiós..." me sé la traducción de memoria "...tú eres todo mi mundo". Qué bien me va la letra, ¿hm?
"Esta noche, detrás de tus ojos y tu sonrisa, puedo ver el dolor que te he causado". En mi cabeza, canto el principio de forma mecánica. Casi a la vez, lo voy traduciendo. No puedo dormir sin música, y mi padre me riñe, porque siempre dice que no dejo descansar mis neuronas. No duermo con el mp5 en la mano toda la noche, claro. Cuando me percato de que hay trozos de la canción que no recuerdo haber escuchado, suele ser porque me he quedado dormida ese fragmento, quizás un minuto, quizás cuarenta segundos. Es entonces cuando me quito los cascos, los cuelgo y me rindo al sueño.
Pero esta es la tercera noche consecutiva que no hablo con él, con Eddie. Le echo mucho de menos. Y a su rol, claro. En mi fuero interno lo reconozco, reconozco que me gusta. Pero no le doy tanta importancia como requiere. También fantaseo con mis esperadísimas vacaciones. Piscina, césped, siestas, coquinas, paseos, tardes de pesca, agua fría, arena blanca. Sin internet. Mi familia, mi música, mis libros, mi cuaderno y mi mente. Quince días al año para purgar el desconcierto, la maraña de dudas que asolan mi cerebro a cada instante.
Quince días sin Eddie...
Por algún motivo, como siempre, You and I me hace llorar. Me trago un sollozo y salgo a la terraza para no despertar a mi hermana.
Aunque te diga adiós, mi mundo eres solo tú.
Recuerdo una noche en concreto. Mirábamos al cielo. Tomábamos helado juntos. Yo señalé una estrella fugaz. Le pregunté qué pediría, si pudiese tener lo que fuera. "A ti" fue su respuesta. No era verdad, claro, pero quedaba muy bonita en aquel momento. Aspiro una densa bocanada de aire húmedo y caliente. "Ya soy tuya" Le dije yo. Tampoco era cierto, obviamente. Pero era la respuesta ideal, en aquella situación. Mi corazón redobló su ritmo, y yo me lo tomé todo como si fuese verdad. Como si él me quisiera y yo fuese suya. Pero es hora de decir adiós a los recuerdos, me parece, es momento de dejar que las heridas sanen y se cierren, aunque dejen su marca, como toda herida profunda. Ahora tengo unas manos nuevas, un par de ojos verdes distintos que me sacan adelante. Una piel morena, unas manos fuertes, un rostro bonito. Sus ojos son verdes, sí, pero no se parecen nada a los de mi fantasma. No son del color de las esmeraldas, de un parque en julio. Son más oscuros, con un círculo color avellana alrededor de la pupila. Más grandes y cálidos. Más similares al musgo que a las hojas de un árbol a contraluz.
Ese cuerpecito menudo y cálido me envuelve, me protege. Me sostiene. Me lleva de la mano a través de la oscuridad.
Quiere conducirme hacia la luz, enseñarme un sitio en el que hasta yo pueda decirle adiós a él y a mis recuerdos...
...aunque hayan sido todo mi mundo.

Por último, aquí dejo un enlace para la canción "You and I" de la cantante Bommie Park, mi Idol. Considero que tanto la letra, como el vídeo y la propia canción son preciosos, y me han hecho llorar más de una vez. Por supuesto, añado subtítulos en español, que el coreano no es muy común 

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