miércoles, 23 de mayo de 2012

Tsumi

(Las influencias vampíricas son malas para la salud mental de esta user con tendencia a la paranoia)

Tengo sueño.. Más de lo normal. Sin razón aparente, los párpados caen pesadamente y tardan un segundo más en abrirse. Mis dedos, torpes, dejan caer cosas. Me cuesta concentrarme en lo que hago, en lo que leo.
Estoy sencillamente enfadada conmigo misma. No es intencionado ni mucho menos, claro, pero me molesta esta lentitud somnolienta.
Me he quedado dormida en clase, de nuevo. El profesor me ha impuesto un castigo de clases suplementarias por tercera vez consecutiva esta semana. Eso quiere decir que no abandono el aula hasta las ocho de la tarde, la puesta de sol...y eso me deja con parte de la noche para estudiar y hacer los deberes. El ciclo se repite.
La luz del sol proyecta sombras alargadas sobre las baldosas de los pasillos. El cielo es de color azul, oscuro, pero no tan intenso como durante el día. Conforme se hacerca al horizonte, el color se diluye. Celeste, lila, amarillento, anaranjado y rosáceo. Los colores se confunden, y en algunas partes se tornan tan pálidos que podrían confundirse con un folio.
La alta arboleda que rodea el recinto académico impiden ver el sol. La luna es cada vez más visible, tan fina como el blanco borde de mis uñas, cortas y maltratadas.
Paseo con aire distraído por los pasillos, con el uniforme impecable y los libros apretados contra el pecho, una tarde más. Debo tener la imagen de una delegada de clase, con el pelo limpio, liso, arreglado con sencillez. Debo tener muy mala cara, no sería capaz de sonreír ni proponiéndomelo. Siento arrugas bajo los ojos y sombras purpúreas por todo color en mi expresión.
Estudiar en un internado no es tan genial, al fin y al cabo.
Al menos tengo suerte. El director es mi tío, y cuando estamos de vacaciones escolares, suelo pasarlas con él también. esto me otorga ciertos privilegios, como una habitación para mí sola y acceso ilimitado a un baño privado.
Dejo mis cosas de cualquier modo sobre la cama. Fuera lazo. Fuera chaqueta. Me desabrocho el primer y el último botón de la blusa blanca.  Meto la cabeza bajo la ducha sin desvestirme. El agua helada me resbala por el cuello, transparenta la tela blanca y lo que hay debajo. Mi piel es perfectamente visible. Luego dejo caer una de las blancas toallas sobre mi cabeza y agito el pelo sin mucho entusiasmo.
Abro la ventana. El aire frío de diciembre me entumece la piel. Es agradable. Estoy extrañamente sofocada.
Me siento en el alféizar, a contemplar cómo la luz agoniza en los confines del mundo, y la noche se adueña de todo. La luna parece casi...rojiza. Como si me llamase.
Qué tontería.
Y sin embargo, no puedo dejar de mirarla. Sólo un tintineo rompe la quietud de la noche.
Un tintineo...¿Será un cascabel?
La toalla cae sobre el parqué.  Por algún motivo, aún me queda raciocinio. Abro el primer cajón de la cómoda y levanto el doble fondo. Debajo está Némesis. Parece una vara normal a primera vista, un poco menos gruesa que mi muñeca. Se extiende y me obedece. Artísticamente labrada por los mejores artesanos y creadores de armas...antivampiros.
En el muslo, un poco por encima de las medias, llevo una cinta de cuero preparada para Némesis. Una vez ahí, la vara no se mueve.
Apoyo la palma de mi mano sobre la superficie de mármol de la ventana. Hay unos diez metros hasta el suelo y una rama muy gruesa por el camino. Me lanzo contra ella, agarrándome a la corteza, a unos cuatro metros de los guijarros irregulares y los parterres de flores de mi tío.
¡Maldición! La irregular superficie del árbol ha despellejado mis callosas manos. Bah, es solo un rasguño. No tardará en cicatrizar.
"Huele bien"
No he percibido esa idea con mis oídos, y esto me alarma. La he oído, una voz perfectamente clara, en mi mente. Habla arrastrando las palabras, con un matiz metálico. ¿Qué...?
Némesis se materializa en mi mano. La sacudo bruscamente, un solo golpe, seco. La vara, no más larga que mi antebrazo, se extiende hasta conseguir alrededor de dos metros de longitud.
-Sal, cobarde-siseo-No estamos en igualdad de condiciones, ¿no crees?
"¿Qué importan las condiciones, chica humana? yo solo quiero tu sangre."
Un chispazo, y Némesis sale disparada. Unas manos sobre mis hombros. Frías, huesudas y antinaturalmente fuertes.
Mi alarido dura la fracción de segundo que sus colmillos tardan en atravesarme el cuello.

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