martes, 10 de enero de 2012

Onee.

No he sido consciente de que el tiempo pasaba a mi alrededor. Sé que me movía. Sé que hablaba, pensaba, sonreía. Quizás mis ojos estaban un poco más rojos, pero podía achacarse al cansancio. Tal vez mis labios se mostraban un poco reacios, tirantes, pero nadie se daría cuenta. Y traté de alejarme un poco de mis amigas, para no pasar otra vez por lo mismo. Esos abrazos, esos "ya, ya pasará". No, no puedo, sencillamente.
Por eso quise echarme a morir cuando Naya se abalanzó sobre Meii, con su habitual buen humor, y le felicitó el aniversario. Ellas habían empezado a salir, de broma, el día diez. Tragué saliva. Se me humedecieron los ojos. Me refugié en mi libro, en mi sitito bajo el sol, calentita en mi chaqueta.
Pero la verdad es que quise morirme. No me molesté en prestar atención en ningún momento, y sin embargo, Satanás sabe cómo, mis notas están impecables en mi cuaderno. Tal vez el dolor me vuelve autómata. Y cuanto mayor es, más bonitas son mis creaciones, por mucha amargura que destilen mis palabras.
Sin embargo, ellas se dieron cuenta de que las ignoraba. A la salida de clase, no esperé a Colmillitos, pero tampoco me fui con ellas. Y soy consciente de que se percataron. Me puse mi música triste, y huí lo más rápido que pude.
Tuve una riña con mis padres ese medio día. No lo había planeado, no lo había pensado, pero más tarde decidí que fue una excusa perfecta para subir a mi cuarto flechada, a llorar hasta que las lágrimas abrieran surcos en mis mejillas, sin que ello resultara extraño. Ellos lo achacarían a la tristeza que me producía perderme el viaje a Marruecos. Seguramente pensarían que soy pesada e infantil por dar aún más la lata, pero la verdad es que no me importa. No me importa porque, aunque dijera la verdad, también se enfadarían. Una vez, mi madre me dijo que cuando estuviera triste lo contara en casa. Una vez lo hice, y lo primero que ella dijo fue "La niña, que siempre tiene que tener un problema". Entonces tomé la decisión de guardar silencio, salvo excepciones.
Y aquí estoy, tumbada en mi cama. Mis ojos parecen pelotas de tenis, tengo que ir a la academia, y por primera vez no me apetece. Sólo quiero llorar.
Me gustaría verla. Decirle que me acuerdo de ella, que la echo de menos, y no puedo escuchar esas canciones que tanto le gustaban, y aún recuerdo las cosas que le gustaban y las que detestaba, que sepa que lloro cada día, que hoy hace cinco meses que se fue y han sido terribles. Que he cambiado, y quiero ser como tú decías, saber cómo se vive el día a día.
Me gustaría volver a oír su voz, y decirle que la quiero. Y que no deseo volver a verla jamás.
Y ahora, un pequeño agradecimiento a mis "pilares"
Mi precioso blogger, que está abierto a un mundo al que le importan un comino mis problemas.
Mi hermano, la persona más importante de mi existencia. A él nunca tuve que decirle nada, siempre lo supo de antemano.
A mis amigos, Leen, Dara, Patricia, Alis, Els, Mis violables Din y Slend, Naya, Luca, Álvaro, Kiba...y todos los que me dejo atrás, gracias por hacer mi existencia un poco más fácil. Y, finalmente, en especial a Meii, por tener siempre un abrazo guardado para mí <3

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