sábado, 8 de abril de 2017

Necesidades de control absoluto de una Virgo impotente.

Te he mantenido apartado, y ayer estallé como no lo habría hecho de haber contado contigo. Pero es que tengo tan poco tiempo... Me gustaría tener otras maneras de desfogar que no fueran mi hermana, más por ella que por mí. Todo el mundo está tan agobiado que todo esto que me borbotea por dentro sigue pareciendo una minucia, así que, como si fuera basura rebosando del cubo, sigo prensándola, comprimiéndola hacia adentro. Si al menos pudiera hacer ejercicio, me sentiría mejor desfogando la rabia, la impotencia, la tensión, el miedo. O los kilos de más.
Así que anoche tiraron de la alfombra bajo mis pies y cambiaron la bolsa de basura. Ya estaba rasgada y rebosando, de todas formas, en algún momento iba a romperse.
Creo que es momento de dejar de ser yo y priorizar. Si no dejo de poner presión en abarcarlo y hacerlo todo, voy a estallar, y ya estoy descuidando mi salud física y mental. Sí, sobre todo la mental.
Haré todo lo que pueda, y si por una vez no llego al TOP 3, ¿quién puede recriminármelo? solo  yo misma; y ya estoy cansada de intentar ser perfecta en mis propios cánones imposibles. Todo por proyectar esta estúpida imagen de fortaleza y seguridad que no siempre es real.
Y Japón... estoy tocando el sueño de toda mi vida con las puntas de los dedos y no estoy disfrutando nada. Me aterra llegar y agarrarlo con las manos, y no por las cosas nuevas que me voy a encontrar, ni siquiera por las malas; el problema es todo lo que dejo lejos, todos los que se quedan detrás. Me he dado cuenta de que llevo meses proyectando mis frustraciones económicas en Japón como si me hubiera buscado un lío o un "marrón", como si estuviera siendo totalmente inconsecuente con mi propia decisión. Lo que más me fastidia es darme cuenta de que es absolutamente al contrario, de que he trabajado incansablemente durante años para estar donde voy a estar y encima soy tan estúpida que ni disfruto del proceso; y ahora, dándome cuenta de que lo peor que me puede pasar es volver a casa, puedo respirar mucho más aliviada. No pasa nada, no hay nada malo ni irresponsable; y sé que si no hago esto ahora no lo haré nunca, y más allá, me arrepentiré el resto de mi vida de haber dejado pasar ese tren.
Así que ya está, no pasa nada. El mundo sigue su curso, yo debo dejar de comerme la cabeza por absolutamente todo lo que no pueda controlar a mi alrededor y que, algún día lo aprenderé, es totalmente normal.
Hoy puedo respirar un poco mejor. Los problemas siguen ahí, son los mismos que eran ayer, pero con la luz del día parecen más afrontables, más... abarcables, porque ya no siento que deba hacer frente a todo sola. Este intento de autosuficiencia algún día me matará, lo juro.

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