domingo, 16 de abril de 2017

And after?

Siempre hay un después para todo, también para aquello. Pensé que no terminaría nunca, pero lo hizo. Me gustaría pensar que tuve algo que ver, que saqué las agallas para apartarle de mí, pero la realidad es muy diferente.
Nos sentimos observados.
No sé si realmente lo estábamos siendo o simplemente el viento movió algunas horas de manera demasiado convincente, pero sea como fuere tuve la oportunidad de apartarme y vestirme a toda prisa. También me gustaría cambiar la versión en mi mente para convencerme de que salí corriendo de allí y nunca lo volví a ver, pero de nuevo estaría engañándome. Le dejé acompañarme a la estación, y después de un último beso mantuvimos dos insulsas conversaciones aisladas por whatsapp. De eso, afortunadamente, hace ya más de dos años.
Cuando llegué a casa, me di una ducha. Me pareció la única forma válida de limpiar la suciedad que sentía por todas partes de forma obsesiva. En el baño me di cuenta de que estaba llena de moratones: tenía algunos chupetones violeta desparramados por el pecho y el cuello, las marcas de sus dedos en torno a mis muñecas y más marcas violáceas por el vientre y los muslos, pero no puedo explicar de dónde procedían. También sangraba bastante, y todos los movimientos eran dolorosos.
Por increíble que parezca, aquella noche dormí como un bebé. Por aquel entonces todavía dormía bastante bien, y cuando estás en bachillerato y tienes un expediente brillante que mantener, el sueño es un bien escaso y preciado.
No le dije nada a nadie. Aunque no podía moverme muy bien, al día siguiente me fui a jugar al tenis con Esse, porque se lo había prometido. Cuando volví a casa, me duché de nuevo, pero la sensación de suciedad tardó en desaparecer mucho más que el dolor o las marcas.
Luego, el frenetismo de mi vida se impuso como una avalancha diaria que me dejaba agotada y me daba poco tiempo para pensar, lo cual es bastante de agradecer, pues cuando tienes 16 años tiendes a dramatizarlo todo (y yo soy por naturaleza una drama queen). Jamás, hasta que no empezaron las pesadillas, se me ocurrió pensar en lo que me había ocurrido como un acto forzoso, más bien era una mancha vergonzosa, como si me hubiera vendido al primero que pasó por delante de mí. El hecho de que algún día fuera mi amigo no hace que deje de ser una violación.
Durante algún tiempo pensé que no superaría la ansiedad que me producía tener intimidad física con un hombre, pero el tiempo y la paciencia lo curan todo. Y ahora también el amor, claro. Incluso los complejos, cicatrices tan antiguas como yo, miedos y penas; esas son la clase de cosas que solo ocurren en los libros y, por primera vez, también en mi vida.
And there we go, happily moving on~ 

No hay comentarios:

Publicar un comentario