domingo, 26 de febrero de 2017

Sirpientes desnudas.

Fue increíblemente dulce, como pocos que yo pueda recordar. Su piel contra la mía, sus brazos a mi alrededor, en mi pelo. Adoro estar ahí, contra la cálida ternura de su cuerpo blanco y suave. Mi mano casi parece bronceada contra su pálido esternón, amo el vello que nace en tímidos rizos rubios en su pecho, morder su mandíbula y acariciar con la lengua la barba incipiente, besar esa boquita húmeda.
Amo la perfección de nuestra sincronía y su respiración en mi cuello, y que me abrace y me busque dormido. Adoro su sonrisa tímida, su carcajada y esa mueca tan suya de "sé lo que te estoy haciendo". Amo que me quiera, que me toque y hacer el amor al despertar, muy despacito, sintiendo cada centímetro de él.
Lo amo todo de él, en todo momento.

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