viernes, 23 de diciembre de 2016

Jingle bells, Jingle bells, jingle all the way!

Estoy harta de extrañar siempre a alguien en nochebuena.

Intento aferrarme a las festividades navideñas, dada mi natural inclinación hacia el frío y la oscuridad pero, ¿a quién quiero engañar? Busco el sol como un caracol en primavera, lampo por días largos y colores luminosos. Creo que lo que me gusta del invierno es abrazar, acurrucarme en busca de calor, celebrar que estoy con los míos y hacer regalos. Y sin embargo, no puedo negarlo, el invierno no es lo mío; demasiados momentos tristes tiñendo mis recuerdos, sin luz a la que aferrarme.
Estoy cansada de tener que echar a alguien en falta. Y no pido mucho, solo a mis pequeñas cinco personitas (ahora seis) a mi lado, solamente una noche al año. Estoy enfadada y harta por cada vez que me dicen que estas son las cartas que me han tocado en la vida, por no poder lanzar la baraja por los aires y vivir a mi modo, a mi ritmo. Y por cada nuevo drama, eso también.
No es justo. ¡No es justo!

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