jueves, 10 de noviembre de 2016

Owl

Despierta de madrugada, como de costumbre, pienso. Me gusta esa noche dulce y quieta en que todo el mundo duerme, sueña y se abraza cuando hace frío. Me gustan las noches invernales porque el cielo es de un azul más profundo y la luna parece de plata.
Cuando las personas duermen, se evaden totalmente de las emociones y vivencias que han experimentado durante el día; supongo que por eso les tengo envidia en este momento. Yo aprovecho estas horas en standby para reflexionar y afianzarlo todo, para leer, para mirar al techo y para no hacer nada. 
Pero hoy estoy cansada de la quietud y me levanto. Antes solía encaramarme al alféizar de la ventana, pero ya no quepo tan bien como antes, así que mis pies desnudos cuelgan contra el muro blanco. El aire helado me corta la cara, me duelen las manos, pero no sé por qué el frío nunca me ha molestado.
Antes solían verse las estrellas, pero estas son las luces de la ciudad, y el cielo es menos azul y más deslavado y opaco. No se ve la luna hoy, y pienso en el loco de Lu Xun antes de volverme al interior de mi cuarto.
La gente identifica la noche con el engaño, la oscuridad, la hora de los maleantes, supongo que por evolución histórica. . Por un momento me siento búho.

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