martes, 20 de septiembre de 2016

Indiferencia y otros desastres.

Hace poco vi al padre de mi padre y fue una experiencia muy rara. Ya es raro pensar que ese nombre no solo existe, sino que es real y es mi abuelo. ¿Mío?
Es extraño entrar en ese pueblo encalado, de casas blancas y bajas, intemporales, donde aún se sientan las viejitas en corro en los portales "a la fresquita" del atardecer. Imaginar a mi padre correteando por estas mismas calles hace más de cincuenta años. La casa está igual que la última vez que la vi, hace diez años; solo falta la sombra encorvada y arrugada de la madre de mi padre (Mi abuela) temblequeando bajo la fotografía de mi hermano comiendo helado. Es raro que la casa esté llena de fotografías nuestras, junto a otro mogollón de primos que no conozco, y este señor ni siquiera sepa mi nombre.
Está sentado en el mismo sillón que la última vez que hablé con él, pero no parece la misma persona. Está mucho más delgado, más pequeño, más translúcido. Parece perdido. Parece inocente. Toco sus manos y están frías, sin vestigio de la fuerza que caracteriza a nuestra rama de la familia, y allá donde toque siento los huesos apuntalando desde el interior la piel blanca y brillante.

Estoy acostumbrada a una relación extrema con mis abuelos. Amor y odio. Sin embargo, normalmente se me olvida que este hombre existe... es simplemente un desconocido. Había olvidado la indiferencia... Detrás de la culpa llegan la lástima y un amago de simpatía, a falta de otra palabra.
Mi padre le dice que yo quería verle, pero no le corrijo. Podemos dejar que ambos se lo crean. Uno está enfermo y desvalido; y mi padre..., bueno, mi padre ya ha tenido bastante desprecio y rechazo.
Es raro pensar que este señor es alguien a quien mi padre quiere, y yo apenas sé su nombre. Bueno, él tampoco sabe quién soy. Mi padre se parece bastante a él... se parece a mí, y eso también es chocante. Por alguna razón, de todos los detalles de nuestra fisionomía que se adivinan similares, yo no puedo dejar de mirar esas manos grandes, trazadas de venas azules y artrosis.

Todo es muy extraño. A estas alturas no sé qué es peor, si las relaciones familiares que tengo o no tenerlas en absoluto. Qué desastre.

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