miércoles, 28 de septiembre de 2016

Bad daughter's issues.

Me he debatido mucho tiempo sobre si debía escribir estas palabras o no. Con ello no gano nada, no voy a sentirme mejor, y sé que puedo herir muy seriamente a alguien si las lee... pero me están ahogando.

Hay algunas veces que no puedo más. Me siento como si no pudiera hacer nada bien jamás, nada sin reproches, y creo que no hace falta que diga de quién. Si estudio, hay que ver que no limpio. Si limpio, hay que ver que me he ido de viaje. Si hago cosas, que cuesto mucho dinero. Si no las hago, que debería haberlas hecho. Una ya no sabe cómo acertar, y aunque hay ciertos días en que puedo con ello, esta semana no ha sido un buen momento para tocarme las narices; con tanto trabajo y tantas emociones, todo parece mucho más difícil de sobrellevar, y las palabras hirientes de mi madre realmente no han ayudado nada. Que si ella ha estado pendiente de las cosas de la boda y ya podría yo haberme ocupado de mí misma (cuando lo he organizado yo casi todo, ok), que si no quise obedecer con los pagos que había que realizar (porque no me apetecía que me liaran más cosas el día de la boda), que si limpio muy poco porque hay que ver que estoy estudiando (cuando soy la única que limpia), que si no he pagado mi parte de Italia (que, por cierto, no me quieren cobrar a pesar de lo mucho que he insistido), que soy una irresponsable por irme sin dinero, que insista más, que me paga todas las cosas, que que que que que... ¡Que ya está bien! Porque si me enfadara, todavía podría desahogarme dando un par de gritos o haciendo ejercicio, pero el problema es que me duele, y al final me paso todo el día triste y no tengo ganas de hacer nada, y mucho menos de estar con ella.

Si pudiera marcharme, si pudiera alejarme de todo y de todos, encontrar un lugar feliz lejos de esta casa, si pudiera... pero no puedo. Así que es inútil pensar en lo feliz que sería en otro lugar, en otro momento, con otra persona.

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