viernes, 23 de marzo de 2012

Experiencias.

Si fijabas bien la vista, el aire se ondulaba por el calor. Es un fenómeno bien común, pero yo no me fijo tanto en esos detalles. La hierba hacía que me picara la piel, el corazón me latía como el de un colibrí por culpa del Monster y tenía un dolor de cabeza impresionante. El aire hedía a cachimba, la gente gritaba a mi alrededor, y yo estaba atrapada entre el gentío. traté de enfocar la vista. La gente se pegaba en un "Pogo" como nunca lo había visto. Se lanzaban salvajemente unos contra otros, y no me atreví a meterme por miedo a que me pisotearan. Levantaban una nube de polvo.
En la destartalada plataforma negra, vallada, había gente. Un grupo de música, enteramente vestido de negro y ostentando calaveras y cruces góticas por doquier. Gritaban, sacudían las vaquetas contra la batería, arañaban las guitarras bastamente. La melodía, pese a todo, resultaba reconocible.
Puede sonar sadomasoquista, o estúpido, pero algo tiene ese ambiente que me gusta. Aparte de los borrachos, los emporrados, y esos locos que te encuentras en cualquier parte,todo el mundo podría haberme comprendido.
Alcé el brazo, arañando a la gente con los pinchos de mi pulsera. Lo agité en el aire, salté, gritando. Sentí que se me corría el maquillaje. El polvo se me metía en los ojos. Las dos lágrimas negras que rodaban por mis mejillas me daban un aire siniestro, según me dijo Ali más tarde.
Hablando de la reina de roma. Dejó caer el brazo sobre mi hombro. Olía a alcohol.
-¿Te queda vodka?-Me preguntó.
Parece que se había olvidado de que no bebo.
-Ahora te consigo un poco-le prometí-. Quédate aquí y no te metas en el pogo. La cosa anda chunga.
Se tambaleó, y dirigió su atención hacia el escenario donde comenzaba a sonar Sweet Dreams. Comenzó a moverse al son de la música. Andaba achispada, pero aún no estaba borracha. Buena señal.
Curro me vio. Se acercó, me estrechó y me besó en la frente.
-Ten cuidado ahí
Adoro la forma en que se comporta conmigo.
-Tranquilo, ya me iba. Eso se está desfasando-hice una pausa, sin saber por dónde empezar-. Necesito un favor, Curro, ¿Puedes conseguirme alcohol?
-Pensaba que no bebías.
-Y no bebo.
-Veré qué puedo hacer-suspiró-. Hablemos con Selu
Selu debería llevar unos doce vasos de Vodka a palo seco en vena, y sin embargo parecía el más sobrio de todos.
-Hola, papá-le saludé en broma.
Él me arrastró a su malsano círculo de borrachos.
-Hola, peque- lo que yo decía, perfectamente lúcido-, ¿Qué necesitas?
-Vodka. No hace falta que sea bueno, no creo que Ali note la diferencia entre aguarrás y vodka alemán.
-Pues el que nos queda se parece más a colonia que a otra cosa- silbó con admiración-, Ali debe tener un estómago de hierro.
-No tanto como el tuyo- me reí
Me pasó la botella, yo se lo agradecí como correspondía y se la hice llegar a Ali. Luego me escondí entre la arboleda. Tenía algo que hacer.
Con el regusto dulzón del Monster y la sensación de ser inmortal me acerqué a él. Se mesó el cabello castaño, largo, vetado de rubio. Yo aparecí detrás de un árbol, me apoyé sensualmente contra él, me levanté un poco la camiseta.
-¿Ya te has olvidado de mí?
Me extrañaba su comportamiento, distante. Dos semanas atrás, rechupeteaba mis labios como si no hubiera un mañana. No lo hubo, ciertamente.
Dio un respingo. Luego se me acercó, con aire taciturno, y me dio un beso suave. Yo, ávida, traté de retenerlo en un abrazo, pero él se desasió, sonriendo de forma extraña. Luego cogió su espada y se marchó corriendo, sin resuello, entre los árboles.
Inflé los carrillos como muestra de mi descontento.
Volví al concierto, donde las cosas se habían salido de madre. La gente había comenzado una auténtica pelea, y yo ya no podía más.
Se supone que una quedada de las características que fuera está diseñada para que la gente se conozca, comparta gustos poco usuales y se divierta. Las drogas y el alcohol puede ser el mejor ambiente del mundo para aquellas personas que sean partícipes de semejantes estupideces, pero no para mí. No soy de las que cargan con amigos borrachos, hace mucho que dejé ese mundo atrás.
Me despedí de mis amigos, de los de verdad, y dejé atrás el ruido, los vicios, la tentación, me sumergí en la apagada melancolía de quién espera algo que al final no ha obtenido. Me sentí realizada e inteligente en cierto sentido.
Y también un poco triste, sin motivo, mientras me alejaba en el vagón solitario de metro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario