sábado, 31 de marzo de 2012

Experiences ll: Salón del Manga.

Como introducción, me gustaría explicar al lector que desconozca este mundillo en qué consisten los salones. Son los mayores eventos "frikis" a los que asisten amantes de Japón, su idioma, su cultura, su música... Habitualmente, se realiza en salas espaciosas que disponen de dos o más escenarios para actuaciones, concursos de Cosplay y para-paras. Además, suele haber gran variedad de comics, ítems de series y grupos, no solo nipones, sino coreanos, de rock y heavy metal...vamos, un poco de todo. Un paraíso para este reducido grupo de amantes de Asia.
Generalmente, el salón de Sevilla se hace en el casino, pero este año cae en la coincidencia de que está en obras. Eso, inicialmente, es molesto, porque es el lugar más indicado y espacioso para hacerlo.
Esperamos que solo haya sido este año.
Llegué al Teatro Alameda en coche, escoltada por mi hermana mayor. La gente saltó sobre mí nada más llegar. Carai, no era consciente de que tuviera tantos conocidos. Hubo muy buenos cosplays, pero yo no soy muy aficionada a eso. Me puse una camiseta de Black Rock Shooter. Yo lo conocí como OVA, pero ahora han hecho una serie. Pues mejor. Llevaba medias de rejilla, con pantalones cortos (más bien bragas largas) y botas de piel negras. Guantes bicolores, mucho maquillaje y mechas.
¿DOS EUROS LA ENTRADA? El año pasado era más barata, más les vale que el salón sea bueno. Más o menos ese es el resumen del pensamiento colectivo. Yo no tenía grandes expectativas, sabedora del escaso espacio del teatro. Y al entrar...menuda decepción. Tienda de información, taller de Dibujo, las mesas típicas de los torneos de Magic y roll y seis tiendas. La zona de lectura era un reducto en lo alto de unos peldaños, y la gente aprovecha para leer allí comics, de los que puede disponer todo el mundo siempre que los devuelva después. Tampoco localicé la zona de Rammen, y más tarde me enteré de que no había. El escenario era lo único bueno. Espacioso, bien iluminado y accesible desde casi todas partes.
Aquello era demasiado pequeño para lo que yo estaba acostumbrada, y toda la gente que fue al del año anterior no cabría allí. En realidad, no había cavidad ni para un tercio. Y no me equivoqué, la verdad, porque no llevaba allí ni media hora cuando se hubieron agotado las entradas, y la gente hacía colas kilométricas para entrar. El salón de Sevilla siempre ha sido uno de los más grandes y famosos de España, y vienen personas de toda la península.
Qué chasco más grande.
Ojeamos las tiendas y vaciamos los bolsillos. Tomos en japonés, imposibles de encontrar en otras ocasiones, el típico gorrito de Angry Birds, camisetas de BRS, FF, ESDLA, etcétera...
Casualmente, conocía a todo el mundo. No cesaba de desaparecer, como decía Mei, con cada uno de mis conocidos y amigos, que no eran pocos.
Fran, Marina, Silvia, Violeta, Ami, Cris, Alois, Matías, Alvin, Pablo, Elia, Alba, Mady, Elba y su novio, Luca, Sue, y una interminable lista que no me apetece rememorar.
Tampoco la música me era indiferente. Cuando no había para-para (baile) para alguna canción, daba la casualidad de que sabía cantarla. Ya fuera por tratarse del opening o ending de algún anime, o por ser de un grupo japonés. Y si me sabía bien el baile, arrastraba a quien tuviera más cerca hasta el escenario, para servir de ejemplo a los noobs, o solo reírme un rato.
Luego fue el concurso de Cosplay, algunos con actuaciones. Impresionantes disfraces, caseros o comprados, desfilaban ante nosotros. Wow. Vocaloid, Final Fantasy, Assassins Creed, y otras que no conocía. Incluso un grupo de chicas disfrazadas magistralmente de princesas de Disney desfilaron cantando por el escenario, cada una su canción. Giselle, Aurora, Bella, Ariel, Mulan, Rapunzel, Jasmin, Lilo, Pocahontas...
Creo que ellas ganaron el primer premio.
Dibujo, baile, a tomar aire, compras, baile, gente, baile, amigos, baile, risas, baile, fotos y más baile.
Estoy reventada. Andando de acá para allá, corriendo, gritando, buscando a la gente... En fin, caótico. Un caos divertido.
Me enteré de que cerraban a las ocho, y Mei tenía que volver a casa antes de las nueve, así que calculamos una media hora para llegar al metro y otra de viaje. Al final, cogimos un autobús, que nos salió más barato. Música y más miradas extrañas. Mei se fue pronto, su madre se enfadaría.
Cuando la abracé para despedirnos, supe de alguna manera que me estaba tirando un farol. Decidiera Dani lo que decidiera, yo perdonaría a mi amiga. Porque ella quería defenderme.
La siguiente en despedirse fue la peque, Violeta, que había quedado con otra persona. Sussy, que había vuelto de Marruecos, como todos los demás. Perdimos a Esteban y a Elsa de vista, y de pronto estábamos en Ciudad Expo, en el circuito 1. Nos sentamos en un banco y pude descansar por primera vez desde que me levanté, disfrutando del frescor de la creciente oscuridad, admirando como siempre el manto estrellado. Exhalé un suspiro involuntarios mientras escrutaba la tenue luminiscencia de los astros. Verdosa, celeste, plateada. Bella, diferente. No tengo palabras para describir lo hermoso que me resulta el cielo. Elba, reclinada contra mi pecho, escuchaba el relato de nuestro amigo, que tenia un aire melancólico. Él se mesó el espeso cabello rojizo mientras hablaba, y cuando terminó su triste historia, me miró. Me puse nerviosa un momento, pero él puso la mano en vertical, orientada hacia mí, con la evidente intención de chocar conmigo. Cuando alcé mi palma contra la suya, retuvo mi mano, entrelazando los dedos, y yo sonreí. Quizás porque él sabía que yo estaba pasando un mal momento, puede que solo fue un momento de complicidad.
Sonó el móvil de Elba. Tocaba trasladarse al Game, para ver a Josemi. Acabamos en Metromar con Esteban, que se unió después, y Elba nos invitó a comer.
El día "terminó" en una escena de lo más pintoresca. Detrás del dentro comercial, en el silencio y la oscuridad de la noche, contra un muro, cuatro amigos sentados y hablando. Elba y yo sentadas, Alberto apoyado en ella, acariciándole el brazo, y yo jugando con la mano de mi amigo a la vez. Esteban trataba de entrar en Tuenti con su único brazo desde el móvil de Elba, que constituía un galimatías para él.
Cuando Elba se marchó, Esteban cogió el metro y desapareció camino al Puente de Triana, popularmente conocido como "el río". Alberto y yo nos quedamos solos, y yo le acompañé a su casa. Creo que no recordaba dónde vivo, porque pensó que me quedaba con él en el Circuito 1.
Seguimos riendo, manteniendo la conversación en la superficialidad, me dije, o si no podría ponerme sentimental. Así que nos despedimos de muy buen humor después de un día alucinante.
Llegué a casa, cansada y entumecida. Después de una exhaustiva descripción de todas y cada una de mis actividades y sensaciones a mis padres, me metí bajo la ducha. El agua caliente empañó los cristales, borró la pintura de mi cara, y me quitó de encima la tensión, el dolor, el cansancio, el entumecimiento, y gran parte de la tristeza que comenzaba a cernirse sobre mí como una nube vengativa. Desenredó mi pelo, que cayó como una cascada negra por mi espalda, y al fin pude deshacerme del sudor, de la lluvia, de la tierra, del polvo, las lágrimas...
Cuando mi piel desprendió el suave olor del perfume y el jabón, y estuve en mi cama mirando las estrellas, pude sentir vagamente la paz del momento, entre la tenue luminiscencia azulada del mando estrellado, una vez más, titilando...

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