Hay una rara felicidad que se presenta en forma de recuerdo, pero que nunca es una experiencia directa, cada vez que me siento en el office a trabajar una mañana. El sol se cuela cejado y proyecta en la pared las sombras de los barrotes. Hoy parece primavera, pero huele a otoño en Japón, mientras escribo y escribo y leo y sigo leyendo, mi cabeza en menesteres mucho más tórridos, preocupantes y acuciantes..., y aún así se detiene a escuchar a Bon Jovi en la radio de un patio vecino.
¿La felicidad era esto?
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