Ayer volví a decir tu nombre y me quemaba la lengua como el primer día que supe que no eras lo que debías ser.
En Óleo de mujer con sombrero, Silvio Rodríguez dice que los amores cobardes no llegan a amores ni a historias, se quedan ahí y ni el recuerdo los puede salvar.
No sé tú, pero yo aún recuerdo lo que nos pasó todos los días. He hablado de ello demasiadas veces, y siempre llego a las mismas conclusiones: no puede no ser amor. No puede no ser una historia. No puede ser cobarde.
Lástima que nosotros sí lo fuéramos.
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