La vida parece bullir dentro de mí, pero también lo hace el miedo. Como soy una mujer segura de mí misma, no estoy acostumbrada a renegar de mis decisiones; pero me asustan las expectativas. ¿Dónde estaré dentro de 5 años? ¿a quién decepcionaré si no cumplo con lo que esperan de mí?
La respuesta está tan clara que no sé cómo decirla en voz alta.
Se avecinan cambios. Lo sé porque me siento incómoda conmigo misma por primera vez en un año. Con ganas de que cambien las cosas. Con iniciativa y voluntad. Buscando, mirando, obviando la inercia de seguir el camino establecido. Pero aún no sé qué quiero hacer y me asusta que cambiar de rumbo signifique que voy a tirar por la borda todo el trabajo de los últimos siete años de mi vida.
Por otro lado, el mes de agosto ha supuesto un terrible salto atrás en mi proceso de recuperación. No pasa nada, nadie dijo que fuera fácil... o lineal. Ahora me esperan varios meses muy complicados: tiempos de asumir toda la carga. La mía, la suya y la ajena. Va a ser muy duro, pero necesito demostrar que soy capaz de hacerlo. Necesito sentirme fuerte, firme, segura, fiable y fuente de apoyo. Necesito sentirme necesitada, más que protegida.
Ha llegado la hora de volver a ser adulta.
¿Soy lo suficientemente valiente?
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