martes, 7 de julio de 2020

Moments

Está siendo una noche difícil, aunque nada fuera de lo normal.
Mi jefa está de mal humor. Los clientes me insultan, se enfadan, están hastiados y, aunque lo entiendo, absorbe y quema. Son emociones que han impregnado mi día a día durante mucho tiempo y ahora, que me siento mejor con la vida en general y conmigo en particular, escuecen más que nunca.
Mi productividad no es todo lo buena que podría, para más inri. Llevo horas sin despegarme de de la silla y aún así solo estoy tragando problemas, malas tramitaciones y mierda. Qué lío. Encima el abatimiento de las cinco se cierne sobre mí, me escuecen los ojos y... Bueno, supongo que la melatonina hace su trabajo.
La noche es inusualmente húmeda, no se mueve ni una brizna de aire para dar alivio a esta densa quietud. Una manta de nubes grises oculta la profundidad ultramar que tanto me gusta del cielo nocturno. Solía contemplarla con... con...
No importa.
Cierro los ojos, y me transporto a mi lugar feliz. Una realidad paralela y alternativa en la que estoy tumbada a su lado en una enorme cama ahora mismo, apenas cubiertos por una fina sábana. Mientras me alza el rostro para besarme, usando el brazo con el que me rodea los hombros y me mantiene unida a su cuerpo, y a mí se me deshacen un montón de emociones bonitas, temblorosas y adolescentes, en las tripas. Me da igual que haga bochorno y que ls noche esté oscura y gris, me da igual todo... Menos su amor.

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