lunes, 2 de marzo de 2020

¡Adiosi!

Es una realidad que nunca he tenido buena suerte con mis amigos, como lo es que siempre hay dos responsables en cada lado de la historia. Yo soy orgullosa, cabezota, competitiva, dejada. inoportuna, un desastre leyendo a la gente y, peor aún, escogiéndola. Me llevó un tiempo darme cuenta de que mi constante interés romántico en gente que me maltratase, o bien física, o bien psicológicamente, era perfectamente trasladable al tipo de influencias negativas que potenciaron durante mucho tiempo lo peor de mí como presuntas amistades.

Por consiguiente, y de manera también perfectamente análoga, siempre me las arreglo para separar de mí a las personas que merecen la pena, tanto en el ámbito amoroso como en el campo de las relaciones "amistosas". Me pregunto por qué y cómo me las arreglo para que siempre sea así; pero tampoco me preocupa demasiado. Hace tiempo, después de mucha pena y más soledad todavía, decidí que no quería ni necesitaba amigos, solo gente con la que salir de vez en cuando si estaba aburrida. La gente se volvió irrelevante para mí, y cada vez que alguien me incomoda o me inoportuna, lo tacho de mi vida. Decidí que, mientras tuviera mi núcleo duro, tendría todo lo que me hace falta para ser feliz, un grupo selecto de personas por las que daría la vida y que sé que darían cualquier cosa por mí. No quería más.

No quiero más.

Esto es solo otra persona que se marcha.

Que te vaya bien. Si algún día necesitas algo, ya sabes... búscate la vida.

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