martes, 12 de junio de 2018

Fun, fun, fun.

La historia de Jessica en la segunda temporada de 13RW me está trayendo muchos recuerdos. Ella fue violada por el mejor amigo de su novio con el consentimiento de éste, una noche en una fiesta, mientras ella estaba borracha y semi inconsciente. Sin embargo, le hicieron creer que había mantenido relaciones sexuales "consentidas" con su pareja; y aunque en su fuero interno sabía la verdad, lo cierto es que Jessica no es capaz de admitir lo que le ha ocurrido.
Violación es una palabra fuerte. Es la clase de cosas que te enseñan que solo ocurre en ambientes peligrosos, como en lugares pobres, escenas retratadas por el cine y la literatura a lo largo de los años como escenas violentas, en las que existe una resistencia activa por parte de la víctima. Parece la clase de cosa que nunca ocurriría a nadie normal, en circunstancias normales. Para eso, nos enseñan desde pequeñas, y ojo, enfatizo el femenino, a tener cuidado con los ambientes en que nos movemos, las horas a las que salimos, la compañía, la ropa y el alcohol. Es duro, porque no he visto a nadie que enseñe a sus hijos a no violar; o que enseñe a las mujeres que, mientras no medie consentimiento, es violación con todas las de la ley. Si estás bajo el efecto de alguna sustancia que altere tus sentidos, es violación. Si no has dicho que sí, aunque tampoco hayas dicho que no, es violación. Si tu pareja te fuerza a tener sexo y a ti no te apetece, por mucho que sea tu pareja, es violación.
Me habría gustado tener más conciencia de lo que implicaba ser forzada. Nadie rompió mi ropa, y yo no grité, no ofrecí resistencia activa, no peleé. Solo le dije que parase, una y otra vez. No lo admití durante mucho, mucho tiempo, y en mi fuero interno (porque en voz alta jamás lo decía), pensaba en aquella tarde como "sexo no consentido". Pero nada de esto evitó que tirase la ropa que llevaba puesta a la basura, que no pudiera mirarme al espejo y ver las marcas de sus dientes y los moratones que dejaron sus manos en mi cuerpo, o que tardase mucho en volver a pensar siquiera en que nadie me tocara. Tampoco he vuelto a ese lugar, y, desde luego, no he sabido nada de él. A estas alturas me pregunto si él sabía que yo no quería... me pregunto si era consciente de que me estaba obligando a ofrecer mi cuerpo, mi dolor y mi inocencia contra mi voluntad. Me pregunto si era consciente de lo que estaba haciendo, a pesar de que yo no hiciera nada para detenerle, salvo gimotear y suplicar.
Ahora siempre tengo miedo de que alguna vez vuelva a ocurrir, y lo único que me tranquiliza es que mi cuerpo, por su forma y aspecto, no es realmente objeto de deseo para nadie. Puedo hablar de ello, o más bien escribir sobre ello, pero eso no significa que no me sienta tensa y asustada cuando estoy en la calle y es de noche, o en todas las ocasiones en que un hombre ha hecho un movimiento indeseado de aproximación a mi cuerpo.
Y ¿quién lo creería? la mayoría solo dirán que tuve relaciones sexuales sin protección, que me asusté y dije una mentira, porque era una cría. Pero así es como funciona el mundo, y ya estoy acostumbrada a guardarme para mí lo que ocurrió.

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