jueves, 11 de septiembre de 2014

That new light.

Creo que me gusta esta nueva luz que ilumina el día.
Blanca, luminosa, dolorosa en su brillante resplandor.
Luz impersonal, luz fría,
como el aire, un calor que se arremolina, débil.
Que lucha, nada, baila con las corrientes más frías,
con ese cielo que es enteramente blanco,
que duele en mis ojos.

Pero me gusta solo porque es nuevo, lo sé.
Me gusta porque no es un dorado hálito,
un suave resplandor que se posa sobre los objetos,
que los hace brillar, cambia sus colores.

Luego, el blanco se endurecerá, con su propia forma,
y el acero sustituirá a la dulce inocencia del verano.
Y será demasiado tarde para admitir que, en realidad, casi me hace sentir triste.
Casi...

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