sábado, 25 de mayo de 2013

Usoba.

Cuando sentí el borde de la cama en la parte de atrás de mis piernas, me dejé caer sobre el colchón y las revueltas sábanas. No debo dejar que nada de lo que me digan me afecte. "Aprende a mentir con naturalidad". Sea quien sea, niñas de trece años o mi ex mejor amiga. No llores. No es cierto. No llores. Ya pasó.
Lágrimas calientes de rabia empañaron mi visión y comenzaron a descender por mis sienes, mezclándose con mi pelo. Apreté los puños y ahogué un gemido, mordiéndome el labio.
El molesto tono de llamada de Line interrumpió mi llanto momentáneamente. Respiré hondo antes de descolgar el teléfono, recorriendo con la mirada el descolorido techo de mi habitación.
-Ey
Diablos, tenía la voz horrorosa, como si me hubiera resfriado.
-¿Qué te ha ocurrido hoy?
su voz actuó como un bálsamo. Mi corazón ralentizó su ritmo, los sollozos disminuyeron de intensidad y pude hablar con claridad.
-Yeobong...tú...¿tú crees...? ¿Tú crees que sea fea? ¿Estoy...gorda?
-Mereces que te cuelgue solo por preguntarme eso.-repuso con voz amenazadora.
Hipé.
-¿Qué más da si eres fea o estás gorda? Eso es según cada persona. ¿Qué más da lo que yo piense, si sabes que me gustas así?
Y a partir de ahí, no pude decir nada coherente.
-¿Quieres que te cante algo?
-S-sssss-ssí...
Oí mucho más ruido de fondo cuando puso el altavoz. Escuché el chirrido de lo que debían ser los muelles de su cama y dos notas sueltas de su guitarra, en las que reconocí el comienzo de una de mis canciones favoritas "So give me a smile".
-"Sonríe, por favor, no estés triste.
¿Estás bien? no llores más...
La canción que canto ahora,
espero que te de algo de consuelo
Sonríe, no sufras
Está bien, aunque el mundo pueda hacerte pasar un mal rato
El tiempo pasará, y lo entenderás todo.
Sonríe, ¿o es que no estoy aquí para ti?
Te quiero, ¿no puedes escucharlo en mi corazón?
No importa lo que los demás digan, yo creo en ti.
Aunque no estemos juntos"
El último rasgueo flotó dulcemente en el espacio que nos separaba, en el tiempo, en la memoria. Dejó el regusto dulce de quien ha llorado mucho y solo quiere dormir.
-Ven a por mí-susurré
Pero las lágrimas no resbalaron de nuevo, por mucho que cada célula de mi cuerpo anhelase su presencia junto a la mía una vez más. Sonreía.
Porque cuando estaba sola, cuando no había nadie en la habitación de al lado que escuchase mi llanto, solo quedabas tú. Renunciando a tantas cosas, por mí.
Y ahora yo te doy mi vida entera. Usoba.

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