Me enamoré de ti cuando y donde menos lo esperaba, con la certeza de quien visita un lugar muy conocido después del fluir tranquilo del tiempo y descubre que aún sabe recorrer sus calles y reconocer sus cuestas.
Recibí tu beso como quien experimenta las esperadas primeras gotas de una tormenta de verano, con alivio e ilusión por lo desconocido, aunque lo haya vivido cien veces.
Te acogí dentro de mí al igual que un hogar recibe la primera visita de una pareja enamorada, floreciendo en cada rincón de mi cuerpo, echando raíces con un amor que se derrama abundante y denso dentro de mí.
Por eso sé que compartiremos desayunos, cama, sueños, esperanza y vida. Con el apetito de dos niños que crecen juntos. Sé que te daré el sí con la calma de haber encontrado mi hogar, en un mundo que por fin gira en la dirección correcta.
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