¿Habría sido yo tan cruel si no hubiera dicho lo que dijo? ¿Le habría gritado hasta dolerme la garganta si no me hubiera roto? ¿Le habría golpeado? No lo sé. Vi la hendidura pálida que la alianza había dejado en el anular de su mano derecha y se me hizo un nudo en el estómago. Quise darle su cierre, el mismo que él no había tenido la decencia de permitirme, pero la bilis me trepó por la garganta y la rabia me cegó cuando me preguntó si aún le quería.
«O es contigo, o no es»
Pues que no sea.
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