domingo, 3 de mayo de 2020

Accomplishment.

"Es difícil romantizar ciertas cosas, da igual lo buen orador o escritor que uno sea." Fue mi reflexión de ayer mientras volvía a casa. Corriendo a buen ritmo, acusando todos los dolores de mi cuerpo menstrual y desentrenado, pensé que difícilmente podría entenderse como atractivo ninguno de los aspectos físicos o espirituales de aquella carrera que, ojo, soy muy consciente de haber elegido y realizado deliberadamente. En algún lugar de mi subconsciente recordaba que me gustaba correr, pero no sabía por qué. Luego pensé que a lo mejor solo me gustaba correr en cinta, que dicen que es más fácil y cómodo que en terreno real, con sus fiestas y desniveles; en la fresca comodidad de mi gimnasio, con agua y una toalla para el sudor. A lo mejor era demasiado sibarita para el calor y los mosquitos, me dije.

A punto estaba de relajar el ritmo hasta un paso de marcha rápida cuando, enfilando una calle, una de esas canciones perfectas para el momento perfecto me golpeó los tímpanos de pronto y, sin darme cuenta, aceleré de nuevo. El dolor en mis pulmones y mis piernas se convirtió en ardor y potencial concentrado y me llené de un subidón tremendo de endorfinas... O adrenalina, no sé. En ese momento, con el viento en la cara y el día muriendo a mis espaldas, me pareció una sensación muy adictiva.
Terminé corriendo en un sprint brutal todo lo rápido que me permitieron las piernas, dejando atrás un montón de días de inseguridades, mi autopercepción física y emocional de mierda, las dudas, la añoranza y la pena por Helio, la sensación de culpabilidad constante, la necesidad de martirizar y castigar mi cuerpo en un vértice de hambre, la soledad, el aburrimiento, el insomnio y la desgana. Todo, todo, se me olvidó por un momento y solamente quedó "Go", de Maduk, tan fuerte como fuera posible en mis oídos, y la libertad, la euforia, la satisfacción.
Sentí que, por fin, había perdonado a una parte de mí. Ya es un paso

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