martes, 3 de enero de 2017

Confesiones de una máscara.

En momentos como este me siento muy niña, muy vieja, muy cansada y muy vulnerable. Llegados a este punto, no me apetece pensar siquiera; y mucho menos entrar en consideraciones filosóficas sobre el modo en que vivo mi vida, el modo en que funciona mi mente.
Escribir no es huir, da igual cómo lo piense. Es liberarme, comprenderme y deconstruirme, y si las palabras son una suerte de maquillaje de la verdad, entonces yo seré una artista de los polvos y las pinturas, pues no concibo mi vida sin mi escritura interna, sin mi pensamiento constante. Sin esto que yo conozco, me invade la desesperación de que nada tiene sentido ni razón de ser, nada de lo que he hecho ni nada de lo que haré, y no habrá pues forma de entender la realidad, y todo esto no es más que una mentira y no puedo dormir porque me siento sola y no puedo parar estas lágrimas que arden y no me dejan respirar.

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