miércoles, 28 de octubre de 2015

El Nuevo Testamento.

Mientras me planteaba cómo escribir esta entrada, diferentes comentarios vinieron a mi cabeza, la mayoría de ellos muy hirientes. Y es que hoy, miércoles 28 de octubre, al entrar en la facultad un señor ha intentado regalarme un ejemplar bilingüe (¡qué moderno!) del nuevo testamento. Instantáneamente repelida, he sonreído haciendo un gesto negativo con la cabeza y con la mano.
Cuando subí a la clase, muchos de mis compañeros tenían en sus manos el ejemplar de tapas blandas y azules. Algunos ni siquiera sabían por qué había ido a parar a sus manos. Otros divagaban, filosofando sobre pros, contras, barbalidades y bondades de las religiones. Muchos bromeaban sobre su utilidad como papel de fumar o como pira para una buena fogata.
Y yo planteándome el tiempo, el dinero y los recursos que se habrán gastado en esos librillos para que un puñado de adolescentes (o jóvenes adultos, si lo preferimos así) los almacenen, con suerte, en la balda más alejada de la estantería.
Más tarde, mientras caminábamos por la calle, una parte de mí se preguntó si no era una cosa horrible regalar un texto religioso delante de una universidad pública. Por la calle, más personas sostenían el Nuevo Testamento en sus manos. Algunos eran niños, que, a diferencia de nosotros (relativamente formados en lo que al aspecto ideológico/religioso se refiere) no pueden discernir.
No es la primera vez que veo que se regalan biblias en institutos, colegios, universidades o en la boca del metro. El día que fui a hacer selectividad, un hombre me persiguió para que me quedara con el anticuado librillo en edición de bolsillo hasta que le dije, ya con una sonrisa forzada "yo no creo en Dios", y entonces me miró con desprecio.
Así que:
Punto número uno: No les entreguéis biblias a los niños (mayormente porque no las van a leer). No les forcéis a hacer la comunión cuando tienen nueve años. Por favor, esperad a que sean mayores y puedan decidir en qué creen y qué quieren hacer con esas creencias.
Punto número dos: Si yo tengo que respetar las creencias de las demás personas, ¿por qué no pueden los religiosos aceptar que yo no tenga las mismas? exijo la misma deferencia para con mis ideas y para con las de todos aquellos que sean ateos, agnósticos o simplemente tengan fe en otro tipo de religiones/creencias/teorías o como queramos llamarlo.
Punto número tres: EDUCACIÓN LAICA. De lo contrario es adoctrinamiento.

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