Mi padre está viendo las fotos y vídeos de nuestras vacaciones. Otra vez. Yo, sencillamente, no puedo; todo tiempo pasado fue mejor en algunos sentidos y peor en otros, pero recordar los momentos felices escuece tanto o más que los tristes.
A veces pienso en la vida de mi padre y duele. ¿Cómo debe ser privarte de todo por otras personas? ¿cómo debe ser estar solo y tragarte todos tus sentimientos? ¿y carecer de motivación y aspiraciones? ¿cómo se siente una persona que ya no tiene ilusión por nada? ¿y sentir que todos los días de tu vida son exactamente iguales?
jueves, 29 de diciembre de 2016
lunes, 26 de diciembre de 2016
Bienvenidos a mi sitio, a mi locura.
No puedo dormir. Son las 3 y 11 minutos y aquí hay una verdad esencial: no puedo dormir. ¿Cuántas cosas encierra una frase tan simple? En esas tres palabras se esconde el agobio de lo poco que me queda por descansar, y no solo por dormir. Son esas preciosas horas en que no tengo que escuchar a mi propia mente, fingir alguna emoción o hacer algo en concreto. En que no puedo dormir se encierran preocupaciones de mayor a menor grado de tontuna, y ese recoveco negro que me da miedo, y la pesadilla que tuve anoche.
Los párpados ni siquiera pesan, y recorro la silueta que dibula la luz de la luna en la superficie perlada del armario, un diseño de cruces y recuadros alargados de un color extraño, indefinido. Y esta voz mental, mi narración que no cesa, que no calla, y cuando se cansa de repasar por enésima vez en mis noches en blanco esta habitación se vuelve hacia mí, mis defectos, mis recuerdos, y repasa cada detalle de cada error que he cometido en los últimos años, los organiza y analiza por formas y colores, por temas y por gravedad. Así, al final, un amanecer vago y agotado me sorprende en medio de una pesadilla tardía de ojos abiertos, dentro de mi propia mente consciente.
Los párpados ni siquiera pesan, y recorro la silueta que dibula la luz de la luna en la superficie perlada del armario, un diseño de cruces y recuadros alargados de un color extraño, indefinido. Y esta voz mental, mi narración que no cesa, que no calla, y cuando se cansa de repasar por enésima vez en mis noches en blanco esta habitación se vuelve hacia mí, mis defectos, mis recuerdos, y repasa cada detalle de cada error que he cometido en los últimos años, los organiza y analiza por formas y colores, por temas y por gravedad. Así, al final, un amanecer vago y agotado me sorprende en medio de una pesadilla tardía de ojos abiertos, dentro de mi propia mente consciente.
viernes, 23 de diciembre de 2016
Jingle bells, Jingle bells, jingle all the way!
Estoy harta de extrañar siempre a alguien en nochebuena.
Intento aferrarme a las festividades navideñas, dada mi natural inclinación hacia el frío y la oscuridad pero, ¿a quién quiero engañar? Busco el sol como un caracol en primavera, lampo por días largos y colores luminosos. Creo que lo que me gusta del invierno es abrazar, acurrucarme en busca de calor, celebrar que estoy con los míos y hacer regalos. Y sin embargo, no puedo negarlo, el invierno no es lo mío; demasiados momentos tristes tiñendo mis recuerdos, sin luz a la que aferrarme.
Estoy cansada de tener que echar a alguien en falta. Y no pido mucho, solo a mis pequeñas cinco personitas (ahora seis) a mi lado, solamente una noche al año. Estoy enfadada y harta por cada vez que me dicen que estas son las cartas que me han tocado en la vida, por no poder lanzar la baraja por los aires y vivir a mi modo, a mi ritmo. Y por cada nuevo drama, eso también.
No es justo. ¡No es justo!
Intento aferrarme a las festividades navideñas, dada mi natural inclinación hacia el frío y la oscuridad pero, ¿a quién quiero engañar? Busco el sol como un caracol en primavera, lampo por días largos y colores luminosos. Creo que lo que me gusta del invierno es abrazar, acurrucarme en busca de calor, celebrar que estoy con los míos y hacer regalos. Y sin embargo, no puedo negarlo, el invierno no es lo mío; demasiados momentos tristes tiñendo mis recuerdos, sin luz a la que aferrarme.
Estoy cansada de tener que echar a alguien en falta. Y no pido mucho, solo a mis pequeñas cinco personitas (ahora seis) a mi lado, solamente una noche al año. Estoy enfadada y harta por cada vez que me dicen que estas son las cartas que me han tocado en la vida, por no poder lanzar la baraja por los aires y vivir a mi modo, a mi ritmo. Y por cada nuevo drama, eso también.
No es justo. ¡No es justo!
martes, 13 de diciembre de 2016
Primeras veces.
A pesar del chorro de aire caliente que escupe el calentador de baño, la piel se me pone de gallina cuando metro los pulgares en la cinturilla de los leggins deportivos y tiro de ellos hacia abajo, realizándolos por mis piernas. Los doblo de mala forma y los lanzo sobre la encimera para echarlos a lavar.
Ahora llega la parte dura; le doy la espalda al espejo y me quito la camiseta y el apretadísimo top de ejercicio, y sin soltarlos sujeto contra mi pecho la toalla.
De forma incoherente, pienso en cómo Ale me dijo el otro día que, en realidad, nunca había tocado a nadie como a mí y me siento secretamente aliviada y feliz. En ese momento estuve tentada de decirle que, a pesar de todo, él ha sido el primero en verme desnuda. La primera vez, cuando decidí quitarme la camiseta, sentí el miedo agazapado en el pecho y procuré no mirarme el cuerpo. Me pregunto cómo se sentiría si lo supiera.
Tampoco he dejado que nadie me toque el vientre desnudo, jamás. Sonrío para mis adentros pensando en sus besos suaves, cierro el grifo y retuerzo mi cabello pars eliminsr el exceso de agua. Gotas de agua brillan sobre mi piel cubierta de aceite corporal, me llega vagamente el aroma almizclado de la misma. Luego me seco, disfrutando de la sensación sedosa, y me visto. Solo cuando estoy cubierta, me aproximo al espejo para alisar los rizos rebeldes y enredados que colman mi cabeza.
De fondo, suena "R U Mine"
miércoles, 7 de diciembre de 2016
Party party hard.
Esto es un... ¿club?
Miro a mi alrededor, un poco cohibida por las luces purpúreas y la música pulsante que mueve a una marea de cuerpos. La masa de carne está envuelta en un humo denso, casi una neblina. Esta no es la clase de sitio que me gustan, para nada.
Ah, pero Ale está a mi lado. Mi roca, mi salvación. Me acerco ligeramente y me aferro a la manga de su chaqueta a la altura del codo en un gesto automático. Cielo santo, está muy guapo en traje... y mientras me pierdo en este pensamiento, esboza una mueca incómoda y creo, con alivio, que está a punto de pedirme que nos marchemos; pero no es así. Molesto, agita su brazo hasta que le suelto, pero ni siquiera me mira.
Oh.
Insegura y herida, busco aquello que retiene su atención. Está mirando a una chica menuda y bajita, de aspecto casi aniñado de no ser por la ropa demasiado reveladora que lleva: unos pantalones indecendemente cortos de ajustado satén y un crop top de lentejuelas plateadas. Su piel, demasiado pálida, reluce con sutileza.
- Por aquí, caballero.
Ella le dedica una sonrisa de labios llenos y hoyuelos encantadora, y de paso, un coqueto parpadeo. Sus pestañas como plumeros descienden sobre sus ojos, de un penetrante azul verdoso.
Esa chica tan guapa está ligando con mi novio.
Él solo le presta atención a ella.
Por alguna razón me quedo allí, plantada, mientras él sigue a la señorita mini-shorts de satén, que agita su lacio cabello castaño en todas direcciones.
En algún momento, ella resurge de la neblina.
-Tú... sígueme.- dice. Su sonrisa se ha disuelto en el humo.
Vacilante, acompaño a una chica hacia una sala vacía, impregnada de un silencio hueco.
-Ahora, más vale que pienses un poco.- su voz suena burlona. Se marcha entre airados taconeos.
Delante de mí hay un solo espejo de cuerpo entero, y me miro en él. Con un rictus de pena y sorpresa, observo mi anatomía, los vaqueros viejos, la sudadera gris de decathlon con la que duermo, las converse rotas. El pelo, largo y descuidado, recogido de mala forma en una coleta sin gracia, y en mi cara blanca y sosa solo destacan dos grandes ojeras y algunas heridas y marcas de uña en mi mandíbula. Me pongo los ojos en blanco a mí misma, pero la aburrida imagen del espejo no cambia. Instintivamente, entiendo lo que la chica morena quería decirme, y me dirijo corriendo hacia la puerta para encontrarla firmemente cerrada con llave. Golpeo la madera y grito sin resultado todos los nombres que conozco, al otro lado, el murmullo quedo de la fiesta continúa ajeno a mi angustia.
- ¡Ale! ¡¡Ale!!
Y le oigo reírse a lo lejos, y también a la encantadora muchacha.
Entonces, con un respingo, me despierto. Aún es de noche.
Miro a mi alrededor, un poco cohibida por las luces purpúreas y la música pulsante que mueve a una marea de cuerpos. La masa de carne está envuelta en un humo denso, casi una neblina. Esta no es la clase de sitio que me gustan, para nada.
Ah, pero Ale está a mi lado. Mi roca, mi salvación. Me acerco ligeramente y me aferro a la manga de su chaqueta a la altura del codo en un gesto automático. Cielo santo, está muy guapo en traje... y mientras me pierdo en este pensamiento, esboza una mueca incómoda y creo, con alivio, que está a punto de pedirme que nos marchemos; pero no es así. Molesto, agita su brazo hasta que le suelto, pero ni siquiera me mira.
Oh.
Insegura y herida, busco aquello que retiene su atención. Está mirando a una chica menuda y bajita, de aspecto casi aniñado de no ser por la ropa demasiado reveladora que lleva: unos pantalones indecendemente cortos de ajustado satén y un crop top de lentejuelas plateadas. Su piel, demasiado pálida, reluce con sutileza.
- Por aquí, caballero.
Ella le dedica una sonrisa de labios llenos y hoyuelos encantadora, y de paso, un coqueto parpadeo. Sus pestañas como plumeros descienden sobre sus ojos, de un penetrante azul verdoso.
Esa chica tan guapa está ligando con mi novio.
Él solo le presta atención a ella.
Por alguna razón me quedo allí, plantada, mientras él sigue a la señorita mini-shorts de satén, que agita su lacio cabello castaño en todas direcciones.
En algún momento, ella resurge de la neblina.
-Tú... sígueme.- dice. Su sonrisa se ha disuelto en el humo.
Vacilante, acompaño a una chica hacia una sala vacía, impregnada de un silencio hueco.
-Ahora, más vale que pienses un poco.- su voz suena burlona. Se marcha entre airados taconeos.
Delante de mí hay un solo espejo de cuerpo entero, y me miro en él. Con un rictus de pena y sorpresa, observo mi anatomía, los vaqueros viejos, la sudadera gris de decathlon con la que duermo, las converse rotas. El pelo, largo y descuidado, recogido de mala forma en una coleta sin gracia, y en mi cara blanca y sosa solo destacan dos grandes ojeras y algunas heridas y marcas de uña en mi mandíbula. Me pongo los ojos en blanco a mí misma, pero la aburrida imagen del espejo no cambia. Instintivamente, entiendo lo que la chica morena quería decirme, y me dirijo corriendo hacia la puerta para encontrarla firmemente cerrada con llave. Golpeo la madera y grito sin resultado todos los nombres que conozco, al otro lado, el murmullo quedo de la fiesta continúa ajeno a mi angustia.
- ¡Ale! ¡¡Ale!!
Y le oigo reírse a lo lejos, y también a la encantadora muchacha.
Entonces, con un respingo, me despierto. Aún es de noche.
lunes, 5 de diciembre de 2016
Moar nightmares, moar stuff.
No esperaba despertarme, y jadeé sorprendida. La pesadilla había sido asombrosamente real y creíble. Unos segundos antes estaba en la universidad, sometida al frío cortante de un día de invierno a la intemperie, delante de un muy resuelto novio mío que me decía... bueno, la verdad es que no quiero recordar sus palabras siquiera.
Un aluvión de imágenes borrosas y superpuestas inundó mi mente cuando sentí mi corazón intacto, latiendo con vitalidad y fuerza. Nadie lo había roto. Al contrario que con la mayoría de sueños, la crisis empezó después de procesar las crueles y lejanas palabras, sin duda sacadas de novelas y series para hacerme daño; era todo tan perfectamente posible que un sollozo me serró el pecho tratando de desenredarse de mis dientes temblorosos y mis labios húmedos. Lágrimas totalmente infantiles e irracionales me abrasaron los ojos y luché por serenarme.
Aún quedaban tres o cuatro horas para que tuviera que marcharme a clase, así que aproveché para pensar un poco y vi el amanecer. El día trajo estabilidad y ya apenas recordaba el sueño, con la mente llena de negociaciones y Mishima y verbos tramposos y becas de movilidad y demás ajetreos del día a día.
Feminismo
Ser feminista es una de las cosas más agotadoras que me ha pasado jamás, y no es difícil adivinar por qué. Ser feminista es ser atacada por todos lados, especialmente en las redes, donde lo único más difícil que respetar una opinión ajena es aceptar que la propia no debe ser impuesta.
Hasta ahora he oído muchas versiones. Que esto es el feminismo 3.0 y que no tiene sentido. Que es un movimiento exclusivo. Que los hombres no pueden formar parte de él. Que los hombres son aliados. Que los hombres no pueden ser feministas. Que el feminismo es hembrismo y por tanto debemos perseguir la igualdad, que los casos de hembrismo son como los de machismo...; Al final, en el feminismo se habla más de hombres que de mujeres, ¿no es irónico?
Como si no me bastase con el día a día, con cada burrada que me han dicho por la calle, cada vez que me han seguido, las veces que me han metido mano, para que ahora vengan un puñado de imbéciles a decirme que como soy fea y estoy gorda (midiendo mi valor como persona exclusivamente por mi aspecto, cómo no) todo eso es mentira... o incluso que debería estar agradecida de recibir semejante atención. Atención desde que era pequeña y me escribían mediante redes sociales para pedirme fotos eróticas, desde la primera vez que un tipo me llamó guarra por no querer liarme con él.
Como si no fuera bastante con cada vez que se me presuponen cosas por ser mujer, como que tengo que fregar y limpiar, saber cocinar, ser buena esposa y madre, delicada, femenina, arreglada, guapa, natural, modesta, ni demasiado buscona ni demasiado recatada, omnipresente, silenciosa, eficaz y multitarea.
Como si no me bastara con saber que no me respetarán, que difícilmente accederé a un puesto directivo, que mi valor está en mi juventud y mi cuerpo, que si quiero ser trabajadora no puedo ser madre, que voy a cobrar menos, que tendré que callarme mucho y tragar más, y esforzarme el doble que cualquiera.
Como si no fuera bastante terrible que esto ocurriera, tengo que vivir con la consciencia de que existen muchas más como yo en todo el mundo luchando por un trabajo digno, un sueldo digno, por sobrevivir a la violencia que ejercen sobre ellas sus parejas, sus amigos, sus familias; luchando porque no las vejen, golpeen, violen y maten, porque no practiquen la ablación en ellas, porque no las vendan, porque no cubran sus cuerpos y acallen sus mentes.
Ser feminista es muy agotador, cansino. Llegado un momento, el mundo parece una algarabía de gente gritando, pidiendo, reivindicando, insultando y mofándose; y entre voces intentas explicar que no tiene por qué ser así, que es importante luchar unidos y no atacarnos de este modo. Que aún queda mucho por conseguir y la libertad que buscamos no se basa solo en vestir como queramos y salir sin depilar. Estoy harta de ser feminista.
Porque lo peor es que, encima de todo, la culpa es nuestra y debemos sentirnos agradecidas. Faltaba más.
¡Hombre, ya!
viernes, 2 de diciembre de 2016
Sueños de una islita-tostadora.
Lucho contra mis párpados, pero pesan demasiado. Me sumo en una inconsciencia intranquila, sintiendo cómo la pesadilla sin forma se alza y me aplasta. Mis sueños ya no tienen una forma concreta casi nunca, pero eso no evita que se me acelere la respiración y se me empape el cuerpo en sudor frío. Soy parcialmente consciente de mi propio cuerpo, el corazón me late desenfrenado en la garganta y me siento como si me estuviera ahogando, como si un peso enorme se hubiera instalado en mi pecho y no pudiera respirar. Trato de regresar a la consciencia con toda mi fuerza, cada músculo de mi cuerpo tenso mientras busco la conexión entre mi mente y mis extremidades. Me siento yo, pero estoy en una dimensión nueva, esperando a que un nuevo horror tome forma y me persiga, lo veo venir.
- ¡Ah!
Un jadeo brusco se abre paso entre mis dientes y dispara una catarata de respiraciones entrecortadas. Me incorporo sacudiendo la cabeza, aliviada de la penumbra caliente de mi habitación, salpicada de puntos de luz: el botón rojo del calentador, el resplandor apagado de las luces de la calle iluminando las vetas blancas y grises de la madera del armario.
Me vuelvo a desplomar sobre la almohada, tratando de calmarme. Pateo el edredón y remango las perneras del pantalón y el bajo de mi camiseta, revelando los contornos de los músculos de mis gemelos y el valle pálido de mi vientre. Cierro los ojos, con la sensación laxa que se tiene después de hacer un ejercicio muy intenso. Apenas he descansado y estoy agotada.
No sé en qué momento me he vuelto a quedar dormida, pero este paisaje me es familiar de una forma vaga y lejana. Parece mi propia interpretación de mis recuerdos de la playa de las Canteras y casi siento el impulso de reír mientras me pierdo en la belleza de la silueta de las montañas sobre los colores cambiantes del océano manchado de arrecifes. En mi idilio hace bastante calor, supongo que como respuesta al calefactor en mi habitación, y me encuentro tirando de los extremos de mis vaqueros y doblándolos como si fueran unos pantalones pesqueros. Mi jersey ya está lejos y el calor me calienta la piel. Siento una presencia a mi lado antes de oírla.
- Hola.- se me forma una gran sonrisa como respuesta al tono musical de su saludo.
- Hacía mucho que no pensaba en este lugar.- murmuro, admirada, extendiendo mis blancos antebrazos al sol. Eddie me imita, sonriendo con sorna ante el contraste de mi piel nívea con su perenne bronceado tropical.
- Apuesto a que lo has echado de menos.
- No sabes cuánto.- Se me escapa una carcajada.- Vale, tú no sabes lo que es eso, pero recuerda que donde yo vivo hace frío a veces. Además, puedo oír la lluvia...
- Quédate un rato en mi islita-tostadora.
Una blanca sonrisa se extiende por su cara morena y una imagen acude a mi mente, la de un sol asomándose entre un manto gris de nubes de tormenta, llenando de color el mundo. Ahora recuerdo por qué convertí a Eddie en mi sol particular, siempre despejando la pena y la duda con su optimismo natural.
- Eso no depende de mí, al fin y al cabo, esto es solo un sueño.
-"Claro que está ocurriendo solo en tu cabeza, pero, ¿por qué iba a significar eso que no es real?"
Mi mejor amigo cita a Albus Dumbledore con una ancha sonrisa de nuevo un poco burlona. Pongo los ojos en blanco, está claro que he estado leyendo demasiado.
- Vale, vale, touché. - suspiro, aunque me estoy divirtiendo.- Creo que debería irme.
- Pero han pasado solo unos minutos, fresita.
- Quizá para ti, que solo eres un sueño.- meneo la cabeza.-, pero mi despertador está sonando y yo me estoy despertando.
Mientras hablo, me pongo en pie y me sacudo la arena de los pantalones. No estoy segura de a dónde debo ir, así que vacilo. Me gusta este lugar cálido y luminoso, y eso es impropio de mí, que siempre me he sentido más cómoda en la lluvia, las sombras y el frío.
Mi sol esboza otra relampagueante sonrisa, otro luminoso amanecer, y yo me siento de pronto agradecida de que nuestra relación haya derivado en esta amistad simple, segura, sencilla y natural como una respiración. Me sorprende pensar y citar a Bella Swan mientras duermo, teniendo en cuenta lo poco que simpatizo con el personaje.
- Puedes volver siempre que quieras, fresita.- me aseguró.
Responderle exige un esfuerzo de concentración tremendo. El estridente pitido se cuela en la escena y me siento arrancada de mi inconsciencia...
- Gracias.- mi voz suena ahora real, pastosa, contra la oscuridad caliente de mi dormitorio. El despertador ahoga el zumbido monocorde de mi gruñido de protesta, solo quiero seguir durmiendo.
lunes, 28 de noviembre de 2016
Tea for everyone.
El baño lleno de vaho, húmedo y caliente. Se me escapa un suspiro: como siempre que voy a verle, estoy un poco nerviosa. La ducha ha servido para relajar mis músculos y calmar un poco mi corazón acelerado, pero se ha acabado demasiado pronto, y ahora estoy mirando la encimera de mármol con el ceño fruncido. Tengo la piel limpia, seca y suave, y el cabello se me adhiere al cráneo como una lustrosa capa de satén negro, brillando bajo los focos del baño. Sobre el lavabo están desplegadas todas mis paletas de sombra de ojos, colorete, todos mis lápices, todos mis pintalabios y glosses. Aún no he decidido qué voy a hacer con mi cara, o mi pelo, o mi ropa, y un agudo retortijón de nervios me oprime el estómago.
Me llevo las manos a la piel suave y cálida del vientre, sorprendida. Hacía tiempo que no me ponía tan nerviosa antes de verle...; pienso con una sonrisa distraída en nuestra primera cita, con las entrañas bailándome la conga por dentro, toda sonrojada, con el corazón obstruyendo mi garganta y ahogando mis palabras temblorosas. Me sentía como instantes antes de un gran examen, y en parte lo era... era uno de esos momentos que sabía que me iban a cambiar el futuro, para bien o para mal.
Aquel día me vi en esta misma tesitura. Contemplé miles de tonos iguales durante más de diez minutos, y luego me miré al espejo. El maquillaje destacaba como un manchurrón en un Goya, algo totalmente fuera de lugar en mi cara morena, y el pelo no se me ajustaba a los pesados rizos que había tratado de emular con mi rizador. Cogí desmaquillante y me deshice de toda aquella mentira. cualquier otra chica habría estado deslumbrante ante una cita con su crush, pero yo quería que me viera tal y como soy, aunque estuviera morena y se me vieran las pecas sobre el puente de la nariz, con el pelo requemado de cloro y sol, con cada marca en la piel. Solo entonces podría asegurarme de gustarle tal y como soy.
Creo que fue entonces cuando supe que iba en serio. De tratarse de cualquier otro, me habría importado un comino pero en ese momento me di cuenta de que quería gustarle y mi estómago se cerró del todo. En este momento, al contrario que aquella noche de hace medio año, quiero verme deslumbrante pero, al igual que aquel día, tengo poco con lo que trabajar para sorprender. Ale conoce ya prácticamente toda mi ropa, y no sé cómo superar mi melena larga y lisa con esta maraña de rizos cortos sin control, ni cómo hacer que mis ojos parezcan más grandes y bonitos y mis labios más carnosos. En momentos como este, mis inseguridades me aplastan y lucho por estar a la altura.
Como hice entonces, me miro al espejo, toda pálida y algo ojerosa, los tirabuzones se me están empezando a rebelar contra el peinado impuesto por mi rígido cepillo de púas. Y de nuevo los mismos nervios, y un centenar de imágenes mentales cuidadosamente almacenadas de su sonrisa malvada, su sonrisa dulce, sus ojos dorados, brillantes, su expresión cuando dice que me quiere, su expresión cuando me hace cosquillas, esas miradas que a veces parecen prenderme fuego, su rostro concentrado, dormido, risueño...
Las mariposas me golpean el estómago como el primer día y se me seca la boca.
Las mariposas me golpean el estómago como el primer día y se me seca la boca.
jueves, 24 de noviembre de 2016
Heartbeat and ignorance.
Ha pasado delante de mí y ni siquiera se ha dado cuenta de quién era yo. Irritada, he sido incapaz de moverme mientras le miraba entrar en la tienda subiéndose las gafas y apartando el flequillo de los ojos. Parecía más pequeño, enterrado en ropa de abrigo, pero no había duda de que era él.
Estaba tan cerca que he sentido su cuerpo desplazando el aire frío. Tan cerca, que juraría que le he olido. Se me ha parado el corazón y he sentido una oleada de pánico en la boca del estómago, y luego ha reemprendido su marcha a toda velocidad. Tomando aire bruscamente, me ha invadido un intenso mareo.
Enfadada, nostálgica, asustada, esperanzada. He sentido un montón de cosas, y lo peor es que soy la única que las ha sentido. Como siempre que estoy contrariada por un sentimiento desagradable o malo, he enterrado la cabeza en mi bufanda y me he concentrado en pensar en Ale, mi pequeño y precioso bae, mi amuleto, y en concreto la dulce sensación de acurrucarme en sus brazos cuando estoy cansada y dejar que me abrace y me sostenga en su calidez cómoda y suave, envolvente, escuchando solo la cadencia regular de sus latidos contra un lado de mi rostro. Por un momento me encuentro transportada por mi propia imaginación hacia el lugar soñado.
Mi cabeza guardó silencio, y mi corazón tartamudeó hasta recuperar su ritmo normal. Cuando he abierto los ojos y mirado alrededor, ya no había nadie. Estaba sola en medio de la calle.
lunes, 21 de noviembre de 2016
Scream my pain.
Piel tensa, brillante, caliente y rojiza. Bordes inflamados, antinaturales; lágimas brillantes resbalando.
La sangre brota, está corriendo, es negra y lo empapa todo.
No mires, no mires, no mires.
Pero lo hago, inevitsblemente miro. Valles rosados, montículos brillantes y húmedos, vestigios de un río de sangre, profundos socavones y más grietas color rubí.
La sangre brota, está corriendo, es negra y lo empapa todo.
No mires, no mires, no mires.
Pero lo hago, inevitsblemente miro. Valles rosados, montículos brillantes y húmedos, vestigios de un río de sangre, profundos socavones y más grietas color rubí.
domingo, 20 de noviembre de 2016
Fading away.
En mi sueño, estoy caminando por las afueras de la ciudad. Me duelen las manos de frío, y un vaho impreciso se disipa con cada una de mis respiraciones. Las nubes bajas se asientan en una neblina gris que se come el color de todo cuanto me rodea.
El sol se está poniendo, escupiendo un intenso resplandor naranja que tiñe las nubes bajas de colores de fantasía, amarillos y rosados que se funden en tenues tonos purpúreos.
No quiero que se oculte el sol, pero los altos edificios ya se interponen entre su calidez y yo. La oscuridad se cierne sobre las plantas, los vehículos, las personas, y todo tiene menos vida que antes. Instintivamente, acelero el paso persiguiendo la luz; no pasa mucho antes de que empiece a correr, pero cuanto más resoplo, ansiando ese calor, más rápidamente se desvanece la alegría de la escena. El frío se intensifica hasta lo imposible y me encuentro tiritando, aterida y perdida en la negrura.
Y me despierto.
El sol se está poniendo, escupiendo un intenso resplandor naranja que tiñe las nubes bajas de colores de fantasía, amarillos y rosados que se funden en tenues tonos purpúreos.
No quiero que se oculte el sol, pero los altos edificios ya se interponen entre su calidez y yo. La oscuridad se cierne sobre las plantas, los vehículos, las personas, y todo tiene menos vida que antes. Instintivamente, acelero el paso persiguiendo la luz; no pasa mucho antes de que empiece a correr, pero cuanto más resoplo, ansiando ese calor, más rápidamente se desvanece la alegría de la escena. El frío se intensifica hasta lo imposible y me encuentro tiritando, aterida y perdida en la negrura.
Y me despierto.
martes, 15 de noviembre de 2016
Golden touch
Anoche tuve un sueño muy dulce, muy cálido. La escena estaba teñida de colores pardos, rojizos, terrosos y pasteles, y el aire parecía brillar con la densidad pálida inusual del sol colándose por entre los visillos de una habitación tipo suite. A pesar de que en los sueños no se puede sentir, mi cuerpo me dijo que fuera de mi nido de plumas, almohadones, edredones y Ale, hacía frío. No sé si sería su olor, o sus brazos a mi alrededor evocando recuerdos reales igualmente dulces, pero sentí una paz y una felicidad muy intensas.
- Estás despierta.
Baja sus ojos, más dorados que de costumbre, hacia mí.
- No, esto es un sueño.- sonrío, pero la cara me sale triste. Sé que tengo que despertarme, aunque no hace mucho que me he dormido, y enfrentarme a la realidad sangrante.
- Aún no es la hora, quédate conmigo un poco más. Luego, cuando despiertes, podremos vernos de verdad.
Alza la mano desde mi hombro hacia mi mejilla, y yo presiono mi rostro contra su caricia suave. De alguna manera, pienso que es una pena que Ale no pueda recordar esto cuando me despierte, no sé siquiera si yo lo recordaré, pero entonces pienso en que puedo escribirlo si vuelve a mi memoria en algún momento del día; como acaba de hacerlo, de hecho.
Estoy saliendo y entrando en la inconsciencia, si me esfuerzo, puedo despertar y sentir la colcha fría que no abriga bastante y la inmensa soledad de mi cama. Me gusta más este sitio en que se mezclan la imaginación y el sueño, este dulce momento que puedo dirigir a mi antojo. Pero no puedo controlarlo todo, y mi precioso bae, más soñado que imaginado, cierra los ojos con un suspiro.
- Creo que estoy oyendo tu despertador.
- Bueno, iré a la habitación a apagarlo y volveré.
- No pasa nada, no quiero que llegues tarde. Recuerda que te estoy esperando.
Connections, de Feint, me saca abruptamente de mi maravillosa experiencia onírica, dudo que pueda volver a dormir aunque lo apague. De todas formas, Ale tiene razón... mi bae me está esperando.
- Estás despierta.
Baja sus ojos, más dorados que de costumbre, hacia mí.
- No, esto es un sueño.- sonrío, pero la cara me sale triste. Sé que tengo que despertarme, aunque no hace mucho que me he dormido, y enfrentarme a la realidad sangrante.
- Aún no es la hora, quédate conmigo un poco más. Luego, cuando despiertes, podremos vernos de verdad.
Alza la mano desde mi hombro hacia mi mejilla, y yo presiono mi rostro contra su caricia suave. De alguna manera, pienso que es una pena que Ale no pueda recordar esto cuando me despierte, no sé siquiera si yo lo recordaré, pero entonces pienso en que puedo escribirlo si vuelve a mi memoria en algún momento del día; como acaba de hacerlo, de hecho.
Estoy saliendo y entrando en la inconsciencia, si me esfuerzo, puedo despertar y sentir la colcha fría que no abriga bastante y la inmensa soledad de mi cama. Me gusta más este sitio en que se mezclan la imaginación y el sueño, este dulce momento que puedo dirigir a mi antojo. Pero no puedo controlarlo todo, y mi precioso bae, más soñado que imaginado, cierra los ojos con un suspiro.
- Creo que estoy oyendo tu despertador.
- Bueno, iré a la habitación a apagarlo y volveré.
- No pasa nada, no quiero que llegues tarde. Recuerda que te estoy esperando.
Connections, de Feint, me saca abruptamente de mi maravillosa experiencia onírica, dudo que pueda volver a dormir aunque lo apague. De todas formas, Ale tiene razón... mi bae me está esperando.
viernes, 11 de noviembre de 2016
Drama queen.
Mi familia es una drama queen, y como no podía faltar por estas fechas, se siente el drama navideño coming soon. Todos evitan el tema y lo rodean como a un animal herido, sin saber cómo aproximarse. La tensión seguirá creciendo y sooner or later explotará.
Ojalá hubiera una forma de complacer a todo el mundo. Por un lado, sé que mi abuela se siente muy feliz y optimista de que las relaciones entre sus hijos se hayan relajado y está deseando que celebremos la noche de fin de año todos juntos de nuevo. "¿Por qué?" gimo en mi fuero interno. La perspectiva de pasar las fiestas otro año más rodeada de personas con las que no me siento cómoda me llena de una inconmensurable... pereza.
Creo que mamá no ha manifestado su opinión todavía, pero parece que en principio se siente favorablemente inclinada hacia la proposición. Sé que mi hermana se adaptará al plan que se forme si es que no se adjudica a otra celebración, como la de la familia de mi cuñado. Una punzada de envidia me acompaña. Ojalá hubiera alguien que me salvara de ese día...
Mi padre no parece muy dispuesto a ceder y pasar la víspera del nuevo año con la familia de mi madre. ¿Por qué no puede alguien claudicar y tomar una decisión pronto? No quiero tener que ser yo quien decida quedarse o apartarse. Ya he pasado demasiadas navidades lejos de los míos por imposición y no me apetece hacerlo de nuevo voluntariamente.
Ya tengo mucho en qué pensar para que se sume la misma estupidez de todos los años.
jueves, 10 de noviembre de 2016
Owl
Despierta de madrugada, como de costumbre, pienso. Me gusta esa noche dulce y quieta en que todo el mundo duerme, sueña y se abraza cuando hace frío. Me gustan las noches invernales porque el cielo es de un azul más profundo y la luna parece de plata.
Cuando las personas duermen, se evaden totalmente de las emociones y vivencias que han experimentado durante el día; supongo que por eso les tengo envidia en este momento. Yo aprovecho estas horas en standby para reflexionar y afianzarlo todo, para leer, para mirar al techo y para no hacer nada.
Pero hoy estoy cansada de la quietud y me levanto. Antes solía encaramarme al alféizar de la ventana, pero ya no quepo tan bien como antes, así que mis pies desnudos cuelgan contra el muro blanco. El aire helado me corta la cara, me duelen las manos, pero no sé por qué el frío nunca me ha molestado.
Antes solían verse las estrellas, pero estas son las luces de la ciudad, y el cielo es menos azul y más deslavado y opaco. No se ve la luna hoy, y pienso en el loco de Lu Xun antes de volverme al interior de mi cuarto.
La gente identifica la noche con el engaño, la oscuridad, la hora de los maleantes, supongo que por evolución histórica. . Por un momento me siento búho.
martes, 8 de noviembre de 2016
Droga para todos.
Entre unas cosas y otras, estaba muy agobiada. Especialmente hoy, estoy que no puedo concentrarme más que en becas, estudiar, recuperaciones, mamá, dieta, trabajo, dinero, Ale, Sergio, en qué va a pasar, en todo lo que tengo que hacer... No puedo estarme quieta pero tampoco termino nada. El corazón se me sale del pecho y me encuentro extraña.
Por eso he hecho algo que no deberíais hacer nunca, chicos: me he automedicado con un ansiolítico. No sé si funcionará o no, solo quiero que esta agitación ansiosa me abandone, y si tengo suerte, dormir cuatro o cinco horas del tirón y sin pesadillas.
En serio, no os droguéis sin supervisión de un médico... aunque funcione.
sábado, 5 de noviembre de 2016
Unlikely alike.
Siempre me he resistido a pensar en mis amigos como la mayoría de personas a mi alrededor. No son personas que vienen y van y que interesan solamente cuando apetece y es necesario; para mí siempre ha sido importante tener gente en la que confiar, en la que invertir tiempo y esfuerzo... y realmente me duele cuando las cosas no van bien con mis amigos.
Estoy pensando en una persona en concreto, y ambos sabemos quién es. No me gustaría que esto se considerase indirecta, porque es simplemente mi blog y esto un asunto que me preocupa desde hace tiempo. No pretendo acusar a nadie ni mucho menos hacer daño...; es solo que tengo la sensación de que la relación que teníamos se ha enfriado mucho. Hemos hablado, tanto por teléfono como por escrito, durante todo el verano. Sinceramente, cuando estaba muy triste o agobiada pensaba en él, porque siento que nuestras experiencias vitales son hasta cierto punto similares y me entiende mejor que yo misma. Pienso en cómo sabe tocar las teclas indicadas para que se lo cuente absolutamente todo, y me siempre dice lo correcto para hacerme sentir bien y dejarme tranquila. Recuerdo alguna que otra noche en que me ha rescatado y he acabado deshecha en lágrimas en su coche, entre sus brazos.
Él sabe leerme.
No quiero que eso se pierda. Una parte de mi cabeza se empeña en culpar a alguien que quizá no sea tan mala persona como yo quiero pensar, y solo hoy me he dado cuenta de que he descuidado a una persona que me importa muchísimo y es mi culpa que nos hayamos distanciado. Sabía que necesitaba a alguien y quizá ella haya sido su mayor apoyo. Pensar en todas estas cosas me ha hecho darme cuenta de cuánto le echo de menos, cuánto le quiero y de qué forma le he fallado.
Tengo que hablar con él; tengo que decírselo todo.
Estoy pensando en una persona en concreto, y ambos sabemos quién es. No me gustaría que esto se considerase indirecta, porque es simplemente mi blog y esto un asunto que me preocupa desde hace tiempo. No pretendo acusar a nadie ni mucho menos hacer daño...; es solo que tengo la sensación de que la relación que teníamos se ha enfriado mucho. Hemos hablado, tanto por teléfono como por escrito, durante todo el verano. Sinceramente, cuando estaba muy triste o agobiada pensaba en él, porque siento que nuestras experiencias vitales son hasta cierto punto similares y me entiende mejor que yo misma. Pienso en cómo sabe tocar las teclas indicadas para que se lo cuente absolutamente todo, y me siempre dice lo correcto para hacerme sentir bien y dejarme tranquila. Recuerdo alguna que otra noche en que me ha rescatado y he acabado deshecha en lágrimas en su coche, entre sus brazos.
Él sabe leerme.
No quiero que eso se pierda. Una parte de mi cabeza se empeña en culpar a alguien que quizá no sea tan mala persona como yo quiero pensar, y solo hoy me he dado cuenta de que he descuidado a una persona que me importa muchísimo y es mi culpa que nos hayamos distanciado. Sabía que necesitaba a alguien y quizá ella haya sido su mayor apoyo. Pensar en todas estas cosas me ha hecho darme cuenta de cuánto le echo de menos, cuánto le quiero y de qué forma le he fallado.
Tengo que hablar con él; tengo que decírselo todo.
jueves, 3 de noviembre de 2016
Purple stuffed-animals.
Nunca sabré quién fue mas egoísta de los dos; aunque sí sé que al final la idiota soy yo, que a veces echo de menos hablar con slguien como lo hacía contigo, y tú ya me has olvidado por completo. O mejor dicho, me has reemplazado.
Al final soy solo eso para todos. Un reemplazo, un deshecho.
Para todos menos para uno...
Al final soy solo eso para todos. Un reemplazo, un deshecho.
Para todos menos para uno...
domingo, 30 de octubre de 2016
Until I'm falling to pieces.
Querido D:
Por alguna razón, últimamente he hablado y pensado mucho sobre ti, lo cual constituye una novedad. Hacía meses, si no años, que no me paraba a recordar tu mera existencia. Hoy me he sentido un poco nostálgica y, mientras me duchaba, me he parado a escuchar una de las canciones de Dream Theater que me enseñaste y a recrear cómo nos conocimos.
Yo había estado llorando durante horas. Recuerdo que esa misma mañana habían operado a mi madre y llevaba mucho tiempo en una situación crítica. Nadie me decía nada y me estaba ahogando en mis preguntas, en mi miedo y en mi soledad. Aquella noche, casi por casualidad, te paraste a hablar conmigo... y sin conocerme de nada me consolaste contándome fábulas y cuentos, hablándome de un canario encerrado por un minero, que aprendió a volar guiándose del eco de su canto en las paredes oscuras y huyó de su jaula en pos del cielo azul que había soñado.
Hace poco vi una fotografía en la que aparecías tú. Cubierto de polvo, pero sonriente y triunfante sobre los restos de un edificio que una vez estuvo en obras, pero que fue abandonado, como nosotros, que tuvimos que construirnos solos. Me hacías sentirme viva, atrevida, hermosa, inteligente y valiente, o al menos al principio. Luego solo una persona sencilla, pequeña, inmadura. La realidad es que nunca estuve a tu altura, cegada por tu resplandor.
Me gusta recordarte así, soñador, idealista, positivo, vivo. Me gustaban tus historias, y ese coche de Bat Country que funcionaba con Monster.
No sabría decir en qué momento cambiaste. No sabría decir si fue tu lesión, o Klara, o Pat, o yo misma. Quizá un cúmulo de circunstancias. A lo mejor usurpamos tu luz y al final te comió la oscuridad, y por eso te escapaste, como el canario del minero. Me gustaría pensar que te fuiste a buscar tu cielo azul, aunque sea irónico que estés en uno de los lugares más lluviosos del continente. Lo mismo te marchaste en avión porque ya no podías recorrer las ciudades saltando; hasta eso te quitó la vida. No supe escucharte...
Siento que al fin he podido dejar de sentirme engañada, olvidada y utilizada. Podríamos decir que he pasado página y ahora, después de tantos años, me he dado permiso para perdonarte y olvidarte.
Pero no voy a decir adiós, ni ahora ni nunca. Me gustaría ser tu refugio si algún día decides regresar, y devolverte un poco de la luz que he ido obteniendo por la vida.
You break me down, you build me up... until I'm falling to pieces.
viernes, 28 de octubre de 2016
Empty efforts.
Ver a Eva no ha sido una buena idea. Con empeño y esfuerzo ha cambiado mucho y me ha dejado atrás... Siento que me he estancado sim importar cuánto me esfuerce. Quiero ver frutos en mi esfuerzo... qué narices, quiero ser como Taiga o if o como Mei. Que la gente me mire y no digs que cuánto he adelgazado porque piensen que es lo que quiero oír, quiero escuchar que estoy muy delgada, que necesito un poco de carne sobre los huesos. En otras palabras, eso conñlevs desafiar los límites de lo aconsejable y lo tolerable. No me puedo ni mirar a un espejo, y no puedo soportar que las personas que podían entenderme pasen página y se vuelvan delgadas y bellas.
Yo también quiero... Ser cualquiera menos yo misma. Tener otro cuerpo, otra cara, que esto se acabe de una vez y deje de importarme y hacer algo bien, ser buena en algo. Quiero ser bonita, aunque no sé por qué o qué utilidad tiene eso.
Mantener mi promesa está siendo tan duro como pensaba. Debería comer...
Yo también quiero... Ser cualquiera menos yo misma. Tener otro cuerpo, otra cara, que esto se acabe de una vez y deje de importarme y hacer algo bien, ser buena en algo. Quiero ser bonita, aunque no sé por qué o qué utilidad tiene eso.
Mantener mi promesa está siendo tan duro como pensaba. Debería comer...
miércoles, 26 de octubre de 2016
False alarm, I just felt it later.
Otra vez más no importa tanto. De hecho, si me dieran un euro por cada vez que me han llamado fea, o gorda, o asquerosa, a estas alturas no notaría la diferencia si me robasen la mitad de mi fortuna.
Otra vez más no importa nada. Creo que es la primera vez en mi vida que he sido capaz de hacer lo que mi padre lleva pidiéndome siglo y medio: reírme mientras trataban de insultarme. Creo que ha sido porque, por primera vez, no he sentido que llevaran razón, o no me ha importado en absoluto, no sabría decir cuál de las dos.
Tú me haces fuerte.
Current mood
I thought love was only true in fairy tails
Made for someone else but not for me
Dissapointment haunted all my dreams...
Then I saw her face
Now I'm a believer
Not a trace of doubt in my mind
I'm in love...
I couldn't leave her if I tried.
martes, 25 de octubre de 2016
Mon raison d'être.
Algunas veces a la gente le gusta recordarme que hemos vivido tormentas peores que esta. No ayuda. A lo mejor en aquel momento no entendía bien, o no me llegaban las cosas del mismo modo, o simplemente me queda lejos y lo he olvidado. Quizá me estoy quejando de balde, pero me siento como si hubiera envejecido muchos años, como si viviera en una situación permanente de tensión y miedo.
Parece que los días me agotan, aunque últimamente duermo mejor. Hablar con Ale me ayuda, dormirme pensando en él hace que mis noches sean más dulces, apacibles; nada que ver con las pesadillas aplastantes y terroríficas de las pasadas semanas. Las cefaleas se han ido. Sueño con formas, colores, lugares, escenas inconexas... al menos la mayor parte del tiempo.
When dreams come true.
Recuerdos de tempestades peores, recuerdos de piel infectada, tripas, miembros agarrotados, gritos de dolor, huesos rotos, heridas abiertas, puntos, alambres, grapas. Fragmentos de lágrimas, de navidades a solas, preguntas, noches sin dormir, pesadillas, más pesadillas.
Cuando me he despertado, no podía recordar el sueño. Ha vuelto ahora...
sábado, 22 de octubre de 2016
Unintended.
You could be my unintended
choice to live my life extended
You could be the one I'll always love.
You could be the one who listens
to my deepest inquisitions
you could be the one I'll always love.
I'l be there as soon as I can
but I'm busy mending broken
pieces of the life I had before
before you.
Wounds.
Una mancha rojiza. Purpúrea. Negra. Se inflama, más profunda, más brillante, más dañina, en pequeñas burbujitas que se rompen y destrozan todo a su paso.
Quizá algunas veces es mejor estar dormido. El sueño evade del dolor y de la pena. El sueño cura, a veces; aunque las heridas sean más profundas cada vez que vuelves a despertar.
martes, 18 de octubre de 2016
Imagine.
..."En definitiva, no se trata solo del deseo de ser atractivos para nuestras parejas. Eso es obvio. Es el extraño deseo de volver loco al otro, de hacerle perder el temple y la concentración. En este momento, el otro tiene que dejarse llevar por el instinto y seguir la insinuación de la pareja, o esta se sentirá inadecuada y poco atrayente físicamente. ¿Quién quiere una relación de temple y aguante? No somos de hierro. Para perder la cabeza está la juventud."
lunes, 17 de octubre de 2016
Mon desir.
Paso el brazo por encima de él cuidadosamente y tanteo. Vaya, casi no tiene espacio. Con cuidado, me giro hacia la izquierda y me muevo más cerca de la pared; pero él no me deja. Se vuelve hacia mí y adapta su cuerpo al mío, envolviéndome en un abrazo de oso. Hace mucho calor, pero ni asándome en el infierno me movería de aquí.
Murmura. Vagamente me pregunto qué estaba soñando para balbucear en sueños.
-... Is. Riih.
Eso suena casi como una interpretación distorsionada de mi nombre. Miro su cara, buscando algún signo de conciencia, pero nada en los labios entreabiertos y la expresión apacible indica que esté despierto. De pronto aspira bruscamente, y el ronquido repentino me asusta. Vale, está dormido.
-...iempe con...go
- ¿Cómo has dicho? - susurro bajito
Durante un buen rato no hay respuesta. Fuera creo que empieza a clarear. No he tenido ninguna pesadilla en dos días y sé que es porque él está aquí, protegiéndome de mi monstruoso subconsciente; aunque ni por esas logro dormir mucho. Estoy relajada, sin embargo, muy a gusto.
-Voy a estar siempre contigo.
Eso ha sido bastante claro, y miro rápidamente sus ojos, esperando dos iris de caramelo mirándome con su brillo somnoliento, pero no. Su expresión no ha cambiado un ápice, su corazón sigue latiendo despacio bajo mi oreja. No parece que esté gustándome ninguna broma. Una sensación extraña y muy intensa se despliega en mi pecho. Algo dulce, espeso, cálido, picante. Como flores pujando por crecer, como el vaho nocturno impregnado de olor a Jazmín. En estos momentos, juraría que una estrella arde bajo mi piel.
-Y yo también.
Le doy un besito en ese labio suave y expuesto, y él frunce la boca y se aparta un poco, arrugando la nariz. Mejor me estoy quieta por un momento... Hay todo un mundo haciendo malabares dentro de mí.
Murmura. Vagamente me pregunto qué estaba soñando para balbucear en sueños.
-... Is. Riih.
Eso suena casi como una interpretación distorsionada de mi nombre. Miro su cara, buscando algún signo de conciencia, pero nada en los labios entreabiertos y la expresión apacible indica que esté despierto. De pronto aspira bruscamente, y el ronquido repentino me asusta. Vale, está dormido.
-...iempe con...go
- ¿Cómo has dicho? - susurro bajito
Durante un buen rato no hay respuesta. Fuera creo que empieza a clarear. No he tenido ninguna pesadilla en dos días y sé que es porque él está aquí, protegiéndome de mi monstruoso subconsciente; aunque ni por esas logro dormir mucho. Estoy relajada, sin embargo, muy a gusto.
-Voy a estar siempre contigo.
Eso ha sido bastante claro, y miro rápidamente sus ojos, esperando dos iris de caramelo mirándome con su brillo somnoliento, pero no. Su expresión no ha cambiado un ápice, su corazón sigue latiendo despacio bajo mi oreja. No parece que esté gustándome ninguna broma. Una sensación extraña y muy intensa se despliega en mi pecho. Algo dulce, espeso, cálido, picante. Como flores pujando por crecer, como el vaho nocturno impregnado de olor a Jazmín. En estos momentos, juraría que una estrella arde bajo mi piel.
-Y yo también.
Le doy un besito en ese labio suave y expuesto, y él frunce la boca y se aparta un poco, arrugando la nariz. Mejor me estoy quieta por un momento... Hay todo un mundo haciendo malabares dentro de mí.
jueves, 13 de octubre de 2016
There might be coffee.
Mi madre dice que siempre me ha gustado el café. Dice que no la dejaba rellenar la cafetera si no me dejaba oler antes el negruzco polvo molido. Yo no lo recuerdo, pero sí que tengo memoria de haberlo probado muchas veces. Mi madre, como yo, también es café-fílica; pero ella lo bebe puro, sin leche ni azúcar, es por eso que al principio nunca me gustaba.
Hoy he bebido café con ella. Le he llevado su taza de reconcentrado de amargo y me he tumbado a su lado a beber mi café suave, dulce y espumoso. Olía tan bien que me apetece otra taza al recordarlo. Luego, mamá ha sacado un trocito de bizcocho de Dios sabe dónde, y lo hemos compartido.
Este es uno de esos momentos que quisiera atesorar.
Ojalá esto no termine.
Por favor, no.
Drowned dreams.
I swear I could feel oxigen leaving my lungs in weak giant bubbles and foam. Panic invaded my head and chest as I realised I was going to die. It felt like fire tho the water was so cold I couldn't understand why it hadn't become ice yet. My arms and legs were freezing and numb. Chilling water seeped through my thriat as I tried to scream out my pain.
Next thing I know, I'm on my knees, the wooden floor etching my bones, covered in cold sweat and gasping.
miércoles, 12 de octubre de 2016
Incursiones en la literatura ñoño-erótica, volumen 1.
Imaginando un sueño que ni siquiera tuve yo, ocurrió algo como esto. Dedicado a mi marmotito:
En uno de los muchos libros que he leído, recuerdo que el protagonista reflexionaba sobre cómo el campo hace que los sentidos y las emociones parezcan más intensas. En este momento parece bastante oportuno traer esa cita a colación, pero por alguna razón no logro poner las palabras en pie dentro de mi cabeza.
Estoy demasiado abrumada por la belleza a mi alrededor. Estoy intentando no sonar cursi, lo juro, pero es muy difícil cuando tengo todos los receptores embotados de olor a primavera y a bosque, y no puedo mirar a todas partes lo bastante rápido para disfrutar las hebras de luz que se cuelan entre las copas de los árboles, todo espesura y verdor bajo ese halo dorado, rodeados del crujido armónico de algunas ramas bajo mis torpes zancadas. No quiero hacer otra cosa que memorizar toda esta perfección, pero hay algo aún más perfecto que desestabiliza todas esas emociones.
Ale sostiene mi mano. Su piel en contacto con la mía lanza un chispazo aturdidor a lo largo de mi cuerpo, y esto no es un tópico literario. Juro que siento su toque en cada rincón de mi anatomía. Estoy pegada a su espalda, muy cerca, y mientras él busca el camino más accesible a mí se me hace difícil respirar con normalidad.
Creo que estoy oyendo agua caer, lo cual es desconcertante, porque ni siquiera sabía que hubiera un río por aquí. Seguramente lo habría escuchado fluir si así fuera. Ale también debe haberlo escuchado, porque alarga el paso y tira de mí, llevándome hacia lo que parece una cascada.
Los árboles se van dispersando a nuestro alrededor, dando lugar a un espacio abierto relativamente pequeño; o quizá es una mera impresión producida por el pequeño laguito que abarca casi todo el espacio. Hay un desnivel formado por rocas muy erosionadas, completamente lisas, que crean una cortina de agua cayendo en cascada.
Vaya.
Juntos, nos acercamos al borde del estanque, el agua es lo bastante clara para que pueda ver que no es muy profundo. Impelido por un instinto, mi hermoso hombre se inclina a mi lado y deshace los nudos de los zapatos. Valoro la forma de acercarme a manosear ese hermoso trasero cuando lo pillo mirándome de reojo y riéndose; casi de inmediato sé que he sido demasiado obvia y me sonrojo.
Tuerce la cabeza en dirección al agua.
- Venga.- susurra, y algo en su voz baja hace que se me seque la boca imaginando lo que puede ocurrir.
Entra antes que yo, tanteando el terreno. Es una bella estampa verlo desnudarse, el sol dorando su palidez, el cabello goteando y la piel mojada y brillante. <<Ay, diosito>>. El agua está fría, solo me he mojado las rodillas cuando me detengo. Ughhh. Se gira y ríe, lo está disfrutando. Quiero hacerle un mohín, pero no es fácil ponerle mala cara... habría resultado más natural comérselo con los ojos. Ahí, mojado y desnudo, no parece afectado en absoluto por mi presencia, mientras que a mí me cuesta dominar mis emociones. Mirando fijamente sus ojos de caramelo, que parecen despedir calor, dejo a la vista mi cuerpo.
Esperaba que recorriera mi pecho con una mirada avariciosa pero, en lugar de eso, me echa rápidamente los brazos a la cintura y me desequilibra, de forma que ambos caemos al agua. Antes de que me de tiempo a respirar de nuevo, Ale me está besando con agresividad, con fuerza. Me aparto y me muerde el labio, reclama mi lengua y mi cuerpo entero le pertenece.
El agua ya no está fría. Está hirviendo. El sol también arde. Mi piel arde. El mundo está en llamas, él siempre consigue encender la chispa para hacerme entrar en combustión. Bajo sus manos tiemblo, jadeo; todo lo que quiero es pertenecerle, y que este día no acabe jamás.
Pero todos tenemos que despertar.
P.D: para ti, amor, con la esperanza de que tengas ganas de soñar (conmigo) siempre.
martes, 11 de octubre de 2016
Honey,
Después de tanto tiempo escribiendo cosas tristes, probablemente sea bueno pararme a pensar en aquel que me hace feliz.
No sé cómo lo haces. Qué es lo que me hace querer mirar la luna, y suspirar. Por qué querría besarte hasta quedarme sin labios. Por qué me siento nerviosa, entusiasmada, feliz, insegura, amada, perfecta, tímida, valiente, fuerte. Qué es lo que tienes que me cosquillea en las venas cuando te pienso, y me salen sonrisas cuando te recuerdo. Qué es lo que haces con esos ojos, esa sonrisa, que cada palabra me atrapas más y solo quisiera vivir en tus brazos y reír para siempre a tu lado. Y descubrirme estudiando esos rasgos tan bonitos y desear que seas mío cada día hasta que se acabe el mundo, para que sigas sorprendiéndome con esta suerte que tengo de sentir tu calor en mi corazón. Consigues que desee poner mi vida patas arriba, cambiar todo lo que conozco y lo que me queda por conocer, para que impongamos nuestro orden perfecto, para sorprenderte cada día, para hacerme con el mundo y regalarte todas las maravillas que se me ocurran. No sé qué es lo que tienes que me vuelve loca, y me hace sentir que al fin lo entiendo todo, y que da igual lo que ocurra siempre y cuando esté contigo.
No sé qué es lo que tienes para contrarrestar mi oscuridad con tu luz, para inducir paz en mi desorden. No sé cómo lo haces pero, por favor, no me dejes nunca.
Inner struggles.
I was angry. I tried not to be, but I couldn't help but feel that way.
I don't like being controlled.
I don't like being under emotional blackmail. Even if it's because of my wellbeing.
Why the hell doesn't he consider how I struggle with this?
In the end, he changed his mind. I wonder if he was just mad at me or he did see how nervous I was.
I know I can't be angry. I understand he is concerned... I'd be too.
domingo, 9 de octubre de 2016
Do I wanna know?
No eres un reemplazo.
No eres un reemplazo.
No eres un reemplazo.
No eres un reemplazo.
No eres...
No....
Madness.
Por un momento, mi alrededor se adormece. Escucho el mundo mullido, amortiguado, todos los sonidos ahogados. Dentro de mi cabeza es todo mucho más ruidoso, mis pensamientos se vociferan los unos a los otros. Bajo la mirada, no puedo organizar las ideas, no puedo empezar por ninguna parte, no puedo decir nada de esto en voz alta o se convertirá en una realidad de este mundo, no solo mía. No puedo dejarle ver hasta dónde llega mi locura.
Respiro profundamente, pero el aire se me escapa.
Me levanta la barbilla, miro sus ojos, y de repente el mundo deja de temblar, y mis ideas se callan, el mundo recupera color y sonido, y todo va bien.
Sé a dónde volver cuando me pierda.
viernes, 7 de octubre de 2016
5:22 a.m
Me he despertado y no podía respirar. Tenía las sienes mojadas de lágrimas, y también lo estaba mi almohada... Tenía el cuerpo frío, las manos insensibles.
Ha sido un sueño extraordinariamente vívido. En él, estoy en un sitio oscuro. Bueno, quizá esa ni siquiera sea la palabra. La negrura es tal que no distingo el cielo o la tierra, o los límites del horizonte, si es que lo hay. Sí siento la superficie sobre la que me encuentro: un bloque duro, compacto, resbaladizo e inestable. Parece hielo, y está tan frío que quema.
Veo algo, una luz lejana. Siento como que la he oído antes de verla. No es una cosa, es una persona...
En esta dimensión de oscuridad y frío, su cabello dorado y su piel rosada resplandecen como si hubieran colocado un foco sobre él. Su sola presencia me calma. Necesito su calor, y busco sus ojos de caramelo, pero hay algo que va mal, muy mal. ¿Por qué está llorando?
De inmediato sé que es por mi culpa y se me hiela el corazón. Me pongo de pie, sin sentido de arriba y abajo, sin encontrar el norte, el suelo o mis propios pies congelados. Tengo que acercarme, tengo que secarle los ojos; pero como suele ocurrir en esta clase de sueños, no importa cuántas veces eche a correr, aspirando frenéticamente el aire cortante, la distancia no hace más que aumentar. Estoy muy angustiada, muy triste, y tengo miedo.
Unos ojos como esos no deberían llorar jamás. Alguien tan bueno como él no debería conocer la tristeza; no por mi culpa.
Ha sido un sueño extraordinariamente vívido. En él, estoy en un sitio oscuro. Bueno, quizá esa ni siquiera sea la palabra. La negrura es tal que no distingo el cielo o la tierra, o los límites del horizonte, si es que lo hay. Sí siento la superficie sobre la que me encuentro: un bloque duro, compacto, resbaladizo e inestable. Parece hielo, y está tan frío que quema.
Veo algo, una luz lejana. Siento como que la he oído antes de verla. No es una cosa, es una persona...
En esta dimensión de oscuridad y frío, su cabello dorado y su piel rosada resplandecen como si hubieran colocado un foco sobre él. Su sola presencia me calma. Necesito su calor, y busco sus ojos de caramelo, pero hay algo que va mal, muy mal. ¿Por qué está llorando?
De inmediato sé que es por mi culpa y se me hiela el corazón. Me pongo de pie, sin sentido de arriba y abajo, sin encontrar el norte, el suelo o mis propios pies congelados. Tengo que acercarme, tengo que secarle los ojos; pero como suele ocurrir en esta clase de sueños, no importa cuántas veces eche a correr, aspirando frenéticamente el aire cortante, la distancia no hace más que aumentar. Estoy muy angustiada, muy triste, y tengo miedo.
Unos ojos como esos no deberían llorar jamás. Alguien tan bueno como él no debería conocer la tristeza; no por mi culpa.
miércoles, 5 de octubre de 2016
B-Sis.
She came and she left... as a leaf, she has flown away from me, (quite literally in fact). It has taken me a while to process my pain and turn it into words, which doesn't mean it has dissappeared.
Tho I've only seen her a few times, I felt things I hadn't in a very long time. I felt completed. I guess she just understands me better than anyone else... I wasn't expecting that everything was as if she never left, but I was wrong. After all this time...
I wasn't expecting to feel this sad either. I seriously believed that, after the past three years, I was over our friendship. I didn't thought I would hug her and still fit together into her bones and edges. I rubbed her cheeks and told her to be careful, and I suddenly felt asphyxiated by tears.
Now I'm back at my loneliness, my emptyness. She put colours in my life I only noticed when they faded away. But right now, the worst feeling is not knowing if I'll ever see her again.
I miss you so bad it hurts, my Beasr Sister.
Tho I've only seen her a few times, I felt things I hadn't in a very long time. I felt completed. I guess she just understands me better than anyone else... I wasn't expecting that everything was as if she never left, but I was wrong. After all this time...
I wasn't expecting to feel this sad either. I seriously believed that, after the past three years, I was over our friendship. I didn't thought I would hug her and still fit together into her bones and edges. I rubbed her cheeks and told her to be careful, and I suddenly felt asphyxiated by tears.
Now I'm back at my loneliness, my emptyness. She put colours in my life I only noticed when they faded away. But right now, the worst feeling is not knowing if I'll ever see her again.
I miss you so bad it hurts, my Beasr Sister.
jueves, 29 de septiembre de 2016
Just happened...
When bae is mad at me for making a cruel joke that expresses all my insecurities Lol... I deserve it.
I shall probably analyze my feelings. I wouldn't say I'm jealous. I don't wanna be her. I don't feel bad when she sits next to him, when she talks to him or anything. I wouldn't feel angry about that. It's just that he liked her... and so she is the opposite to how I am, how I dress up, how I behave. I wonder if I'm the one he really likes or I'm just the first girl who said 'yes'. I wonder if he still would have loved me if he had more girls to choose from. I don't really know if I'm really thinking this.
Why am I feeling threatened about someone that didn't even be? maybe I do wanna be like her...
Or maybe the problem is that I don't understand how can anyone love me the way I am if I'm uncapable of loving myself.
I think I can understand better how he must feel about me...
I shall probably analyze my feelings. I wouldn't say I'm jealous. I don't wanna be her. I don't feel bad when she sits next to him, when she talks to him or anything. I wouldn't feel angry about that. It's just that he liked her... and so she is the opposite to how I am, how I dress up, how I behave. I wonder if I'm the one he really likes or I'm just the first girl who said 'yes'. I wonder if he still would have loved me if he had more girls to choose from. I don't really know if I'm really thinking this.
Why am I feeling threatened about someone that didn't even be? maybe I do wanna be like her...
Or maybe the problem is that I don't understand how can anyone love me the way I am if I'm uncapable of loving myself.
I think I can understand better how he must feel about me...
miércoles, 28 de septiembre de 2016
Bad daughter's issues.
Me he debatido mucho tiempo sobre si debía escribir estas palabras o no. Con ello no gano nada, no voy a sentirme mejor, y sé que puedo herir muy seriamente a alguien si las lee... pero me están ahogando.
Hay algunas veces que no puedo más. Me siento como si no pudiera hacer nada bien jamás, nada sin reproches, y creo que no hace falta que diga de quién. Si estudio, hay que ver que no limpio. Si limpio, hay que ver que me he ido de viaje. Si hago cosas, que cuesto mucho dinero. Si no las hago, que debería haberlas hecho. Una ya no sabe cómo acertar, y aunque hay ciertos días en que puedo con ello, esta semana no ha sido un buen momento para tocarme las narices; con tanto trabajo y tantas emociones, todo parece mucho más difícil de sobrellevar, y las palabras hirientes de mi madre realmente no han ayudado nada. Que si ella ha estado pendiente de las cosas de la boda y ya podría yo haberme ocupado de mí misma (cuando lo he organizado yo casi todo, ok), que si no quise obedecer con los pagos que había que realizar (porque no me apetecía que me liaran más cosas el día de la boda), que si limpio muy poco porque hay que ver que estoy estudiando (cuando soy la única que limpia), que si no he pagado mi parte de Italia (que, por cierto, no me quieren cobrar a pesar de lo mucho que he insistido), que soy una irresponsable por irme sin dinero, que insista más, que me paga todas las cosas, que que que que que... ¡Que ya está bien! Porque si me enfadara, todavía podría desahogarme dando un par de gritos o haciendo ejercicio, pero el problema es que me duele, y al final me paso todo el día triste y no tengo ganas de hacer nada, y mucho menos de estar con ella.
Si pudiera marcharme, si pudiera alejarme de todo y de todos, encontrar un lugar feliz lejos de esta casa, si pudiera... pero no puedo. Así que es inútil pensar en lo feliz que sería en otro lugar, en otro momento, con otra persona.
Hay algunas veces que no puedo más. Me siento como si no pudiera hacer nada bien jamás, nada sin reproches, y creo que no hace falta que diga de quién. Si estudio, hay que ver que no limpio. Si limpio, hay que ver que me he ido de viaje. Si hago cosas, que cuesto mucho dinero. Si no las hago, que debería haberlas hecho. Una ya no sabe cómo acertar, y aunque hay ciertos días en que puedo con ello, esta semana no ha sido un buen momento para tocarme las narices; con tanto trabajo y tantas emociones, todo parece mucho más difícil de sobrellevar, y las palabras hirientes de mi madre realmente no han ayudado nada. Que si ella ha estado pendiente de las cosas de la boda y ya podría yo haberme ocupado de mí misma (cuando lo he organizado yo casi todo, ok), que si no quise obedecer con los pagos que había que realizar (porque no me apetecía que me liaran más cosas el día de la boda), que si limpio muy poco porque hay que ver que estoy estudiando (cuando soy la única que limpia), que si no he pagado mi parte de Italia (que, por cierto, no me quieren cobrar a pesar de lo mucho que he insistido), que soy una irresponsable por irme sin dinero, que insista más, que me paga todas las cosas, que que que que que... ¡Que ya está bien! Porque si me enfadara, todavía podría desahogarme dando un par de gritos o haciendo ejercicio, pero el problema es que me duele, y al final me paso todo el día triste y no tengo ganas de hacer nada, y mucho menos de estar con ella.
Si pudiera marcharme, si pudiera alejarme de todo y de todos, encontrar un lugar feliz lejos de esta casa, si pudiera... pero no puedo. Así que es inútil pensar en lo feliz que sería en otro lugar, en otro momento, con otra persona.
R U Mine?
Abro los ojos, un poco sobresaltada, y de inmediato me siento culpable. ¿Qué narices estaba soñando? Intento no recordarlo, pero las imágenes me asaltan, muy vívidas. Me rebelo contra mi propia culpa... ¿quién puede controlar lo que sueña? después de tanto tiempo sin saber nada, sin leer nada, sin decir nada, se cuela en mi subconsciente. Trato de convencerme de que era una pesadilla, no un sueño. Sí, eso es, yo realmente no quería...
Me incorporo y aparto las sábanas sudadas con un movimiento airado. Sigo pensando en ese sueño -esa pesadilla- cuyos encuadres parecían más un flashback de Pretty Litte Liars que la típica sucesión de escenas inconexas que recuerdo al despertar. La ventana sigue abierta, pero ese aire no es suficiente, así que levanto la mosquitera y me subo al alféizar buscando el fresco de la madrugada, recordando esas conversaciones nocturnas, recordando los cuentos para dormir. Se me ha escapado una sonrisa, y juraría que a pesar de todo aquel sufrimiento, creo que a veces le echo de menos.
Recuerdo esas palabras, que solían significar mucho para mí, y que cambian de manos y de rostro una y otra vez. En este momento creo que necesito alguien con quien que signifique eso para mí, poder hablar de todas esas cosas que me importan, que me duelen. Hace mucho tiempo que tengo que luchar para mantenerme fuera de este estado de bajón permanente, para mantener esta pena sin nombre a raya; sé que tengo mucha gente a la que le importo y que me escucharía, pero simplemente hay momentos en los que me sale de dentro y otros en los que no. Creo que eso es lo que más me gustaba de él. Siempre conseguía hacerme sentir cómoda, y siempre tenía las mejores palabras.
En una ocasión me preguntó si era suya, y pienso que una parte de mí sí le pertenecía. Suyas eran mis palabras y algunos pensamientos íntimos, profundos, la clase de cosas que tienes que dejar que se lleve el viento al pronunciarlas, pequeños detalles que no me atrevo a poner por escrito.
Una parte de mi alma era suya.
Me incorporo y aparto las sábanas sudadas con un movimiento airado. Sigo pensando en ese sueño -esa pesadilla- cuyos encuadres parecían más un flashback de Pretty Litte Liars que la típica sucesión de escenas inconexas que recuerdo al despertar. La ventana sigue abierta, pero ese aire no es suficiente, así que levanto la mosquitera y me subo al alféizar buscando el fresco de la madrugada, recordando esas conversaciones nocturnas, recordando los cuentos para dormir. Se me ha escapado una sonrisa, y juraría que a pesar de todo aquel sufrimiento, creo que a veces le echo de menos.
Recuerdo esas palabras, que solían significar mucho para mí, y que cambian de manos y de rostro una y otra vez. En este momento creo que necesito alguien con quien que signifique eso para mí, poder hablar de todas esas cosas que me importan, que me duelen. Hace mucho tiempo que tengo que luchar para mantenerme fuera de este estado de bajón permanente, para mantener esta pena sin nombre a raya; sé que tengo mucha gente a la que le importo y que me escucharía, pero simplemente hay momentos en los que me sale de dentro y otros en los que no. Creo que eso es lo que más me gustaba de él. Siempre conseguía hacerme sentir cómoda, y siempre tenía las mejores palabras.
En una ocasión me preguntó si era suya, y pienso que una parte de mí sí le pertenecía. Suyas eran mis palabras y algunos pensamientos íntimos, profundos, la clase de cosas que tienes que dejar que se lleve el viento al pronunciarlas, pequeños detalles que no me atrevo a poner por escrito.
Una parte de mi alma era suya.
viernes, 23 de septiembre de 2016
"Bodorrio"
Mañana es el día, al fin. Lo cierto es que no sé cómo sentirme al respecto, porque los nervios lo están eclipsando todo, pero ya hay una cierta emoción aguijoneándome los ojos desde el puente de la nariz.
No sé por qué me entran ganas de llorar, si nada cambia a efectos prácticos. A lo mejor porque han sido dos años muy agitados desde que mi hermana y Ale se conocieron: en un año, vino la proposición, antes de cuatro meses, la mudanza (y el consiguiente trajín de traslado, compras y drama) y los últimos nueve meses los hemos dedicado íntegramente a la boda. Para mí era muy importante estar cerca de mi hermana, y ha sido muy divertido hacer todo esto. No ser útil, en realidad, porque ha sido ella quien lo ha organizado todo, pero quería que ella supiera (y espero haberlo conseguido) lo mucho que significa para mí que mañana sea el día más bonito y especial de su vida. Sé que no todo en la vida de casada es dulce y fácil, pero al menos espero que tenga la introducción más bonita del mundo.
Mis funciones como Wedding Planner, aka Wendolín, han abarcado funciones muy amplias: secretaria, Calendario Oficial del Estado, recordadora de citas y hasta concertadora de las mismas. En última instancia, los últimos dos meses han sido de compras y manualidades: cestas, lazos, "caramelos" de regalo, rollos de guita, bolsitas de arroz y pintora de cajas y tartas de chuches. A parte está, por supuesto, mi cutre regalo de bodas... que yo hago con amor y esfuerzo, que es lo que cuenta. Sé que mañana va a ser también un día muy intenso y que tendré que estar muy pegada a mi hermana.
Cuando mi hermana vació los armarios y se mudó a su piso, realmente no sentí que se fuera, dada la frecuencia con que la veo y las veces que hemos tenido que hablar para poder seguir atando y organizando asuntos de la boda. Creo que una parte de mí teme que, cuando todo este barullo haya terminado, algo cambie. No me importaría que la boda durara para siempre si así tuviera a mi hermana a mi lado todos los días, si pudiera seguir estando emocionada y nerviosa con ella. Sé que es un miedo absolutamente infundado, pero siempre queda la incertidumbre.
¡Bueno! ya se acabó por hoy. He conocido a la familia de mi cuñado, al fin. Esta semana ha sido muy dura y he dormido muy poco, pero mañana tengo que darlo todo, seguir al pie del cañón por ella, por mi niña.
No sé por qué me entran ganas de llorar, si nada cambia a efectos prácticos. A lo mejor porque han sido dos años muy agitados desde que mi hermana y Ale se conocieron: en un año, vino la proposición, antes de cuatro meses, la mudanza (y el consiguiente trajín de traslado, compras y drama) y los últimos nueve meses los hemos dedicado íntegramente a la boda. Para mí era muy importante estar cerca de mi hermana, y ha sido muy divertido hacer todo esto. No ser útil, en realidad, porque ha sido ella quien lo ha organizado todo, pero quería que ella supiera (y espero haberlo conseguido) lo mucho que significa para mí que mañana sea el día más bonito y especial de su vida. Sé que no todo en la vida de casada es dulce y fácil, pero al menos espero que tenga la introducción más bonita del mundo.
Mis funciones como Wedding Planner, aka Wendolín, han abarcado funciones muy amplias: secretaria, Calendario Oficial del Estado, recordadora de citas y hasta concertadora de las mismas. En última instancia, los últimos dos meses han sido de compras y manualidades: cestas, lazos, "caramelos" de regalo, rollos de guita, bolsitas de arroz y pintora de cajas y tartas de chuches. A parte está, por supuesto, mi cutre regalo de bodas... que yo hago con amor y esfuerzo, que es lo que cuenta. Sé que mañana va a ser también un día muy intenso y que tendré que estar muy pegada a mi hermana.
Cuando mi hermana vació los armarios y se mudó a su piso, realmente no sentí que se fuera, dada la frecuencia con que la veo y las veces que hemos tenido que hablar para poder seguir atando y organizando asuntos de la boda. Creo que una parte de mí teme que, cuando todo este barullo haya terminado, algo cambie. No me importaría que la boda durara para siempre si así tuviera a mi hermana a mi lado todos los días, si pudiera seguir estando emocionada y nerviosa con ella. Sé que es un miedo absolutamente infundado, pero siempre queda la incertidumbre.
¡Bueno! ya se acabó por hoy. He conocido a la familia de mi cuñado, al fin. Esta semana ha sido muy dura y he dormido muy poco, pero mañana tengo que darlo todo, seguir al pie del cañón por ella, por mi niña.
martes, 20 de septiembre de 2016
Indiferencia y otros desastres.
Hace poco vi al padre de mi padre y fue una experiencia muy rara. Ya es raro pensar que ese nombre no solo existe, sino que es real y es mi abuelo. ¿Mío?
Es extraño entrar en ese pueblo encalado, de casas blancas y bajas, intemporales, donde aún se sientan las viejitas en corro en los portales "a la fresquita" del atardecer. Imaginar a mi padre correteando por estas mismas calles hace más de cincuenta años. La casa está igual que la última vez que la vi, hace diez años; solo falta la sombra encorvada y arrugada de la madre de mi padre (Mi abuela) temblequeando bajo la fotografía de mi hermano comiendo helado. Es raro que la casa esté llena de fotografías nuestras, junto a otro mogollón de primos que no conozco, y este señor ni siquiera sepa mi nombre.
Está sentado en el mismo sillón que la última vez que hablé con él, pero no parece la misma persona. Está mucho más delgado, más pequeño, más translúcido. Parece perdido. Parece inocente. Toco sus manos y están frías, sin vestigio de la fuerza que caracteriza a nuestra rama de la familia, y allá donde toque siento los huesos apuntalando desde el interior la piel blanca y brillante.
Estoy acostumbrada a una relación extrema con mis abuelos. Amor y odio. Sin embargo, normalmente se me olvida que este hombre existe... es simplemente un desconocido. Había olvidado la indiferencia... Detrás de la culpa llegan la lástima y un amago de simpatía, a falta de otra palabra.
Mi padre le dice que yo quería verle, pero no le corrijo. Podemos dejar que ambos se lo crean. Uno está enfermo y desvalido; y mi padre..., bueno, mi padre ya ha tenido bastante desprecio y rechazo.
Es raro pensar que este señor es alguien a quien mi padre quiere, y yo apenas sé su nombre. Bueno, él tampoco sabe quién soy. Mi padre se parece bastante a él... se parece a mí, y eso también es chocante. Por alguna razón, de todos los detalles de nuestra fisionomía que se adivinan similares, yo no puedo dejar de mirar esas manos grandes, trazadas de venas azules y artrosis.
Todo es muy extraño. A estas alturas no sé qué es peor, si las relaciones familiares que tengo o no tenerlas en absoluto. Qué desastre.
Es extraño entrar en ese pueblo encalado, de casas blancas y bajas, intemporales, donde aún se sientan las viejitas en corro en los portales "a la fresquita" del atardecer. Imaginar a mi padre correteando por estas mismas calles hace más de cincuenta años. La casa está igual que la última vez que la vi, hace diez años; solo falta la sombra encorvada y arrugada de la madre de mi padre (Mi abuela) temblequeando bajo la fotografía de mi hermano comiendo helado. Es raro que la casa esté llena de fotografías nuestras, junto a otro mogollón de primos que no conozco, y este señor ni siquiera sepa mi nombre.
Está sentado en el mismo sillón que la última vez que hablé con él, pero no parece la misma persona. Está mucho más delgado, más pequeño, más translúcido. Parece perdido. Parece inocente. Toco sus manos y están frías, sin vestigio de la fuerza que caracteriza a nuestra rama de la familia, y allá donde toque siento los huesos apuntalando desde el interior la piel blanca y brillante.
Estoy acostumbrada a una relación extrema con mis abuelos. Amor y odio. Sin embargo, normalmente se me olvida que este hombre existe... es simplemente un desconocido. Había olvidado la indiferencia... Detrás de la culpa llegan la lástima y un amago de simpatía, a falta de otra palabra.
Mi padre le dice que yo quería verle, pero no le corrijo. Podemos dejar que ambos se lo crean. Uno está enfermo y desvalido; y mi padre..., bueno, mi padre ya ha tenido bastante desprecio y rechazo.
Es raro pensar que este señor es alguien a quien mi padre quiere, y yo apenas sé su nombre. Bueno, él tampoco sabe quién soy. Mi padre se parece bastante a él... se parece a mí, y eso también es chocante. Por alguna razón, de todos los detalles de nuestra fisionomía que se adivinan similares, yo no puedo dejar de mirar esas manos grandes, trazadas de venas azules y artrosis.
Todo es muy extraño. A estas alturas no sé qué es peor, si las relaciones familiares que tengo o no tenerlas en absoluto. Qué desastre.
viernes, 16 de septiembre de 2016
Mongolos babosos, y otras cosas que joden.
Os pongo en situación: iba caminando por una calle cualquiera, con tres amigos/conocidos, aunque en ese momento en concreto desearía no haber tenido ninguna relación con ellos. Unos metros por delante de nosotros caminaba una pareja formada por un hombre alto, moreno y trajeado y por una chica joven, con un cuerpo precioso, enfundada en un ajustado vestido negro y largo. Al principio no me fijé mucho en ellos, como en casi nadie, pero uno de mis acompañantes sacó su teléfono móvil y comenzó a hacer fotografías de las nalgas de la muchacha.
Quienes me conocéis sabéis que no suelo enfadarme, pero en aquel momento (y aún ahora, al recordarlo) juro que me entró de todo por el cuerpo. La bilis me subió por la garganta y juro que me sentí enrojecer de ira. Me temblaban las manos.
Sobre todas las emociones, sentí lástima por la chica. Quería adelantarme corriendo, rodear sus delgados hombros con las manos y protegerla de las risas del puñado de chimpancés babosos que eran aquellos tres hombres. El "fotógrafo" solo quería enviársela a su hermano para que "catara un buen culo extranjero". ¿Por qué me enfadé tanto? Quería decirle que se cubriera, que no dejara que su cuerpo se convirtiese en un burdo objeto de exposición y distribución de nadie. Efectivamente, ningún cuerpo debería ser mirado sin amor. Aquel lascivo baboseo me dio asco.
Para quitarle importancia, uno de ellos le hizo una foto a mi gordo culo celulítico. Sé que piensa que mi enfado es fruto de la envidia (del cuerpo de ella) o peor, de los celos (del fotógrafo). Pero no. No querría que nadie me encontrara atractiva de esa manera. Es repugnante la idea de que alguien me fotografíe y comparta mi imagen sin mi permiso para que más mongolines vírgenes, desesperados y babosos digan "unga, unga". No querría que nadie que trate así a una mujer me encontrara deseable. Y, más allá de todas estas cuasi-banalidades, yo ya tengo a alguien que trata mi cuerpo con respeto, deseo y amor.
Simplemente, se trata de que querría proteger a todas las mujeres que, como mi atractiva congénere anónima, están sometidas a este tipo de trato, muchas veces sin saberlo. Me da tanta pena que se diga que este mundo no es machista...
Lo siento, amiga. No pude hacer nada, pero al menos les cayó un buen rapapolvo.
lunes, 12 de septiembre de 2016
Arrivederci, Roma.
Creo que estoy enamorada de Roma. Incluso ahora, sentada en la silla de polipiel de mi escritorio rellenando paquetitos de arroz (pre-boda) con la piel pegajosa de sudor, apenas puedo creer que haya estado allí. Ayer me despertaba con el apagado resplandor del amanecer iluminando las fachadas almohadilladas de los edificios hacia los adoquines, desde la Piazza de la Repubblica hasta el Coliseo, desde el Trastevere hacia la basílica de San Pedro del Vaticano. Y pensar que yo he estado ahí, absorbiendo el reflejo del sol en el Tíber, caminando entre su renacimiento tardío. Y pensar que recorrí el frío mármol del Apolo de Bernini con las yemas de los dedos, y vi la ciudad entera desde lo alto de la cúpula de Miguel Ángel. Y pensar, y pensar...
Creo que en esos instantes no pensaba demasiado. Ha habido momentos en que la emoción me podía y se me cerraba la garganta. Cuando me encontré los cuadros de la vocación y el martirio de San Mateo, las lágrimas pinchaban detrás de mis ojos. Ahora, en calma, me pregunto por qué me emociono tanto ante una obra de arte. ¿Porque sé lo que implican? ¿porque conozco la historia? ¿porque les he dedicado mucho esfuerzo y cariño? quizá simplemente se deba a que amo el arte. Distraídamente, cierro el cordel de la última bolsita en torno a la boquilla de poliéster, preguntándome si me emocionaría igual de caminar por la casa de Jane Austen, o si tuviera un original de Emily Brontë en mis manos. Es difícil de decir cuando he pasado una semana rodeada de Raffaeles, romanos, Berninis, Miguel Ángeles, Caravaggios y Cánovas.
Sólo puedo revivir estos momentos increíbles una y otra vez en mi cabeza. Oler a queso y a albahaca, y que se me haga la boca agua con el recuerdo de la acidez dulce de la panna cotta con frutos rojos. Recordar el alivio al entrar en la fresca humedad casi en penumbra de las iglesias, pensar en la enormidad de todas las obras de arte por encima de mi cabeza, el tacto arenoso de las piedras y columnas en el foro romano. Pienso con el mismo cariño en quienes han hecho este viaje conmigo, porque lo han convertido en algo inmejorable: recuerdo las risas de los chicos, y a mi hermano cubierto de helado de chocolate tratando de decir area videosorvegliata, y el tabú bajo el nombre de Bernina, y el Templo de Apolo para todo.
Esta es una de esas cosas que nunca se olvidan.
Gracias, gracias, Roma. Nos vemos pronto, lo prometo... ¡Ciao!
Creo que en esos instantes no pensaba demasiado. Ha habido momentos en que la emoción me podía y se me cerraba la garganta. Cuando me encontré los cuadros de la vocación y el martirio de San Mateo, las lágrimas pinchaban detrás de mis ojos. Ahora, en calma, me pregunto por qué me emociono tanto ante una obra de arte. ¿Porque sé lo que implican? ¿porque conozco la historia? ¿porque les he dedicado mucho esfuerzo y cariño? quizá simplemente se deba a que amo el arte. Distraídamente, cierro el cordel de la última bolsita en torno a la boquilla de poliéster, preguntándome si me emocionaría igual de caminar por la casa de Jane Austen, o si tuviera un original de Emily Brontë en mis manos. Es difícil de decir cuando he pasado una semana rodeada de Raffaeles, romanos, Berninis, Miguel Ángeles, Caravaggios y Cánovas.
Sólo puedo revivir estos momentos increíbles una y otra vez en mi cabeza. Oler a queso y a albahaca, y que se me haga la boca agua con el recuerdo de la acidez dulce de la panna cotta con frutos rojos. Recordar el alivio al entrar en la fresca humedad casi en penumbra de las iglesias, pensar en la enormidad de todas las obras de arte por encima de mi cabeza, el tacto arenoso de las piedras y columnas en el foro romano. Pienso con el mismo cariño en quienes han hecho este viaje conmigo, porque lo han convertido en algo inmejorable: recuerdo las risas de los chicos, y a mi hermano cubierto de helado de chocolate tratando de decir area videosorvegliata, y el tabú bajo el nombre de Bernina, y el Templo de Apolo para todo.
Esta es una de esas cosas que nunca se olvidan.
Gracias, gracias, Roma. Nos vemos pronto, lo prometo... ¡Ciao!
jueves, 25 de agosto de 2016
Aprendizaje tardío.
Esta extraña obsesión que te traes conmigo me ha traído muchas cosas a la cabeza que preferiría haber olvidado hace mucho tiempo. Prefería no haberlo recordado, no haberlo pensado, pero lo hice, y por la noche no pude eludir a mi subconsciente y recreé en sueños todas las noches que lloré su ausencia y extrañé su calor. A veces mi cabeza me juega malas pasadas, y me parece que me lo encuentro por las calles, que veo sus ojos al fondo del vagón de metro, a veces me apetece escuchar su música y echo de menos las cosas que no conocí.
Supongo que en parte me siento culpable de repetir la historia a la inversa. Recuerdo el dolor lacerante que supuso no cumplir las expectativas, no estar a la altura de ella. Saber que he causado el mismo tipo de sufrimiento (aunque a pequeña escala, en comparación) a una persona que me importa es lo que no me deja vivir. No los recuerdos... al fin y al cabo lo hecho y lo vivido quedan en el pasado y ya no es lo que era. Pero para él, ahora, es el presente.
Supongo que todo esto me convierte en una mala persona.
Creo que me merezco lo que tengo.
viernes, 19 de agosto de 2016
Blank space.
"Esta es la diferencia" pensé.
Estaba tumbada sobre Ale, todo piernas, brazos y calor. Nuestras respiraciones se habían calmado, al fin, y él estaba dormitando. Esta es la diferencia entre él y tú. Te crees mejor persona, más capaz, potencialmente mejor novio. Crees que vas a sorprenderme con flores y corazones, pero todos han hecho eso alguna vez y ninguno ha sido especial. Crees que eres más listo y más maduro, pero te marchas de las conversaciones en cuanto se toca un tema que te molesta. ¿Qué sería yo para ti? otra más, estoy segura, solo un nombre. Una chica a la que llevarías de la mano, como la muchacha de hace dos meses, pero yo no quiero ser un nombre más y vivir con el miedo de que te de uno de tus sirocos y te marches y me dejes. No puedo vivir con miedo a agradarte. A mí no me importa lo que sepas, lo que puedas hacer, yo solo quiero a una buena persona a mi lado.
Y, ahora mismo, este corazón que late bajo mi oreja se acelera por mí. Por alguna razón inexplicable, Ale me ama y jamás me dejará. Yo te encanto, pero piensas que no soy perfecta..., bueno, pues lo soy. Para Ale lo soy. Soy la mujer más guapa, más atractiva, más inteligente. Ale no está bajo mi encanto, está enamorado de mí. Esa es la diferencia entre él y tú. Vives preocupado de que él me haga daño, y me has hecho sufrir más las últimas dos semanas de lo que él hará jamás, porque todo es sencillo como respirar, como su caricia tierna en mi mejilla, como el calor tierno y perfecto que siento cuando me mira y me sonríe.
Yo no quiero darte esperanzas. Sabes que me divierto contigo, me gustas, y eres atractivo. Pero hombres como tú hay muchos, y buenas personas como él hay muy pocas. No me gusta sentir miedo o inseguridad. Empiezo a pensar que, aunque ale no estuviera en mi vida, jamás saldría con alguien como tú.
Estaba tumbada sobre Ale, todo piernas, brazos y calor. Nuestras respiraciones se habían calmado, al fin, y él estaba dormitando. Esta es la diferencia entre él y tú. Te crees mejor persona, más capaz, potencialmente mejor novio. Crees que vas a sorprenderme con flores y corazones, pero todos han hecho eso alguna vez y ninguno ha sido especial. Crees que eres más listo y más maduro, pero te marchas de las conversaciones en cuanto se toca un tema que te molesta. ¿Qué sería yo para ti? otra más, estoy segura, solo un nombre. Una chica a la que llevarías de la mano, como la muchacha de hace dos meses, pero yo no quiero ser un nombre más y vivir con el miedo de que te de uno de tus sirocos y te marches y me dejes. No puedo vivir con miedo a agradarte. A mí no me importa lo que sepas, lo que puedas hacer, yo solo quiero a una buena persona a mi lado.
Y, ahora mismo, este corazón que late bajo mi oreja se acelera por mí. Por alguna razón inexplicable, Ale me ama y jamás me dejará. Yo te encanto, pero piensas que no soy perfecta..., bueno, pues lo soy. Para Ale lo soy. Soy la mujer más guapa, más atractiva, más inteligente. Ale no está bajo mi encanto, está enamorado de mí. Esa es la diferencia entre él y tú. Vives preocupado de que él me haga daño, y me has hecho sufrir más las últimas dos semanas de lo que él hará jamás, porque todo es sencillo como respirar, como su caricia tierna en mi mejilla, como el calor tierno y perfecto que siento cuando me mira y me sonríe.
Yo no quiero darte esperanzas. Sabes que me divierto contigo, me gustas, y eres atractivo. Pero hombres como tú hay muchos, y buenas personas como él hay muy pocas. No me gusta sentir miedo o inseguridad. Empiezo a pensar que, aunque ale no estuviera en mi vida, jamás saldría con alguien como tú.
Get lucky.
El sol se había marchado tras las montañas cuando me agaché para sentarme en el viejo colchón de muelles vencidos. Casi tocaba el suelo con el culo. Las paredes estaban llenas de humedades, y podía ver desde mi posición la cola de Sully, como había bautizado en broma a la lagartija que vivía tras la cortina de nuestro cuarto prestado.
Lo más curioso es que, a pesar de todo lo que había pasado aquel día, me sentía extremadamente feliz. Mi cabeza olvidó (o ignoró) el hecho de que mi cama era incómoda, mi alojamiento estaba sucio y la comida no era ni demasiado abundante y demasiado rica; y de pronto me abrumó un sentimiento de intensa felicidad. Tenía un techo para dormir aquella noche, el estómago tranquilo, un sitio en el que dormir y agua corriente para ducharme. Tenía ropa seca y me había curado las heridas... Al fin, tras horas y horas arrastrándome montaña arriba bajo un sol de justicia, con el estómago vacío y empapada en sudor, lo único que sentía era cansancio y un dolor sordo en la espalda y los hombros. Pero también me sentía fuerte y esto es algo que debo agradecerle a mi cuerpo.
Sí, mi pobre cuerpo... digo muchas cosas malas de ti. Digo que eres feo, que te has formado mal y que te odio, pero durante esas horas eternas agradecí como nunca tu tenacidad, tu tamaño y tu fuerza. Agradecí que los músculos de mis piernas siguieran tensándose y levantando mi peso a cada zancada, y observé con orgullo cómo se movían bajo la piel con una potencia desconocida. En otras palabras, consciente de que mi cuerpo seguía adelante bajo circunstancias duras, me di cuenta de lo afortunada que soy de ser joven, de estar sana y en forma, de funcionar bien en cualquier situación. ¡Resulta que no soy todo cerebro! Ahora siento que mi cuerpo es resistente, hermoso y útil, y creo que debería cuidarlo un poco más. Al fin y al cabo, fui la única que no se lesionó, y eso debe significar algo.
Esta experiencia me ha dado muchas horas para pensar en muchas cosas, que es lo que yo pretendía. He pensado en mí, en Ale, en mi familia, en mis amigos, en Jorge. Pensé en la guerra, en Roma, en la islamofobia, en el machismo, en mil controversias y temas banales.
Recreé situaciones y me autoanalicé. No llegué a muchas conclusiones, pero tampoco dejé de pensar. Es impresionante cómo se modifican los parámetros de la felicidad cuando tus necesidades básicas no están garantizadas...; creo que también aprecio un poco mejor las comodidades que tengo todos los días. Ha sido diferente a la otra vez, en intensidad, en dificultad y en independencia. En esta ocasión, iba sola, sin nadie que me cogiera de la mano y me dijera dónde dormir o qué comer. No había caído en esa diferencia, pero cuando estás ahí, lo notas... y puede dar un poco de miedo. Como un bocadito del mundo real, por breve que fuera.
Espero que todas estas cosas no se me olviden. Espero haber cambiado, y confío en ser mejor persona... en algún momento.
Lo más curioso es que, a pesar de todo lo que había pasado aquel día, me sentía extremadamente feliz. Mi cabeza olvidó (o ignoró) el hecho de que mi cama era incómoda, mi alojamiento estaba sucio y la comida no era ni demasiado abundante y demasiado rica; y de pronto me abrumó un sentimiento de intensa felicidad. Tenía un techo para dormir aquella noche, el estómago tranquilo, un sitio en el que dormir y agua corriente para ducharme. Tenía ropa seca y me había curado las heridas... Al fin, tras horas y horas arrastrándome montaña arriba bajo un sol de justicia, con el estómago vacío y empapada en sudor, lo único que sentía era cansancio y un dolor sordo en la espalda y los hombros. Pero también me sentía fuerte y esto es algo que debo agradecerle a mi cuerpo.
Sí, mi pobre cuerpo... digo muchas cosas malas de ti. Digo que eres feo, que te has formado mal y que te odio, pero durante esas horas eternas agradecí como nunca tu tenacidad, tu tamaño y tu fuerza. Agradecí que los músculos de mis piernas siguieran tensándose y levantando mi peso a cada zancada, y observé con orgullo cómo se movían bajo la piel con una potencia desconocida. En otras palabras, consciente de que mi cuerpo seguía adelante bajo circunstancias duras, me di cuenta de lo afortunada que soy de ser joven, de estar sana y en forma, de funcionar bien en cualquier situación. ¡Resulta que no soy todo cerebro! Ahora siento que mi cuerpo es resistente, hermoso y útil, y creo que debería cuidarlo un poco más. Al fin y al cabo, fui la única que no se lesionó, y eso debe significar algo.
Esta experiencia me ha dado muchas horas para pensar en muchas cosas, que es lo que yo pretendía. He pensado en mí, en Ale, en mi familia, en mis amigos, en Jorge. Pensé en la guerra, en Roma, en la islamofobia, en el machismo, en mil controversias y temas banales.
Recreé situaciones y me autoanalicé. No llegué a muchas conclusiones, pero tampoco dejé de pensar. Es impresionante cómo se modifican los parámetros de la felicidad cuando tus necesidades básicas no están garantizadas...; creo que también aprecio un poco mejor las comodidades que tengo todos los días. Ha sido diferente a la otra vez, en intensidad, en dificultad y en independencia. En esta ocasión, iba sola, sin nadie que me cogiera de la mano y me dijera dónde dormir o qué comer. No había caído en esa diferencia, pero cuando estás ahí, lo notas... y puede dar un poco de miedo. Como un bocadito del mundo real, por breve que fuera.
Espero que todas estas cosas no se me olviden. Espero haber cambiado, y confío en ser mejor persona... en algún momento.
jueves, 18 de agosto de 2016
Dis-connect.
Han sido dos semanas muy largas para mí. Han ocurrido muchas cosas, y he pensado más aún...; antes de marcharme decidí no llevarme nada para escribir, por ver si de alguna manera conseguía madurar las cosas mentalmente. Ahora me arrepiento, siento que no tengo un punto por el que empezar a razonar las cosas, siento que necesito escribir y no me sale, porque las ideas se han evaporado con el roce tibio del sol en mi piel...
Pero, volviendo a lo que nos ocupa, es momento de comenzar, por donde sea.
Pero, volviendo a lo que nos ocupa, es momento de comenzar, por donde sea.
sábado, 30 de julio de 2016
Problemas del primer mundo.
No soy una persona vengativa, y quienes me conocen lo saben. Por eso acudí cuando Zowel me llamó desde otra mesa de la terraza del bar, a pesar de algunas de las personas que la acompañaban. Aunque no negaré que había tratado de pasar desapercibida cuando me senté con mis amigas y pedí una cerveza. Vi su mano rechoncha y pálida en la distancia y suspiré.
-Perdonadme un momento.- musité a mis amigos.
Me solté la trenza y los rizos me cayeron alrededor del rostro. Agradecí mentalmente haberme maquillado mientras me levantaba, tratando de no tropezar con mi falda larga, y me acercaba a la ristra de mesas unidas
Zowel es una de esas chicas que despiertan el odio y la envidia de las mujeres allá donde van, y la admiración y las babas de los hombres. Bajita, larga melena teñida de un naranja apagado, acento extranjero y sensual, cuerpo blanco, blando, curvado y perfecto, ojos verdes y boca de infarto. Toda esa voluptuosidad acompañada de un cerebro despierto, brillante, artístico y una lengua viperina y mordaz.
Pero su rostro de facciones delicadas perdió su aire irónico y sonrió abiertamente, de forma cálida, mientras se levantaba para abrazarme.
Sin muchos preámbulos, nos lanzamos a una conversación acelerada de impresiones, personajes, intenciones, patrones, liricismo, citas, páginas, comparaciones, libros, libros, libros y más libros. Cesamos nuestro intercambio para no ser descorteses, bajo promesas de vernos y discutir de nuevo, y prestarnos más libros, con ganas de más. Pensé en lo grato que es encontrar a alguien con una pasión en común que sepa comentar un buen libro.
- Y este es Guaio. Se acaba de leer la Metamorphosis, encontré tu exposición el otro día y se la enseñé.
Estoy tratando de recordar cómo me sentía cuando me giré hacia él con mi sonrisa falsa por excelencia. Estaba nerviosa. Sé que me alegré de lo bueno que había sido mi trabajo sobre Ovidio, ¿o no? Me sentí inmediatamente más segura, más inteligente. ¿Me recordaba? Su media sonrisa decía que sí, y a mí se me cayó el alma pensándolo. No quería que tuviera a la vieja versión de mí en la cabeza. No quería a la chica gordita, triste y acomplejada de hace años. Escribiendo y repensando esta escena, intento encontrar algún resentimiento en mis recuerdos hacia él, alguna pena o rabia ante las cosas que me hizo y me dijo, pero solo encuentro la vergüenza de unos viejos sentimientos no correspondidos; me encuentro ante el vago deseo de que ahora piense en mí como en la persona en la que me he convertido, y que no vuelva a hacerme sentir inferior nunca más.
Un poco más tarde, me senté con ellos y Guaio y yo estuvimos intercambiando impresiones sobre otras obras y movimientos, y sobre series, y cine, y arte, y luego nos pasamos a la historia, y el tiempo voló. Voló, y más tarde me pidió que le acompañara, que le diera mi móvil y que saliéramos más veces. Con una risa encantadora, me negué y le dije que yo no sentía lo mismo por él, citando casi exactamente las palabras que me había dicho cuatro años atrás cuando me rechazó.
Y por fin siento que he dado carpetazo a esos recuerdos, de forma cínica y bastante satisfactoria.
-Perdonadme un momento.- musité a mis amigos.
Me solté la trenza y los rizos me cayeron alrededor del rostro. Agradecí mentalmente haberme maquillado mientras me levantaba, tratando de no tropezar con mi falda larga, y me acercaba a la ristra de mesas unidas
Zowel es una de esas chicas que despiertan el odio y la envidia de las mujeres allá donde van, y la admiración y las babas de los hombres. Bajita, larga melena teñida de un naranja apagado, acento extranjero y sensual, cuerpo blanco, blando, curvado y perfecto, ojos verdes y boca de infarto. Toda esa voluptuosidad acompañada de un cerebro despierto, brillante, artístico y una lengua viperina y mordaz.
Pero su rostro de facciones delicadas perdió su aire irónico y sonrió abiertamente, de forma cálida, mientras se levantaba para abrazarme.
Sin muchos preámbulos, nos lanzamos a una conversación acelerada de impresiones, personajes, intenciones, patrones, liricismo, citas, páginas, comparaciones, libros, libros, libros y más libros. Cesamos nuestro intercambio para no ser descorteses, bajo promesas de vernos y discutir de nuevo, y prestarnos más libros, con ganas de más. Pensé en lo grato que es encontrar a alguien con una pasión en común que sepa comentar un buen libro.
- Y este es Guaio. Se acaba de leer la Metamorphosis, encontré tu exposición el otro día y se la enseñé.
Estoy tratando de recordar cómo me sentía cuando me giré hacia él con mi sonrisa falsa por excelencia. Estaba nerviosa. Sé que me alegré de lo bueno que había sido mi trabajo sobre Ovidio, ¿o no? Me sentí inmediatamente más segura, más inteligente. ¿Me recordaba? Su media sonrisa decía que sí, y a mí se me cayó el alma pensándolo. No quería que tuviera a la vieja versión de mí en la cabeza. No quería a la chica gordita, triste y acomplejada de hace años. Escribiendo y repensando esta escena, intento encontrar algún resentimiento en mis recuerdos hacia él, alguna pena o rabia ante las cosas que me hizo y me dijo, pero solo encuentro la vergüenza de unos viejos sentimientos no correspondidos; me encuentro ante el vago deseo de que ahora piense en mí como en la persona en la que me he convertido, y que no vuelva a hacerme sentir inferior nunca más.
Un poco más tarde, me senté con ellos y Guaio y yo estuvimos intercambiando impresiones sobre otras obras y movimientos, y sobre series, y cine, y arte, y luego nos pasamos a la historia, y el tiempo voló. Voló, y más tarde me pidió que le acompañara, que le diera mi móvil y que saliéramos más veces. Con una risa encantadora, me negué y le dije que yo no sentía lo mismo por él, citando casi exactamente las palabras que me había dicho cuatro años atrás cuando me rechazó.
Y por fin siento que he dado carpetazo a esos recuerdos, de forma cínica y bastante satisfactoria.
miércoles, 27 de julio de 2016
Stay strong, my friend.
Una conversación de hoy ha sacado a relucir una pieza más de mi vida que debería estar sepultada entre recuerdos banales. No sentía aprensión ni miedo mientras le hablaba de ello, ahora parece una historia vivida por otra persona, en otro mundo, hace muchos, muchos años.
Ahora cierro los ojos y revivo aquellas imágenes difusas como si estuviera recordando escenas de una película. Puedo recordarme abriendo los ojos en el salón de mi casa, sin saber por qué estoy ahí. Debería estar en el colegio, no hace mucho que lo estaba. Hay algo oprimiendo mi brazo izquierdo levemente y abro los ojos para contemplar a mi madre, arrodillada, tomándome la tensión. Mis párpados pesaban como plomo y ahora lamento no haberme llevado recuerdos más precisos de cómo era cuando mi madre podía caminar, con sus pasitos cortos y rápidos, siempre inclinada hacia delante.
Mi madre dijo que tenía la tensión muy baja y me preguntó si había desayunado ese día. Yo gruñí, evitando la pregunta. No, no había desayunado, y tampoco cené la noche anterior, y dejé la mitad del almuerzo del día previo a ese; pero eso no era lo que yo había dicho y nadie tenía por qué saber la verdad.
Alcé mi brazo de hormigón con un esfuerzo sobrehumano y l observé al trasluz, maravillándome de lo delgada que estaba mi muñeca y lo largos y finos que lucían mis dedos. Sé que en ese momento me sentí así, fascinada de la naturaleza de mis huesos sobresaliendo, pero ahora recuerdo ese momento de mi vida como una nebulosa de desmayos, hipoglucemias y bajadas de tensión, una sombra de días rápidos, sin fuerza, sin mella.
Recuerdo que, aquellos días, solo quería dormir, dormir para siempre. Ahora eso ya ha pasado, pero no puedo evitar un escalofrío de ¿ansiedad? ¿miedo? cuando la gente habla tan a la ligera de ciertos temas, cuando la gente no se toma en serio el valor de sus vidas y sus cuerpos.
Ahora cierro los ojos y revivo aquellas imágenes difusas como si estuviera recordando escenas de una película. Puedo recordarme abriendo los ojos en el salón de mi casa, sin saber por qué estoy ahí. Debería estar en el colegio, no hace mucho que lo estaba. Hay algo oprimiendo mi brazo izquierdo levemente y abro los ojos para contemplar a mi madre, arrodillada, tomándome la tensión. Mis párpados pesaban como plomo y ahora lamento no haberme llevado recuerdos más precisos de cómo era cuando mi madre podía caminar, con sus pasitos cortos y rápidos, siempre inclinada hacia delante.
Mi madre dijo que tenía la tensión muy baja y me preguntó si había desayunado ese día. Yo gruñí, evitando la pregunta. No, no había desayunado, y tampoco cené la noche anterior, y dejé la mitad del almuerzo del día previo a ese; pero eso no era lo que yo había dicho y nadie tenía por qué saber la verdad.
Alcé mi brazo de hormigón con un esfuerzo sobrehumano y l observé al trasluz, maravillándome de lo delgada que estaba mi muñeca y lo largos y finos que lucían mis dedos. Sé que en ese momento me sentí así, fascinada de la naturaleza de mis huesos sobresaliendo, pero ahora recuerdo ese momento de mi vida como una nebulosa de desmayos, hipoglucemias y bajadas de tensión, una sombra de días rápidos, sin fuerza, sin mella.
Recuerdo que, aquellos días, solo quería dormir, dormir para siempre. Ahora eso ya ha pasado, pero no puedo evitar un escalofrío de ¿ansiedad? ¿miedo? cuando la gente habla tan a la ligera de ciertos temas, cuando la gente no se toma en serio el valor de sus vidas y sus cuerpos.
martes, 26 de julio de 2016
Vida interminable.
"Hay toda clase de historias. Algunas nacen al ser contadas, su sustancia es el lenguaje y antes de que alguien las ponga en palabras son apenas una emoción, un capricho de la mente, una imagen o una intangible reminiscencia. Otras vienen completas, como manzanas, y pueden repetirse hasta el infinito sin riesgo de alterar su sentido. Existen unas tomadas de la realidad y procesadas por la inspiración, mientras que otras nacen de un instante de inspiración y se convierten en realidad al ser contadas. Y hay historias secretas que permanecen ocultas en las sombras de la memoria, son como organismos vivos, les salen raíces, tentáculos, se llenan de adherencias y con el tiempo se convierten en materia de pesadillas. A veces para exorcizar los demonios de un recuerdo es necesario contarlo como un cuento."
Isabel Allende.
Isabel Allende.
Sleep time
El recuerdo mil veces manoseado de esa insinuación repentina y tardía reavivó un fuego que ya creía apagado y, sin planearlo, me quedé dormida fantaseando con el movimiento de su cadera contra la mía, flexible y elástica, sintiendo cada músculo de su cuerpo, su pierna entre las mías, sus manos suaves y su rostro distractor, concentrado, rezumando seguridad y sensualidad. El sueño continuó lo que mi fantasía nocturna había empezado y me encontré dibujándonos en escenarios conocidos y por conocer a lo largo de la noche, mi cabeza recreando la ardorosa pasión de mis recuerdos reales con su rostro y sus manos. Me desperté como si de una siesta se tratara, culpable y anhelante.
domingo, 24 de julio de 2016
Nutshell.
Solo recuerdo negrura. Negura, y angustia, miedo, anticipación. Vagamente, en algún rincón de mi cabeza, sé que estoy soñando, pero no puedo hacer nada al respecto..., salvo esperar.
De pronto, un alarido espantoso se abre paso en el aire denso y caliente hasta mí. Es familiar, dolorosamente familiar. Un chirrido ronco, sin aire, un gimoteo cascado y grave...
- ¡Mamá! -vocifero, girando sin parar en esa habitación negra sin límites ni contornos.
Otro grito de dolor, terminado en un sollozo. Escucho gemidos y súplicas balbuceadas, y quiero correr en cualquier dirección, moverme hacia la voz que suena tan cerca.
Ahora, alguien me está agarrando desde atrás. ¡No me toque! pienso, o chillo, pero tira de mis brazos hacia mi espalda y bisisea, chista, trata de hacerme callar. Respiro bocanadas desesperadas del aire húmedo de alrededor. Yo grito, mamá grita. No puedo ayudarla, jamás podré ayudarla.
Abro los ojos con una sacudida, sintiéndome como si acabara de correr un maratón; la habitación cargada, oscura y pesada como en mi sueño. Me quito la camiseta con la que duermo para eliminar la fría humedad de mi sudor, pero está en las sábanas, en la colcha, en todas partes; y me incorporo, agarrotada y enfadada, abrazando mis piernas desnudas.
Me pregunto si estas pesadillas acabarán algún día.
De pronto, un alarido espantoso se abre paso en el aire denso y caliente hasta mí. Es familiar, dolorosamente familiar. Un chirrido ronco, sin aire, un gimoteo cascado y grave...
- ¡Mamá! -vocifero, girando sin parar en esa habitación negra sin límites ni contornos.
Otro grito de dolor, terminado en un sollozo. Escucho gemidos y súplicas balbuceadas, y quiero correr en cualquier dirección, moverme hacia la voz que suena tan cerca.
Ahora, alguien me está agarrando desde atrás. ¡No me toque! pienso, o chillo, pero tira de mis brazos hacia mi espalda y bisisea, chista, trata de hacerme callar. Respiro bocanadas desesperadas del aire húmedo de alrededor. Yo grito, mamá grita. No puedo ayudarla, jamás podré ayudarla.
Abro los ojos con una sacudida, sintiéndome como si acabara de correr un maratón; la habitación cargada, oscura y pesada como en mi sueño. Me quito la camiseta con la que duermo para eliminar la fría humedad de mi sudor, pero está en las sábanas, en la colcha, en todas partes; y me incorporo, agarrotada y enfadada, abrazando mis piernas desnudas.
Me pregunto si estas pesadillas acabarán algún día.
viernes, 22 de julio de 2016
Inseguridades II.
- Eres perfecta y me encantas.
Estira la mano. No. No me toques, por favor. Sé lo que vas a hacer, lo has hecho cientos de veces, pero no puedo. Observo cómo pellizca suavemente mi vientre, mi asquerosa y sucia barriga de gorda. ¿Cómo puedes acariciar y besar eso? Es asqueroso. Yo soy asquerosa.
Pero... ¿no importa?
Estira la mano. No. No me toques, por favor. Sé lo que vas a hacer, lo has hecho cientos de veces, pero no puedo. Observo cómo pellizca suavemente mi vientre, mi asquerosa y sucia barriga de gorda. ¿Cómo puedes acariciar y besar eso? Es asqueroso. Yo soy asquerosa.
Pero... ¿no importa?
Whatever tomorrow brings.
Me voy de retiro espiritual, otra vez. Galicia, mi bella Galicia...
La última vez fue hace tres años, y me fui con el corazón hecho un lío y setenta amigos. En esas largas caminatas de verdor y silencio pude encontrar la paz de necesitaba para deshacer todos los nudos de mi alma.
Y ahora, allá voy de nuevo. Esta vez, solo cuatro personas me acompañan, y por eso mismo espero que mi peregrinaje sea más íntimo y especial. Tengo la sensación de que he pensado y aprendido mucho en muy poco tiempo y es momento de asentar las ideas y devolverle la calma a mi mente y la alegría a mi espíritu. Poner las cosas en perspectiva, si lo preferís.
Son cuatro personas únicas, y sé que me voy a divertir. Tendremos ocasión de hablar y jugar mucho, pero también espero el silencio del camino, la visión de los valles y colinas con su eterno verdegal lozano, el olor a humedad y el aire fresco que me libren de la opresión del verano.
No va a ser fácil, y no tengo la intención de que lo sea. Me gusta esforzarme. Mi padre dice a menudo que el que algo quiere, algo le cuesta, y yo lo he adoptado como una filosofía vital. Es una forma de apreciarse a uno mismo por el esfuerzo y la dedicación, y valorar mucho más los frutos del propio trabajo.
No va a ser fácil, pero a mí no me gusta fácil.
La última vez fue hace tres años, y me fui con el corazón hecho un lío y setenta amigos. En esas largas caminatas de verdor y silencio pude encontrar la paz de necesitaba para deshacer todos los nudos de mi alma.
Y ahora, allá voy de nuevo. Esta vez, solo cuatro personas me acompañan, y por eso mismo espero que mi peregrinaje sea más íntimo y especial. Tengo la sensación de que he pensado y aprendido mucho en muy poco tiempo y es momento de asentar las ideas y devolverle la calma a mi mente y la alegría a mi espíritu. Poner las cosas en perspectiva, si lo preferís.
Son cuatro personas únicas, y sé que me voy a divertir. Tendremos ocasión de hablar y jugar mucho, pero también espero el silencio del camino, la visión de los valles y colinas con su eterno verdegal lozano, el olor a humedad y el aire fresco que me libren de la opresión del verano.
No va a ser fácil, y no tengo la intención de que lo sea. Me gusta esforzarme. Mi padre dice a menudo que el que algo quiere, algo le cuesta, y yo lo he adoptado como una filosofía vital. Es una forma de apreciarse a uno mismo por el esfuerzo y la dedicación, y valorar mucho más los frutos del propio trabajo.
No va a ser fácil, pero a mí no me gusta fácil.
jueves, 21 de julio de 2016
Inseguridades.
Me miro al espejo como si la persona que está ahí reflejada no fuera yo. Quiero escribir que estoy en uno de esos raros momentos de mi vida en que me odio, me odio de pies a cabeza, pero realmente no son raros para nada. Incluso esas cosas que normalmente suponen un consuelo, como mis pecas, mis ojos, mi cabello bonito o mis manos largas y elegantes parecen defectos bajo estos ojos distorsionados míos.
En situaciones como esta, solo quiero llorar y escupirme. Me pregunto quién podrá quererme en este cuerpo. Me pregunto si Ale me querría de tener más donde escoger. Me pregunto por qué el resto de las personas no me dicen la verdad cuando me miran.
Esbozo una sonrisa fingida, exhibiendo mi hermosa sonrisa de ortodoncia, pero tomo nota del color oscuro de mis huesos, los labios finos y redondos, y un rictus triste reemplaza a mi sonrisa fría en el espejo.
Cada centímetro de mí parece deplorable. El cabello, crispado por el maltrato de los tintes y el calor. Mi rostro abrupto, mi mandíbula pronunciada, mis ojos pequeños, el bultito en el puente de mi nariz, mi escaso pómulo. Odio mi cuerpo grande y fuerte, mi piel áspera y dermatitosa, mi cintura ancha, mi pecho bajo y flojo, las grandes aureolas rosadas, mis pies anchos, mi culo plano, mis caderas estrechas, mis piernas juntas. Odiaba estar más gorda de lo que estoy, y ahora odio las largas estrías de colores diversos -del morado al blanco, pasando por el rosa y el tostado- que cruzan como cicatrices mi estómago, mis muslos, mi espalda, mis brazos, mi pecho. Odio mi palidez rosada en invierno, y este moreno amarillento de verano. Odio mis huesos grandes y los depósitos de tejido adiposo asentados al azar en lugares extraños. Odio mis mejillas rubicundas y mi rubor de muñeca pepona.
Así que le pongo mala cara a esa imagen con la que tengo que vivir y, con un suspiro, le doy la espalda para meterme en la ducha.
En situaciones como esta, solo quiero llorar y escupirme. Me pregunto quién podrá quererme en este cuerpo. Me pregunto si Ale me querría de tener más donde escoger. Me pregunto por qué el resto de las personas no me dicen la verdad cuando me miran.
Esbozo una sonrisa fingida, exhibiendo mi hermosa sonrisa de ortodoncia, pero tomo nota del color oscuro de mis huesos, los labios finos y redondos, y un rictus triste reemplaza a mi sonrisa fría en el espejo.
Cada centímetro de mí parece deplorable. El cabello, crispado por el maltrato de los tintes y el calor. Mi rostro abrupto, mi mandíbula pronunciada, mis ojos pequeños, el bultito en el puente de mi nariz, mi escaso pómulo. Odio mi cuerpo grande y fuerte, mi piel áspera y dermatitosa, mi cintura ancha, mi pecho bajo y flojo, las grandes aureolas rosadas, mis pies anchos, mi culo plano, mis caderas estrechas, mis piernas juntas. Odiaba estar más gorda de lo que estoy, y ahora odio las largas estrías de colores diversos -del morado al blanco, pasando por el rosa y el tostado- que cruzan como cicatrices mi estómago, mis muslos, mi espalda, mis brazos, mi pecho. Odio mi palidez rosada en invierno, y este moreno amarillento de verano. Odio mis huesos grandes y los depósitos de tejido adiposo asentados al azar en lugares extraños. Odio mis mejillas rubicundas y mi rubor de muñeca pepona.
Así que le pongo mala cara a esa imagen con la que tengo que vivir y, con un suspiro, le doy la espalda para meterme en la ducha.
Sleepless nights.
Me da miedo la noche.
Intento no enfrentarme a esa aterradora verdad mientras mis ojos recorren ansiosos la oscuridad del dormitorio. Anoche dormí a cabezadas, cada vez que cerraba los ojos, un nuevo horror para perseguirme. Atrapada en el duermevela, no puedo forzar mis ojos a abrirse de nuevo, y percibo cómo la negrura de la pesadilla se abate sobre mí.
Siento el corazón en la boca y me esfuerzo por tragármelo de nuevo. Con mi respiración, se acelera su latido, y siento un breve pinchazo de protesta en mis sienes. Dios, estas jaquecas son terribles. Respiro hondo, fuerzo a mis pulmones a calmarse, mi cuerpo palpita en tensión.
Trato de pensar en un lugar feliz, y recuerdo vagamente el escenario florido, de colores pastel, que soñé no hace mucho; estaba tumbada, con la cabeza en el regazo de Ale, que mecía una cereza delante de mí, haciéndola girar por el tallo. Yo me alzaba, riendo, tratando de pescar la fruta con los dientes. Pronto, otras imágenes de Ale pasan por mi cabeza y mi ritmo cardíaco aletea de nuevo, mi cuerpo se contrae de forma muy distinta y se me seca la boca. No, esto no va a funcionar.
Suspiro y me siento en la cama. Mi camiseta huele a tabaco y arrugo la nariz, asqueada, antes de sacármela por la cabeza de un solo movimiento fluido. Mi pecho se yergue ante el aire frío de la habitación, mi piel erizada.
Fuera llueve en forma de pegotes oscuros, el cielo se ilumina intermitentemente. Esto no es lo que yo quería...
Intento no enfrentarme a esa aterradora verdad mientras mis ojos recorren ansiosos la oscuridad del dormitorio. Anoche dormí a cabezadas, cada vez que cerraba los ojos, un nuevo horror para perseguirme. Atrapada en el duermevela, no puedo forzar mis ojos a abrirse de nuevo, y percibo cómo la negrura de la pesadilla se abate sobre mí.
Siento el corazón en la boca y me esfuerzo por tragármelo de nuevo. Con mi respiración, se acelera su latido, y siento un breve pinchazo de protesta en mis sienes. Dios, estas jaquecas son terribles. Respiro hondo, fuerzo a mis pulmones a calmarse, mi cuerpo palpita en tensión.
Trato de pensar en un lugar feliz, y recuerdo vagamente el escenario florido, de colores pastel, que soñé no hace mucho; estaba tumbada, con la cabeza en el regazo de Ale, que mecía una cereza delante de mí, haciéndola girar por el tallo. Yo me alzaba, riendo, tratando de pescar la fruta con los dientes. Pronto, otras imágenes de Ale pasan por mi cabeza y mi ritmo cardíaco aletea de nuevo, mi cuerpo se contrae de forma muy distinta y se me seca la boca. No, esto no va a funcionar.
Suspiro y me siento en la cama. Mi camiseta huele a tabaco y arrugo la nariz, asqueada, antes de sacármela por la cabeza de un solo movimiento fluido. Mi pecho se yergue ante el aire frío de la habitación, mi piel erizada.
Fuera llueve en forma de pegotes oscuros, el cielo se ilumina intermitentemente. Esto no es lo que yo quería...
lunes, 18 de julio de 2016
Flawless.
Por un momento, recordé lo que se siente cuando crees que controlas tu propia vida. Por una vez, mi existencia no era una sucesión de días anodinos. Ya no era una historia triste. Supongo que me sentí como la protagonista de una historia, de un cuento, cuando enfrenté un edificio descolorido, tosco y excesivamente volumétrico, decorado con negros barrotes en los vanos y con los cuerpos coloridos de mis nuevos amigos. Creo que pocas veces en mi vida he experimentado un sentimiento tan intenso.
Supongo que me sentí viva.
Y sí, sé que en algún momento, este día perderá su colorido, y con el paso del tiempo se convertirá en una anécdota más. Sé que me haré vieja, y nada tendrá sentido más allá de seguir empujando los días; tampoco espero que lo tenga. Para entonces, imagino que mi papel en este mundo será guiar los pasos de mis hijos y mis sobrinos, e intentar en la medida de lo posible que no comentan los mismos errores que me quedan por cometer ahora. Sólo seguiré dejando mis ideas por escrito, y con un poco de suerte, algún día inspiraré a alguien. Entonces sabré que toda mi existencia ha servido para algo.
Mientras tanto, supongo que cada día vibra como el resplandor de este sol de verano oculto bajo la palma tenaz de mis manos. Librada de la ceguera repentina, puedo sentir el halo de blancura manchando el perfecto azul del cielo en rayos puntiagudos. Cada día es mío para hacer lo que quiera con él. Creo que esto es sentirse vivo.
Supongo que me sentí viva.
Y sí, sé que en algún momento, este día perderá su colorido, y con el paso del tiempo se convertirá en una anécdota más. Sé que me haré vieja, y nada tendrá sentido más allá de seguir empujando los días; tampoco espero que lo tenga. Para entonces, imagino que mi papel en este mundo será guiar los pasos de mis hijos y mis sobrinos, e intentar en la medida de lo posible que no comentan los mismos errores que me quedan por cometer ahora. Sólo seguiré dejando mis ideas por escrito, y con un poco de suerte, algún día inspiraré a alguien. Entonces sabré que toda mi existencia ha servido para algo.
Mientras tanto, supongo que cada día vibra como el resplandor de este sol de verano oculto bajo la palma tenaz de mis manos. Librada de la ceguera repentina, puedo sentir el halo de blancura manchando el perfecto azul del cielo en rayos puntiagudos. Cada día es mío para hacer lo que quiera con él. Creo que esto es sentirse vivo.
sábado, 16 de julio de 2016
An endless sporadic
Como siempre en esta clase de situaciones, mi cabeza está funcionando mucho más allá que mis sentidos, pero el latido veloz de mi corazón está resonando con fuerza en mis oídos, y hormigueando en mis sienes, y no me puedo concentrar.
Está apoyado sobre su espalda, y yo sobre él. Puedo sentir cada músculo contraerse bajo mi peso, y mi mente empieza a elaborar una descripción minuciosa según se tensan sus bíceps para abrazarme, su abdomen, su pierna entre las mías. Se me ha secado la boca, y siento un revoloteo ansioso en el esternón, y un ramalazo de calor según mi sangre burbujea buscando mi cara. Respiro hondo, y por un momento me alegro de mi elección de hoy.
Él huele a desodorante y, de forma un tanto vaga, a algo dulce. No puedo pensar. Si entro en contacto con su piel, estoy perdida. Mi imaginación está volando y no puedo evitar sentir las miradas ajenas pinchando mi piel abrasada por el calor, por su abrazo y por un deje de culpabilidad.
Echo el rostro hacia atrás, tratando de aclarar mi mente, de respirar algo que no sea su calor. En un momento incómodo, siento que está demasiado cerca, y que puede verlo y sentirlo todo.
Observo sus rasgos, absorbiéndolo todo: su piel suave, la barbita incipiente, la curva de su pómulo, esos labios entreabiertos, rosados y suaves, y esos ojos que me miran con seriedad por una vez desde su resplandor casi ambarino. Uf.
Está apoyado sobre su espalda, y yo sobre él. Puedo sentir cada músculo contraerse bajo mi peso, y mi mente empieza a elaborar una descripción minuciosa según se tensan sus bíceps para abrazarme, su abdomen, su pierna entre las mías. Se me ha secado la boca, y siento un revoloteo ansioso en el esternón, y un ramalazo de calor según mi sangre burbujea buscando mi cara. Respiro hondo, y por un momento me alegro de mi elección de hoy.
Él huele a desodorante y, de forma un tanto vaga, a algo dulce. No puedo pensar. Si entro en contacto con su piel, estoy perdida. Mi imaginación está volando y no puedo evitar sentir las miradas ajenas pinchando mi piel abrasada por el calor, por su abrazo y por un deje de culpabilidad.
Echo el rostro hacia atrás, tratando de aclarar mi mente, de respirar algo que no sea su calor. En un momento incómodo, siento que está demasiado cerca, y que puede verlo y sentirlo todo.
Observo sus rasgos, absorbiéndolo todo: su piel suave, la barbita incipiente, la curva de su pómulo, esos labios entreabiertos, rosados y suaves, y esos ojos que me miran con seriedad por una vez desde su resplandor casi ambarino. Uf.
Y entonces, cómo no, me despierto.
martes, 12 de julio de 2016
2:20
Creo que hoy he empezado a entender un poco mejor a las chicas que siempre dicen "nada" cuando les preguntan qué les ocurre. "Nada" nunca es nada, obviamente. "Nada" es que no me apetece hablar de ello ahora, o que estoy triste; a lo mejor también estoy cansada o necesito pensarlo un poco mejor. "Nada" se traduce en "déjame tranquila", aunque solo sea por unos instantes.
Pero ese "nada" es tan predecible que al menos ya sabéis lo que no significa. Por eso más vale dejar de usarlo y buscar buenas excusas, de esas que no son completamente inventadas. Mitad verdadera, una buena escusa que valga por "nada" debe ser otra cosa que ande rondando tu mente, pero que sea más banal o menos seria que la anterior.
Adeps me acaba de preguntar exactamente eso mismo, y por ser quien es, he estado a punto de ser sincera. Pero no. Si me hubiera estado mirando a los ojos, me captaría de inmediato, pero Whatsapp tiene sus ventajas.
Creo que no se lo he contado porque hasta cierto punto me parece casi "banal", pero por alguna razón, que ocurra con frecuencia no quita los nervios o el miedo. Según pienso en el pasado, me asusto del futuro, y vuelvo a no poder dormir, ni vivir, y seguir escribiendo, y darle mil vueltas al pánico que me atenaza la existencia y morirme de pena mientras murmuro verdades a medias como que "no me pasa nada".
Pero ese "nada" es tan predecible que al menos ya sabéis lo que no significa. Por eso más vale dejar de usarlo y buscar buenas excusas, de esas que no son completamente inventadas. Mitad verdadera, una buena escusa que valga por "nada" debe ser otra cosa que ande rondando tu mente, pero que sea más banal o menos seria que la anterior.
Adeps me acaba de preguntar exactamente eso mismo, y por ser quien es, he estado a punto de ser sincera. Pero no. Si me hubiera estado mirando a los ojos, me captaría de inmediato, pero Whatsapp tiene sus ventajas.
Creo que no se lo he contado porque hasta cierto punto me parece casi "banal", pero por alguna razón, que ocurra con frecuencia no quita los nervios o el miedo. Según pienso en el pasado, me asusto del futuro, y vuelvo a no poder dormir, ni vivir, y seguir escribiendo, y darle mil vueltas al pánico que me atenaza la existencia y morirme de pena mientras murmuro verdades a medias como que "no me pasa nada".
Delicious summer time.
Debo ser la única persona de este mundo que odia las vacaciones. ¿Quién puede odiar dormir, tomar el sol y tener tiempo para ver series y leer libros? pensaréis. Bueno, pues yo. Odio tener tiempo para mí misma y sentirme culpable sobre no ser productiva. Además, eso significa pensar, y pensar es malo. Las pesadillas vuelven a ser recurrentes y aplastantes. A veces me despierto a las cuatro o cinco de la mañana y me quedo leyendo y escribiendo en el pequeño cuaderno verde que vive en mi mesita de noche. Estoy pensando en empezar a medir el tiempo en horas a partir de ahora, olvidando los días, que transcurren tan lentamente que han dejado de tener sentido. Tampoco me importa.
El verano me hace sentirme sola y olvidada. También triste. Sinceramente, solo quiero que acabe.
Son las 3:12 a.m
El verano me hace sentirme sola y olvidada. También triste. Sinceramente, solo quiero que acabe.
Son las 3:12 a.m
Surprise!
I've read so many times that you'll never know what people are capable of that I thought I had understood it. What I had never considered is what friends are capable of.
Some of them turned out not to give a fuck about your wellbeing. Sometimes, they were too selfish to even notice your feelings.
But somehow there are still people that care enough to at least ask. Friends that would come to your place despite the burning sun to help you with your emotional breakdown. I've been there...
I feel betrayed by my own stupidity and inocence. I never thought I was the only one that cared, but I do think it now and I also realise it hurts more than I expected. I have always given too little value to my feelings towards my friends when comparing them to what I feel when I'm with my family. But I get surprised every single time by how much I love them, and how hard does it feel when they harm me.
Some of them turned out not to give a fuck about your wellbeing. Sometimes, they were too selfish to even notice your feelings.
But somehow there are still people that care enough to at least ask. Friends that would come to your place despite the burning sun to help you with your emotional breakdown. I've been there...
I feel betrayed by my own stupidity and inocence. I never thought I was the only one that cared, but I do think it now and I also realise it hurts more than I expected. I have always given too little value to my feelings towards my friends when comparing them to what I feel when I'm with my family. But I get surprised every single time by how much I love them, and how hard does it feel when they harm me.
Enough books.
Soy abrupta, y lo sé. No estoy ni remotamente cerca de una señorita elegante en mi aspecto de mujerona corpulenta, o en mis modales sin gracia. No tengo la sutileza necesaria para encandilar con mi contoneo, o para bailar. No resulto elegante ni siquiera en reposo; pero eso no quita que sepa disfrazarme en modelos elegantes de marcas moderadamente caras, y encantar a base de sonrisas, lenguaje y modales impecables.
***
-Vienes a por la matrícula, ¿verdad?
- Sí-. No.
La mentira me salió naturalmente, de sopetón, como todas las importantes . Otra persona que me conociera mejor habría adivinado el temblor bajo mi sonrisa eficaz. Creyéndose conocedor de mis intenciones, alzó las cejas divertido cuando bajé la mirada, colorada como un tomate, y me senté.
Me cae bien. Resulta cómodo hablar con él, y me hace sentirme como dentro de un libro. Me explico: las profusas descripciones de muchos autores me han educado para buscar en los ojos de mis interlocutores sorpresa, ironía, recelo o diversión, pero no todas las personas son tan expresivas en sus gestos o expresiones como el señor Cucullus.
Había estado encaprichada con el señor C desde el principio, de forma inexplicable. Mi vena sapiosexual entra en acción con poca frecuenta, y me siento irremediablemente atraída por personas de toda clase y condición con una característica común: son individuos inteligentes, brillantes o con grandes conocimientos. No es una atracción romántica, sino más bien platónica en el sentido filosófico de la palabra. Estos seres constituyen un ideal para mí y quiero estar cerca de ellos en todo momento; probablemente jamás les besaría, pero sí quisiera estar horas escuchándoles hablar.
Así que mi corazón emprendió cabriolas de saltimbanqui, influenciado por ingentes cantidades de literatura romántica en los últimos días, y yo me esforcé por pensar en Piscor. Ésto me llevó al recuerdo de nuestro tórrido atardecer de sábado perezoso, y sentí cómo me ardía la cara y mi corazón se colgaba cabeza abajo como un trapecista loco.
Fueron unos instantes de conversación agradable, informal. Me lleva a recordar a otro cierto personaje de mi vida, el profesor Fibula. Como Cucullus, él también tenía un cierto aire casi religioso y también me sacaba muchísimos años. Es por eso que cuando su cabeza de ideas firmes y su palabrería de mago me encandilaron, me asusté. Sintiéndome loca, o enferma, me preguntaba cómo podía sentirme como me sentía hacia alguien que tiene casi cuarenta años más que yo. Por suerte, la edad y los libros me curaron del espanto hacia mi propia naturaleza y he aprendido a aceptar mis propios clichés extraños hacia hombres mayores, poco atractivos y endemoniadamente listos.
Observando a Míster C, que elude mi mirada con frecuencia buscando el ordenador, me pregunto qué tiene para despertar la fascinación ajena como lo hace. Ideas disparatadas recorren mi cabeza y se estrellan con preguntas y más preguntas mientras advierto una vez más sus manos largas, perfectas, de dedos delgados y movimientos elegantes.
Bueno, creo que ha sido suficiente.
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-Vienes a por la matrícula, ¿verdad?
- Sí-. No.
La mentira me salió naturalmente, de sopetón, como todas las importantes . Otra persona que me conociera mejor habría adivinado el temblor bajo mi sonrisa eficaz. Creyéndose conocedor de mis intenciones, alzó las cejas divertido cuando bajé la mirada, colorada como un tomate, y me senté.
Me cae bien. Resulta cómodo hablar con él, y me hace sentirme como dentro de un libro. Me explico: las profusas descripciones de muchos autores me han educado para buscar en los ojos de mis interlocutores sorpresa, ironía, recelo o diversión, pero no todas las personas son tan expresivas en sus gestos o expresiones como el señor Cucullus.
Había estado encaprichada con el señor C desde el principio, de forma inexplicable. Mi vena sapiosexual entra en acción con poca frecuenta, y me siento irremediablemente atraída por personas de toda clase y condición con una característica común: son individuos inteligentes, brillantes o con grandes conocimientos. No es una atracción romántica, sino más bien platónica en el sentido filosófico de la palabra. Estos seres constituyen un ideal para mí y quiero estar cerca de ellos en todo momento; probablemente jamás les besaría, pero sí quisiera estar horas escuchándoles hablar.
Así que mi corazón emprendió cabriolas de saltimbanqui, influenciado por ingentes cantidades de literatura romántica en los últimos días, y yo me esforcé por pensar en Piscor. Ésto me llevó al recuerdo de nuestro tórrido atardecer de sábado perezoso, y sentí cómo me ardía la cara y mi corazón se colgaba cabeza abajo como un trapecista loco.
Fueron unos instantes de conversación agradable, informal. Me lleva a recordar a otro cierto personaje de mi vida, el profesor Fibula. Como Cucullus, él también tenía un cierto aire casi religioso y también me sacaba muchísimos años. Es por eso que cuando su cabeza de ideas firmes y su palabrería de mago me encandilaron, me asusté. Sintiéndome loca, o enferma, me preguntaba cómo podía sentirme como me sentía hacia alguien que tiene casi cuarenta años más que yo. Por suerte, la edad y los libros me curaron del espanto hacia mi propia naturaleza y he aprendido a aceptar mis propios clichés extraños hacia hombres mayores, poco atractivos y endemoniadamente listos.
Observando a Míster C, que elude mi mirada con frecuencia buscando el ordenador, me pregunto qué tiene para despertar la fascinación ajena como lo hace. Ideas disparatadas recorren mi cabeza y se estrellan con preguntas y más preguntas mientras advierto una vez más sus manos largas, perfectas, de dedos delgados y movimientos elegantes.
Bueno, creo que ha sido suficiente.
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