Debo ser la única persona de este mundo que odia las vacaciones. ¿Quién puede odiar dormir, tomar el sol y tener tiempo para ver series y leer libros? pensaréis. Bueno, pues yo. Odio tener tiempo para mí misma y sentirme culpable sobre no ser productiva. Además, eso significa pensar, y pensar es malo. Las pesadillas vuelven a ser recurrentes y aplastantes. A veces me despierto a las cuatro o cinco de la mañana y me quedo leyendo y escribiendo en el pequeño cuaderno verde que vive en mi mesita de noche. Estoy pensando en empezar a medir el tiempo en horas a partir de ahora, olvidando los días, que transcurren tan lentamente que han dejado de tener sentido. Tampoco me importa.
El verano me hace sentirme sola y olvidada. También triste. Sinceramente, solo quiero que acabe.
Son las 3:12 a.m
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