Algunas veces a la gente le gusta recordarme que hemos vivido tormentas peores que esta. No ayuda. A lo mejor en aquel momento no entendía bien, o no me llegaban las cosas del mismo modo, o simplemente me queda lejos y lo he olvidado. Quizá me estoy quejando de balde, pero me siento como si hubiera envejecido muchos años, como si viviera en una situación permanente de tensión y miedo.
Parece que los días me agotan, aunque últimamente duermo mejor. Hablar con Ale me ayuda, dormirme pensando en él hace que mis noches sean más dulces, apacibles; nada que ver con las pesadillas aplastantes y terroríficas de las pasadas semanas. Las cefaleas se han ido. Sueño con formas, colores, lugares, escenas inconexas... al menos la mayor parte del tiempo.
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