..."En definitiva, no se trata solo del deseo de ser atractivos para nuestras parejas. Eso es obvio. Es el extraño deseo de volver loco al otro, de hacerle perder el temple y la concentración. En este momento, el otro tiene que dejarse llevar por el instinto y seguir la insinuación de la pareja, o esta se sentirá inadecuada y poco atrayente físicamente. ¿Quién quiere una relación de temple y aguante? No somos de hierro. Para perder la cabeza está la juventud."
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