martes, 13 de diciembre de 2011

Kisses.


El aire estaba demasiado sobrecargado. Olía a tabaco, las volutas de humo danzaban en espirales hasta el techo. La luz era tenue, y la televisión un murmullo de fondo. Me adormecí. La cabeza de mi hermano reposaba en mis rodillas, yo acariciaba su pelo corto y puntiagudo. Me encantaba la sensación sobre las yemas de los dedos. Él estaba acurrucadito, el chorro de aire caliente nos llegaba directamente, y casi se me cerraban los ojos...hmmm...
No podía respirar. Aquello consistía más un recuerdo que un sueño. Sus labios de movían, turbadores, contra los míos. Con rapidez. Sus manos memorizaban mi rostro, su lengua, mi boca. Sus labios liberaron los míos y me permitieron aspirar unas cuantas bocanadas, deslizándose por mi cuello todo lo que podían con la gargantilla y el cuello de la blusa negra.
El corazón me golpeteaba neviosamente contra las costillas. ¿Estallaría?
Y sin embargo, no estaba nerviosa, ni especialmente feliz
Sino culpable.
¿Significaba algo?
Mi corazón de hielo tartamudeó su fría respuesta.
No.

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