Ya estaba tardando en dedicar un huequito a aquellas personas que hacen del aire fragancia, del frío calor, de una lágrima una sonrisa. A aquellas personas que hacen que sufrir merezca la pena, por conseguir uno solo de sus abrazos. Mis amigas, grandes consejeras y hermanas. Para sonreír, estar juntas, escuchar música. Para bajar de las nubes y hayar el camino en mis historias.
Para ser feliz, que no sería posible sin vosotras.
Gracias por hacer de mi vida una utopía.
A Nayabel Montoya y Marina García.
A mis sugus, forever and always.
Y a aquellos nombres anónimos que perduraron en lo efímero del tiempo.
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