Llevaba ya varias horas deambulando. Estaba calada hasta los huesos, pero una férrea determinación guiaba mis actos, me impulsaba hacia adelante, en una ciudad que no era la mía. Ni siquiera tenía una dirección, algo a qué atenerme, sólo un puñado de fotos antiguas, una quimera. Y aunque tenía claro que era una locura, seguí caminando bajo la luna, guiada por las estrellas, todas iguales, titilantes...
viernes, 30 de diciembre de 2011
Yume
Llevaba ya varias horas deambulando. Estaba calada hasta los huesos, pero una férrea determinación guiaba mis actos, me impulsaba hacia adelante, en una ciudad que no era la mía. Ni siquiera tenía una dirección, algo a qué atenerme, sólo un puñado de fotos antiguas, una quimera. Y aunque tenía claro que era una locura, seguí caminando bajo la luna, guiada por las estrellas, todas iguales, titilantes...
martes, 27 de diciembre de 2011
Looking.
Me está persiguiendo. Lo sé, y soy consciente de que él lo sabe también. La cantidad casi ingente de personas que me rodean, que se empujan entre sí, no son de gran ayuda como camuflaje. Sé que sus ojos pueden ver a través de los muros, la tela, el maremágnum humano, y huyo.
lunes, 26 de diciembre de 2011
¿Te haces a la idea...?
Yo sólo quise ser agradable. La saludé, y le felicité las fiestas. El primer indicativo de que era mejor alejarme fueron sus ojos, hinchados, enrojecidos. Y su respuesta hosca y seca, fue otra señal.
Panic Atack
Podría haber resultado un fin de semana como otro cualquiera, pero no lo fue.
viernes, 23 de diciembre de 2011
Sisters.
-¡Cuánto te pareces a tu hermana!
Write, wrote, written...
En realidad, casi lo había olvidado. Hasta que me dio por revisar mi pobre bandeja de entrada, ¡Bendita sea! Mi correo electrónico está más abandonado que los museos en época no lectiva. Y lo ví. El veintidós de diciembre, en un hotel. Mi primera presentación.
domingo, 18 de diciembre de 2011
Skyrim
La catarata artificial ahogaba el taconeo de mis botas sobre los adoquines del puente. El pueblo, al otro lado, todo madera y piedra, era de lo más pintoresco, como si fuera otoño eternamente, pero según ascendía la montaña, el terreno era más abrupto y escarpado, salpicado de nieve. Arriba del todo, el castillo de Horthgar. Mi objetivo.
Tenía calor bajo mi capucha de mago principiante. Mi bastón de maga era pesado e incómodo. Mi armadura ralentizaba, con todo su peso metálico. El sol descendía tras las altas montañas, por lo que alcé mi mano y me concentré. Sentí cómo la magia se concentraba, cálida y vibrante, en ese único punto.Cómo escapaba de mí como si fuera vitalidad. Sentí que la fatiga se apoderaba de mí, porque yo todavía era una novata, que apenas podía matar a un par de Draugs, no muertos, sacos de hueso y piel.
Conjuré una bola de luz que me persiguió, alumbrando con su luz plateada mi camino durante algo más de cinco minutos. Quise aullar de frustración.
Sentí una respiración pesada junto a mí. Sus movimientos también eran trabajosos, como si fuera un animal enorme. Porque aquellos sonidos no podían pertenecer a un ser humano ni de coña. Desenfundé mi báculo. Una bola azulada y rezumante de electricidad se formóen el extremo de éste, y en mi mano izquierza Proyectil Ígneo. Sería fácil, hasta para un peón como yo.
El dragón fintó antes de lanzar una potente llamarada, y yo rodé a cubierto, tras una piedra. El animal se agotó pronto, y yo me deslicé sigilosamente a su flanco para arremeter con lo que me quedaba de magia.
El bicho estalló en llamas. Algo me atravesó entonces, y sentí ganas de gritar...en dragoniano (?). Le birlé al monstruo sus escamas y sus huesos, que me servirían para mejorar mi armadura, mientras los primeros copos de nieve revoloteaban en espirales hasta el suelo.
***
Sacudí la cabeza, asustada. Menudos sueños raros los míos.
Quizás había jugado demasiado al Skyrim.
Aunque...otro ratito más no haría daño, ¿no?
Fui a ver si mi hermano estaba encalomado a la ps3.
sábado, 17 de diciembre de 2011
Friendship.
Ya estaba tardando en dedicar un huequito a aquellas personas que hacen del aire fragancia, del frío calor, de una lágrima una sonrisa. A aquellas personas que hacen que sufrir merezca la pena, por conseguir uno solo de sus abrazos. Mis amigas, grandes consejeras y hermanas. Para sonreír, estar juntas, escuchar música. Para bajar de las nubes y hayar el camino en mis historias.
viernes, 16 de diciembre de 2011
Wakare.
Tenía muuuuuuucho sueño. En serio que odio los viernes, es el día que más cansada estoy, por mucho que sea el último día lectivo de la semana. Eso qué más da, si mientras no haya clase no puedo verle...
jueves, 15 de diciembre de 2011
All these things I hate revolve arround me~
Debí verlo venir. Cuando me pidió hablar a solas, yo no sospeché nada. En toda mi voluble "inocencia" o lo que quedaba de ella, jamás pude pensar que acabaría por ponerse a tartamudear y a balbucear. Se puso rojo como un tomate ante mi desconcierto, y cuando el rubor de disgusto coloreó mis mejillas, él no lo interpretó como debía. Un gemido ininteligible sonó a "Quieres salir conmigo" mezclado con una serie de chorradas cursis, y al abalanzarse sobre mí, para besarme, supongo, tropezó. Como acto reflejo, yo di un paso a la derecha y esquivé su alto y pesado cuerpo, que cayó sobre el empedrado haciendo mucho ruido. Él maldijo entre dientes y emitió un quejido, mientras intentaba incorporarse. Yo murmuré una disculpa y una excusas atropelladas...¿O quizás no lo eran? A mí me gustaba alguien. Por soñar...
martes, 13 de diciembre de 2011
Kisses.
El aire estaba demasiado sobrecargado. Olía a tabaco, las volutas de humo danzaban en espirales hasta el techo. La luz era tenue, y la televisión un murmullo de fondo. Me adormecí. La cabeza de mi hermano reposaba en mis rodillas, yo acariciaba su pelo corto y puntiagudo. Me encantaba la sensación sobre las yemas de los dedos. Él estaba acurrucadito, el chorro de aire caliente nos llegaba directamente, y casi se me cerraban los ojos...hmmm...
lunes, 12 de diciembre de 2011
Eye.
Me estremezco. ¿Es que alguien me está mirando? Llevo todo el día con esta estúpida sensación. La clase está acabando el examen de Lengua. Lírica, métrica...más de lo mismo Yo escucho música bajito, para no molestar a nadie. Los semblantes concentrados de mis compañeros los hacen parecer mucho mayores. Algunos parecen totalmente inmersos en la hoja de papel, otros resoplan nerviosamente y buscan las respuestas en las paredes.
Cold.
Está frío.
Coward.
El cielo, plomizo y opresivo, me devolvía una mirada inexpresiva. Los matices de sonido se hallaban muy por encima de toda comprensión. Mis auriculares de botón impedían que me llegara con total claridad el rugido del viento, los enervantes bocinazos, o las vocecillas atipladas e infantiles de los jóvenes que me rodeaban. Estaba en el autobús del colegio, con la mejilla contra el frío cristal de la ventanilla. Naya, mi mejor amiga, escucha música a mi lado, igual que yo. El sordo golpeteo de la batería me relaja, me impide pensar...
jueves, 8 de diciembre de 2011
Calling.
La odio.
Theatre~
Me dejé caer a su lado con un gruñido. Ella balanceaba los pies en el aire, impulsando levemente el columpio. Aquello era una chiquillada, pero también una costumbre. Supongo.
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Obviously.
Con el tiempo, todos se hubieron marchado. Todo aquello que constituía mi autodestrucción, pero también mi droga. ¿Adicta al dolor? Pensé <<Estoy enferma>> Y supongo que tenía razón.
Subconscious
De algún modo, lo sé. Una parte de mí está segura de que no me equivoco de fecha.
lunes, 5 de diciembre de 2011
Forget.
Supongo que soy una cobarde, ¿No? Me había prometido hacerlo hoy. Hoy iba a ser el día en que yo me desviara del patrón. Dejaría de mentirle y de mentirme.
Moon.
Qué bonita está la luna hoy.
domingo, 4 de diciembre de 2011
To the end
Me esfuerzo en mover los pies más deprisa. Las manos extendidas delante mío, tanteando en la oscuridad, en busca de algo sólido. Hace frío, mucho frío. Pero estoy tranquila, no tengo miedo, porque puedo sentir a esa sombra correr a mi lado. Ambos nos apresuramos por el húmedo túnel de la verdad hacia el fin. Él lo sabe, y yo también. Es mejor morir intentando escapar que traicionar a esa muchacha que tanto significa para ambos.
Siempre he pensado que estaría asustada cuando me llegara el momento, pero me equivocaba. Estoy incluso feliz. Hemos echo lo correcto, lo hemos intentado, y estamos aquí por ella. Y yo, la afortunada, voy a morir a su lado. Seré la última en verle, en oírle.
Puedo oír a nuestro perseguidor apretar el paso, y acelero a mi vez. No duraré mucho más, soy consciente de ello. Y mi acompañante también. Me coge la mano y estrecha mis entumecidos dedos.
Justo en ese instante, oímos un chapoteo. Siento cómo el agua gélida moja mis pantalones, y estos de pegan a mi. Es difícil mantener el paso, pero tiro de él para que me siga. Puedo sentir el fin cerca.
Y los dos nos lanzamos al vacío. El suelo cede bajo nuestros pies, y por instinto me agarro al borde de lo que sea. Siento cómo su peso duele, me quema el brazo. Y empiezo a soltar los dedos.
-¡No!-grazna repentinamente
-No voy a dejar que esa cosa nos mate
-Pero puedes dejarme caer y salir corriendo. Lo conseguirás, eres bastante rápida.
Me quedo pensativa unos instantes para, al fin, replicarle:
-Prefiero morir contigo a vivir sin ti.
Le dedico mi más brillante sonrisa de triunfo y dejo floja esa manos que nos ata a ambos a la vida
Goodbye
Abrí los ojos de golpe, aletargada. El corazón me galopaba en el pecho, sentía su latido en las sienes. ¿Una pesadilla? Gemí y miré en derredor. La luna derramaba plata sobre las baldosas de mi dormitorio, teñía de gris y sombras toda la estancia. Gemí contra la almohada, y el sonido brotó amortiguado por las sábanas húmedas de sudor. Me estiré en el sitio, sacudiéndome el sopor. Ahora no podría conciliar de nuevo el sueño…Agucé el oído. A mi lado, un cuerpo descansaba ajeno a todo cuanto sucedía. Su respiración tranquila, acompasada y casi inaudible. e daba la espalda, mi hermana mayor, y dormía hecha una bola, la colcha arrugada a sus pies. De pronto, giró hasta quedar boca arriba, extendió sus extremidades y esbozó un atisbo de sonrisa.
Me senté sobre la cama y me llevé las manos a los mechones oscuros que interceptaban mi vista. Me puse en pie con paso vacilante y anduve a tientas hasta la puerta. Mis dedos, torpes, toparon con el frío manillar y lo hice crujir al abrir la puerta.
Me deslicé como una sombra silenciosa, sin saber muy bien qué hacer. Aire fresco, sí, eso necesitaba…
Me asomé a la terraza con los ojos ligeramente llorosos. Genial, otro cambio de humor. Un grillo cesó su canto de pronto, y un pesado silencio llenó el ambiente. Me vi impelida, como en los viejos tiempos, a subir al tejado y escuchar música, como eso solía ser.
Trepé hasta las tejas rojizas, que el tiempo y la lluvia habían desteñido. Me sentí reconfortada, y al ritmo de Linkin Park, comencé a pensar, a recordar, contra mi voluntad.
"Linkin Park es mi segundo grupo favorito. O al menos lo eran cuando sacaron Meteora e Hybrid Theory. Lo demás es basura.
Comenzó a sonar tu canción. Mi canción. La nuestra. Butterflies & Hurricanes llenaba el frío vacío que ocupaba tu lugar a mi lado.
"Es una obra maestra, ¿no crees? -Y me acariciaste el pelo mientras reías- Fue la primera que escuché-Y me hablaste del recuerdo, como hechizado"
Y otra más, otro recuerdo, otra punzada a mis heridas en carne viva. Hysteria.
Sunburn.
La pequeña gota salada inició su descenso a lo largo de mi pómulo.
Lies.
Me despierto, como cada mañana, con el suave despertador de mi móvil. Quizá debería cambiar al tono de una vez, aunque en realidad sé que me da pena. Apago el móvil, para que no le despierte. Sí, él duerme plácidamente a mi lado, con la respiración ligera. Desnudo de cintura para arriba. Y pese a mis esfuerzos, abre los ojos con un suave aleteo.
-¿Ya te vas?-pregunta, tan normal
Ah, eso me encanta de él. Siempre parece despierto, alerta. Frío como un témpano y distante. Intimidante. Y sin embargo, como suele decirse, las apariencias engañan. Una persona cariñosa, suave se esconde bajo esa coraza de acero y piel
-Sí, o llegaré tarde
Rozo sus labios, con cuidado y me dirijo al gran armario empotrado de caoba negra. Y me echo sobre el brazo lo primero que veo, mis pitillos, artísticamente desgastados, Una liviana camiseta negra, con un escote kilométrico y una cazadora. Eso es, y un palestino además. Mi propio estilo.
Me encierro en el baño. ¿Tanto he cambiado? Porque yo no lo veo. Bueno, el arrebol de las mejillas y el tenue brillo de mis ojos es perfectamente perceptible. También llevo el pelo siempre planchado últimamente, cosa poco habitual. Mucha tontería, es lo que tiene la gente. Suspiro y comienzo a vestirme. Aliso, una vez más, los mechones oscuros, cada uno apuntando en una dirección.
Mierda, llego tarde otra vez. Cojo mi mochila, meto mi merienda en el bolsillo con precipitación y me dirijo al dormitorio.
Él se está vistiendo ya, abotona su camisa con parsimonia y exasperante lentitud. Contengo una sonrisa y me acerco, sigilosa, para abrazarlo por la espalda. Se da la vuelta, y me regala un fugaz beso
-Nos vemos esta tarde, ¿Verdad?
-Así es, descuida
Esos brillantes ojos castaños, moteados de dorado me sonríen, aunque su expresión esté seria. Chispean de felicidad, cosa extraña al menos para mi, más que acostumbrada a su fría mirada, carente de expresión.
Le doy un último beso y me separo con cuidado. Una fugaz sonrisa y me apresuro a coger mi móvil y las llaves de la mesita de noche.
Me despido, alegre, ligera. Nunca me había sentido tan bien. Es curioso que mi felicidad sea tan dependiente. Y siento un amor tan sólido como irreal.
Es curioso, me subo a mi bicicleta y mientras me deslizo a toda velocidad sobre el húmedo asfalto, me acuerdo de otro muchacho. Él siempre venía a clase en bicicleta. Qué echo tan trivial, y sin embargo tan importante.
Freno en seco al llegar al colegio, me bajo y pongo el candado.
Y luego, en clase, sin nada mejor que hacer que mirarle. Extraño. Extravagante. Nunca me habría fijado en él hasta ahora. Y al conocerle mejor, descubrí que era buena persona, era fácil ser amiga suya. Mordisqueé, distraída, el capuchón de mi bolígrafo bic azul. Y me habla, y yo le miro a los ojos sin escuchar. Por suerte, encuentro una respuesta en el momento oportuno. Me siento a su lado también en la siguiente clase. ¿Por qué no? ¿No se supone que somos amigos?
Y a la salida, me acompaña hasta mi bici. Le sonrío y me despido, como tenemos por costumbre. Una sombra surge de detrás y me asusta. Me doy la vuelta y me encuentro a mi muchacho, que me sonríe, tenso
-¿Quién era ese?-pregunta de pronto cuando le abrazo
Alzo la cabeza, confusa. Clava los ojos en los míos. Soy perfectamente consciente de mi expresión culpable, y por un momento quiero que la tierra me trague.
-Un amigo-replico no muy convencida
Entrecierra los ojos, en ellos titila una amarga ironía y un intenso dolor
-No te pongas paranoico-bromeé-Te quiero
-Lo sé-susurra-lo sé
Estrecho suavemente su fría mano y nos encaminamos, arrastrando la bicicleta, hacia nuestro pequeño rincón, nuestro little Big Paradise, dejando sueños, preocupaciones y quizás un pequeño amor atrás
El corazón de Akadem.
El crepúsculo avanzaba inexorablemente hacia otro final. El final del día, de algo breve y perecedero. El final de algo que carece de importancia para muchas personas. O puede que aquel fuera el día más importante de su existencia. Pero una cosa era segura, en ese momento iba a acabar algo más importante que el día. Algo igualmente efímero y perecedero. Algo que carecía de importancia, del mismo modo. Esa noche, su vida iba a terminar.
Ella estaba decidida. Llevaba saboreando aquel momento durante miles de largos días. Durante cientos y cientos de noches de insomnio.
Esperó pacientemente durante toda la tarde, encaramada al árbol. Su respiración se mantuvo sosegada durante la interminable jornada. Sus ojos de felino, de expresión hueca e impasible, escrutaban la creciente niebla que envolvía las plantas exóticas de colores nunca vistos. Había soñado con aquel momento durante no sabía cuánto tiempo. Pensaba que estaría eufórica, que sentiría el sabor de la victoria al contemplar el terror en los ojos castaños que tiempo atrás había amado. Pensaba que saborearía el placer de contemplar el filo de su daga contra el rosado cuello. Pero, aunque faltaba poco, lo único que sentía eran nervios.
Se puso tensa en su incómodo emplazamiento. No convenían las distracciones, y el molesto retortijón de su estómago constituía una de las principales. Se ocultó aún más entre el espeso follaje de aquel majestuoso árbol cuyo nombre no conocía. Con fluidez y elegancia, se asomó cuidadosamente entre las hojas que la incidencia del sol había vuelto jades. Contrajo los labios en una mueca y desenvainó su afilada daga, procurando actuar con su característico sigilo. Sintió un par de pesados pies aproximarse, y sus nervios no la traicionaron cuando se lanzó como un felino sobre él, aferrada a la pesada empuñadura plateada de su arma.
Los ojos castaños de Akadem sólo tuvieron ocasión de contemplar despavoridos a la niña de diecisiete años que oprimía su cuello con un puñal. Klide hundió un pico el filo en la carne, y el carmesí se extendió rápidamente por la hoja plateada, relumbrando. En ese instante de vacilación, si saber muy bien por qué, Klide se acordó de aquellas primeras vidas que había segado. Presa de los mismos nervios, habría llorado durante semanas por un desconocido que quería matarla, y a quien ella se había llevado por delante. Pero la miseria, la muerte y el dolor la habían curtido esa personalidad ya de por sí férrea.
-Tu corazón solamente podrá ser mío, para siempre.-Le dijo en voz baja y temblorosa, esbozando una seca media sonrisa.
Sacudió la cabeza, y con los ojos anegados en lágrimas, atravesó el corazón del hombre que la había enamorado y abandonado. Sus manos, sus vestiduras y sus pies se anegaron rápidamente de sangre, brillante y carmesí. Se dejó caer junto al cadáver inerte y lloró como una niña.
Al amanecer, un paisano encontró el cuerpo de Akadem. Le faltaba el corazón.