Siempre me he preguntado por qué no lograba odiar a Heathcliff. Me era extrañamente simpático, a pesar de ser el malo, a pesar de hacer daño, de ser un tirano, y el antagonista de la obra.
Sentí lástima por él, e incluso lloré cuando se murió.
Ahora sé que es, en parte, porque también él perdió a la persona sin la cuál no podía vivir.
Rememoro su retahíla ante la tumba de Catherine Earnshaw. Siglo XVl
"-¿Por qué me mintió hasta el final?-prosiguió-¿Dónde se encuentra? Aquí no...en el cielo tampoco...y no se ha extinguido...Entonces, ¿Dónde está? ¡Ah!, dijiste que no le importaba nada de mis sentimientos. Pues yo voy a rezar una plegaria hasta que la lengua se me seque: ¡Catherine Earnshaw, ojalá no encuentres descanso mientras yo siga con vida! Dijiste que yo te había matado, ¡pues entonces persígueme! Las víctimas persiguen a sus asesinos. Yo creo que hay fantasmas que vagan por el mundo, lo sé. Quédate siempre conmigo, bajo la forma que quieras, ¡vuélveme loco! Pero lo único que no puedes hacer es dejarme solo en este abismo donde no soy capaz de encontrarme. ¡Oh, Dios mío, es inconcebible! ¡No puedo vivir sin mi vida! ¡No puedo vivir sin mi alma!"
En este preciso instante, puedo entender su desesperación.
En este otro pasaje, Heathcliff hablaba del amor que sentía Catherine por Edgar Linton.
"Y ahí es donde se puede ver la diferencia entre nuestros sentimiento: Si él estuviera en mi lugar y yo en el suyo, aunque le aborreciera con un odio que convirtiera mi vida en hiel, nunca habría levantado una mano contra él. ¡Puedes poner esa cara de incredulidad si quieres! Yo nunca podría haberle apartado de ella, al menos mientras ella lo hubiera querido así. Mas en el momento en que perdiera su estima, ¡Le habría arrancado el corazón y habría bebido su sangre! Sin embargo, hasta entonces, y si no me crees es que no me conoces, hasta entonces, ¡Preferiría morir con certeza antes de tocarle un solo pelo de la cabeza!"
Y este otro, tras la muerte de su amor, cita el parentesco del sobrino de Catherine con la difunta.
"Hace cinco minutos, Hareton Earnshaw me ha parecido una personificación de mi juventud y no un ser humano. Me provocaba una mezcla tan variada de sensaciones que me hubiera costado dirigirme a él de una forma racional. En primer lugar, su pasmoso parecido con Cathy me lo acercaba a ella de forma sobrecogedora. Pero esto, que podría parecerte el detalle más importante para acaparar mi imaginación, es realmente el más nimio, porque, ¿existe alguna cosa que se acerque a mí y no me la recuerde? No puedo ni bajar la vista al suelo sin que sus rasgos se dibujen en las baldosas. En cada nube, cada árbol, colmando el aire nocturno y refulgiendo de día a rachas en cada objeto, me veo continuamente cercado por su imagen. Los rostros más triviales de hombres y mujeres y hasta mis propios rasgos se burlan de mí, ofreciéndome su parecido. El mundo entero es una atroz colección de testimonios acreditativos de que vivió y de que ya la he perdido. Pues bien, la visión de Hareton acaba de ser como el fantasma de mi amor inmortal, de los esfuerzos salvajes que he hecho por llevar adelante mis derechos, mi degradación, mi orgullo, mi felicidad y mi angustia..."
Cerré el tomo con algo de brusquedad. A pesar de que Cumbres Borrascosas siempre ha sido uno de mis libros preferidos, de hecho no ceso de releerlo, no son las palabras del bellaco de Heathcliff sino una bofetada para mis heridos sentimientos.
Pero yo no soy Heathcliff, y no tengo intención de consumirme hasta la muerte.
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