Que tengo una gran memoria y fijación para las fechas señaladas es un hecho. Me sirven para diferenciar periodos y comprender cambios, aunque no sé en qué medida no se trata de una excusa para darle alas a una de mis muchas obsesiones. Hoy, por ejemplo, se cumplen 4 años desde que Taiwán se convirtió en el primer país asiático en reconocer legalmente el matrimonio homosexual, lo cual me recuerda que todos los días hay cosas buenas que celebrar.
Las que mejor se me dan, como es evidente, son las fechas tristes.
Pero, ¿en qué momento se convirtió un día tan especial en una fecha triste? no lo sé muy bien. Ya no le echo de menos, si es lo que te estás preguntando, simplemente creo que se debe a una cuestión de esperanzas e ilusiones frustradas. A lo mejor se debe a que se presentara a nuestra última comida "celebratoria" con vaqueros y sudadera, o puede que el hecho de que mi regalo por el tercer aniversario llegara un año y medio tarde. No lo sé. No creo que los hechos, el dinero o los bienes materiales sean tan significativos como la aparente falta de interés que demostraba en el asunto. No puedo recordar que hiciéramos nada especial, nada que me robara el aliento. Aunque, claro está, tampoco puedo decir que yo sí lo hiciera por él.
Quizá todo se resuma a eso. Es el aniversario de muchas expectativas sin cumplir. El recordatorio del amor que se me estancó dentro, de las flores que nunca me regaló, de aquel anillo de latón tan malo que se me combaba en los dedos solo por la postura natural de mis falanges, perdiendo toda la pedrería por el camino. ¿O eso fue en san Valentín? ahora ya ni idea..., a aquello también acudió sin arreglarse lo más mínimo y de nuevo elegí yo el sitio y la hora, así que confundo fechas y acontecimientos.
Esta fecha ya no debe decirme nada. Ya no significa... nada.
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