Me consume el hambre, me consume la debilidad, me consume el ansia.
El de no poder dejar de pensar en lo mismo, de contar mentalmente, de relajar la postura, de vigilar qué se marca y cómo.
El agujero negro de mi estómago empieza a doler, y cuanto menos como, más me pide. Sueño con comida, pienso en comida, anhelo comer todo el tiempo; y nada me aterra ni me agobia más. Lógicamente sé que no es humanamente posible que me sienta y me vea tan terriblemente mal en cuestión de... ¿tres días? pero aquí estamos. Rolliza, blanda, fofa, ansiosa. No me entra oxígeno en el cuerpo, ¿cómo me va a entrar comida...?
... pero lo hace. A raudales. Que alguien me ayude.
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