lunes, 17 de mayo de 2021

Dear 20 y-o me...

Cristina:


    Soy yo... O tú, más bien; y he venido a decirte que no desesperes. Sé que ahora mismo estás muy cansada y decepcionada contigo misma, y por eso mismo he venido a ayudarte.

De poco me sirve decirte qué tienes o no tienes que hacer. En primer lugar, porque te (me) conozco, y sé que jamás escarmentamos por cabeza ajena. En segundo, porque soy un resultado de lo que tú has hecho y has decidido, y no puedo cambiar el pasado.

Mi primer consejo para ti, mirando tres años atrás, es que dejes de pensar tanto en lo que ha ocurrido con tu estancia en Japón. Hiciste lo que sentías y no pasa nada, perdónate y recuerda que nadie te exigía nada. Ni que fueras, ni que te quedaras; no pasa nada. Sé por qué has hecho lo que has hecho y déjame decirte que, a pesar de que las cosas no hayan funcionado, a día de hoy no me arrepiento de nada porque la vida es muy larga y da muchas vueltas, y tendrás la posibilidad más pronto que tarde de terminar lo que empezaste. Si algo eres (soy) es cabezota.

Sé que piensas que no lo has hecho bien, que no has sacado todo el jugo y provecho que la situación ofrecía. Te culpas de no haberte involucrado más con los japoneses para desarrollar un nivel conversacional más elevado, ¿no es así? bien, déjame decirte que no puedes obligarte a que te guste la gente. Punto. Igual que no puedes fingir que los amigos de tu novio te caen bien solo con cuentagotas y que su familia te deja agotada, igual que yo no puedo fingir que trago a una de las mejores amigas de mi marido. Vivir en Japón no ha sido fácil y te has rodeado de las personas que te hacen sentir bien, ¿qué más quieres? ¿qué importa cuál sea su lengua materna, a fin de cuentas? Además, por darte un adelanto, déjame decirte que eso no te dificultará encontrar empleo y casi sin buscarlo (cof, cof...)

Por otro lado, me gustaría mucho recomendarte que disfrutaras más de la vida. Crees que las cosas son complicadas, pero déjame anticipar las curvas que se avecinan: dentro de no mucho estarás trabajando a tiempo completo en un turno de noche, así que aprovecha ahora que tienes un ciclo normal. Este es el último verano (de momento, que yo sepa) que vas a tener tres meses de vacaciones y podrás pasar todo el tiempo que quieras en la playa con tus padres porque papá está a punto de jubilarse, y eso significa que solo planea volver a Sevilla para cubrir las guardias. En serio, deberías exprimir cada momento. 

Ponte guarra a comer, total, qué importarán dos kilos más o menos en septiembre, cuando empieces el viaje más complicado de tu vida..., porque, sí, amiga, no te haces a una idea del aspecto que tendrás dentro de tres años. Eres casi normativa (con ropa, no flipes), no te digo más. Este verano tomarás la decisión de quitarte el estigma de encima, y antes de que acabe el año, te habrás sacudido casi 20 kilos de encima. No va a ser fácil: el hambre nunca habrá dolido tanto, y sí, sé que hemos estado hasta 4 días sin comer, pero te prometo que esto es peor. Dolerá más en el alma que en el cuerpo, pero te dará nuevos motivos para estar orgullosa de ti misma..., y también te lo pondrá difícil para quererte. Te echarás la culpa de muchas cosas, de nuevo, pero no olvides agradecer la labor de las personas que te apoyan. No olvides que por ellos estás donde estás, y llegarás a donde quieras y puedas llegar.

Y sí, he dicho puedas. Al contrario de lo que piensas y te han enseñado, no eres invencible, lo siento. Esto es algo que estoy aprendiendo yo misma, ahora, y no se trata de ponerte techo: tienes que aprender a delegar. Tienes que aprender a confiar en el criterio ajeno y a pedir ayuda. De verdad, no hay necesidad de llevarlo todo adelante sola, sacúdete ese "yo puedo sola" o "yo puedo con todo" que ambas repetimos como si fuera un mantra que intentáramos no olvidar. A veces no podemos, o no queremos afrontarlo de esa manera y no pasa nada. Sé que ahora mismo no tienes al lado a una persona en la que sientas que te puedes apoyar, pero llegará alguien que desmontará muchos prejuicios y reforzará aquello que has aprendido de papá y mamá: que la cooperación es la clave de que una familia funcione. Porque se va a convertir en tu familia y te hará sentir en casa, es una sensación maravillosa.

Tienes la capacidad de ser como quieras ser. No dejes que te definan. Llegará el momento en que alguien a quien quieres con locura te haga pensar y sentir que ni siquiera eres buena o digna, pero confía en tus instintos y haz lo que sientas, porque si lo sientes, es real. Recuerda que siempre hay más de un lado de cada historia y quien te respete y te quiera se parará a escuchar lo que tengas que decir.

No sé qué más tengo que contarte. A fecha de hoy, mayo de 2021, tienes una gatita de un mes llamada Leia (porque verás Star Wars y, contra todo pronóstico, solo te quedarás dormida 7 veces en el proceso), vives por tu cuenta, estás enamorada, te gusta salir a correr (sí, en serio, te lo juro) y conduces un Volkswagen pequeñito, blanco. Ha habido una pandemia de un virus mortal, pero en casa todos están bien. Mamá sigue viva, pero el abuelo ya no, y agárrate porque eso va a ser muy duro. Estás cursando un máster sobre aquella disciplina que te gustó tanto en Japón y planeas doctorarte en feminismo y literatura. Has leído libros geniales..., y los que quedan. Vas a terapia.

Agradece, cuida y ama mucho. Despega la vista del ombligo. Pon los intermitentes para salir de las rotondas, no me seas kamikaze. Ponte mascarilla. No rechaces los sueños solo porque parezcan difíciles. Intenta ser feliz, que es un trabajo de todos los días.

Y ánimo.

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