domingo, 29 de noviembre de 2020
sábado, 28 de noviembre de 2020
6:44
Ambush
miércoles, 25 de noviembre de 2020
C'est l'histoire d'un amour
Quemando las etapas como pólvora. Las buenas y las malas, las de una esfera y las de la otra. Agotándome rápidamente frente a mi propio corazón confundido, asustada de todo lo que se mueve a mi alrededor, añorando música que llene cada silencio y acalle la voz de mis pensamientos, anhelando que llegue la noche y me encuentre en su compañía, tan virtual como vibrante.
lunes, 23 de noviembre de 2020
¿Adiós?
Caos y miedo han hecho de mi mente su reinado, con lo que a mí me gusta mi cómoda, plácida y tranquila estabilidad. Quizá ese sea parte del problema: quizá me he acomodado en las rutinas que eran fáciles, pero que ya no me permiten avanzar. Destruir para construir.
A lo mejor ahora me estoy convirtiendo en una persona diferente, y todo este dolor es también un duelo por mí misma. Por la persona que he sido, a la que quizá tenga que decirle adiós. Por cerrar una etapa preciosa y comentar una vida nueva y diferente, con otros retos, con más altura, con sentimientos y valores nuevos, con la oportunidad de convertirme en una versión distinta de mí misma. ¿Mejor, peor? el tiempo lo dirá.
Yo solo sé que me han tirado de la alfombra bajo los pies. Y ya no puedo volver a donde estaba.
domingo, 22 de noviembre de 2020
Seguimos para bingo
sábado, 21 de noviembre de 2020
What would Austen do?
Joder, un mes..., un mes para darle la vuelta a todo. A lo que sentía, a lo que sabía, a lo que creía, a lo que me imaginaba que sería mi vida.
Hace un mes, mi novio me enrollaba en una mantita para tragarse conmigo mi peli favorita, abrazándome, con mandarinas y té verde sin azúcar porque sabe que la comida me da, en el mejor de los casos, pánico. Hace un mes, ese era el único hogar que conocía.
Hace un mes, todo estaba claro, cristalino; hoy me quedan las cuatro palabras que titulan esta entrada.
viernes, 20 de noviembre de 2020
Dosel de pepinos.
- ¡Has sido bendecida con un dosel de pepinos! -. Exclamó entre risotadas
Eva se reía, evidentemente. Yo contándole mis diatribas y dramones románticos y Eva... se reía.
Es que es para reírse. Es una broma del destino. Una maldita bravuconada del mundo, una auténtica jugarreta de la vida, como diría ese personaje tan tonto de aquel otro libro aún más tonto. He sido maldecida con un dosel de pepinos, como quien visita las huertas del Porzuna; ironías añadidas, tengo un suspiro atascado en el pecho y no me puedo concentrar.
Tanto por decidir...
jueves, 19 de noviembre de 2020
Danger
miércoles, 18 de noviembre de 2020
Eco
Euforia y rabia.
La rabia es un potente aliciente para todo, pero yo no soy alguien que tenga mucho de eso. Si cuando hay otros implicados la rabia es solo el abrigo del dolor, en estos días de tanta rabia hacia mí misma..., lo que enmascaro, admito, es decepción. La decepción es algo con lo que hay que convivir cuando siempre estamos pidiendo más de nosotros mismos. Después de tirar de mis extremidades y mis hemisferios cerebrales casi hasta romperme, la parte de mí que quiere pararse a respirar se pelea con el Rocky que llevo dentro. La calma, contra las cuerdas, con el potencial atacando.
Al final, utilizo la rabia en su forma más útil, alejándome de mis pugnas internas y golpeando la calzada con zancadas largas y rocío en la cara, con música en los oídos y un gruñido gutural atrapado en los pulmones constreñidos.
Y qué bien. Qué bien se sienten el poder en las piernas, la libertad de saberme capaz de huir de todo por un momento, la velocidad, imparable.
lunes, 16 de noviembre de 2020
Da boss.
More stones.
domingo, 15 de noviembre de 2020
Nevertheless.
sábado, 14 de noviembre de 2020
Desperdicios
Ver una serie sobre prostitución adolescente y abuso sexual es siempre como una patada en el pulmón. Para mí, quizá, pueda ser considerado masoquismo. No deja de preocuparme el seguir conectando con esa etapa de mi vida. Seguir ahí, estancada, en mis frágiles 16. En la obsesión de no ser un objeto, pero buscando constantemente esa validación ajena, esa atención que necesito que tanta repulsa me causa. Con todas esas cicatrices que, como queloides, han mutado desde la piel hasta el alma.
Al final, Baby es un recordatorio de que las cosas no siempre funcionan para todo el mundo, y menos como uno querría, como la televisión y los medios sugieren que la vida fluye, justa y felizmente. No. En una sociedad donde los milagros escasean, a veces los inocentes pagan, a veces los culpables también, a veces no son víctimas quienes creemos, y pocas veces importa nada más.
Pero es difícil medir lo justo, incluso cuando el culpable es privado de su libertad, porque el dolor queda para revestirte el resto de tu vida.
Tan entumecida
Tan vacía
Tan ajena
Tan muda
Todo el mundo te mira y tiene claro quién eres, o quién puedes ser. Todos ven tus adjetivos, tus logros, tus ambiciones, tu potencial. Y tú no sabes qué decir, no sabes qué sentir, no sabes por qué no respondes como deberías. ¿Es que acaso te has estropeado? Y tienen la cara de lamentarse, ¡qué desperdicio!
Pero eso es puntual; la realidad es más larga. Los días son más cortos y el frío acecha cuando se acerca ese aniversario simbólico de dolor, pena, rabia, culpa. La injusticia, los crímenes sin pagar. Esas cosas que le pasaron a una, hace mucho, mucho tiempo. Navidad, más culpa.
martes, 10 de noviembre de 2020
Mutuamente.
martes, 3 de noviembre de 2020
Reinventing the education
Hay un señor frente a mí protestando sobre la hegemonía lingüística del inglés, reivindicando su italiano de formación. Claro. Resulta clásico hasta para sus más de setenta años, con sus escasas canas repeinadas, su traje demasiado grueso para esta estación del año pero bien ajustado, las gafas y el calzado a la moda, pero la bolsa de piel negra tan atemporal como la que llevara mi padre a trabajar allá por el año 2000, con su hebilla dorada y todo.
Nos mira desde arriba, desde su estrado elevado, tras un portentoso escritorio de madera oscura que ha perdido el lustre por el uso, con su ancho culo cómodamente aposentado en una silla acolchada (a diferencia de nuestras desvencijadas bancas de madera). No se mueve, a penas levanta la vista de los apuntes que nos lee, que nos dicta. Es como si hubiera una barrera entre nosotros, una absoluta separación espacial, temporal y hasta dimensional.
Y yo digo..., que bueno, que qué remedio tengo. Llevo cinco años ya en la universidad, y he aprendido que desgañitarme sobre las condiciones de estudio solo afectará a mi salud mental y a mis niveles de energía. Y que, aunque me gusta su voz profunda, eso puedo encontrarlo en cualquier podcast. Que me gusta el contenido, pero para oírlo con 800€ menos de matrícula en el bolsillo, bien podría leerlo por internet, de donde sea que haya descargado los libros y apuntes que tiene bajo las narices, en la cálida y reconfortante calidez de mi hogar; y sin cabrearme cada vez que pierda 20 minutos por no saber abrir un documento de word o entender una referencia en ingles.
¡Ah! ¡qué útil su italiano de formación!