Un hermoso día veremos
alzarse un hilo de humo entre los confines del mar,
y entonces aparecerá una nave.
Luego, la nave blanca entrará en el puerto,
atronando con su sonido.
¿Lo ves? ¡ya ha llegado!
Pero yo no bajo a encontrarme con él.
Yo me pongo allí, sobre la colina
espero un largo tiempo,
y no me pesa la espera.
Y saliendo de entre la multitud
un hombre, un punto pequeño
subiendo por la colina.
¿Quién será? ¿quién será?
¿cómo vendrá?
¿Qué dirá? ¿qué dirá?
Llamará a Butterfly desde lejos
y yo sin dar respuesta, estaré escondida
un poco en broma, y un poco para no morir en el primer encuentro
y él, preocupado, llamará, llamará [...]
los nombres que me daba cuando volvía a casa.
Todo esto pasará, te lo prometo.
Mantenga usted su miedo, yo con fé segura lo espero.
Un bel di vendremo (Madama Butterfly) - Puccini.
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