Extraño más cosas de casa de las que pensaba. Cosas que había dado por hecho en mi vida y que nunca pensé que me fueran a faltar, ni siquiera por un momento. Como mi gente, o el brillo y el calor del sol, como levantarme tarde los fines de semana con el olor de la cocina de mi padre flotando por toda la casa. El aroma a refrito de cebolla, ajo y pimiento, comida casera, cariño. Música por los pasillos. Olor a césped recién cortado.
Supongo que echo de menos el único mundo que conozco.
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